México
La Aduana, un pueblo en medio del bosque en Sonora
Situado en la Reserva de la Biósfera de Cuchujaqui, con hermosas casitas de piedra, parece haberse detenido en el tiempo que se fundó, hace más de dos siglos.
Acogedoras casitas de piedra descansan en la Reserva de la Biosfera de Cuchujaqui, estamos hablando La Aduana, un pueblo en medio del bosque, el cual está cercano a Álamos Sonora; fue una de las primeras poblaciones importantes en el estado. Es un hermoso pueblo medio fantasma que te hará viajar por una época de esplendor.
Situado a unos 50 kilómetros de Navojoa y a 120 kilómetros de Ciudad Obregón, hace muchos años era una inspección minera -de ahí su nombre- en ese lugar se tenía todo el control del metal que se tenían sus minas y de ahí se repartía por todo el Norte y Sur del país, por esa razón fue llamado La Aduana.
La Aduana, un pueblo en medio del bosque
Es un pueblo medio fantasma, al día de hoy aún mantiene la arquitectura de aquellos años de apogeo de las minas, y sus habitantes mantienen viva la esencia del lugar. Al caminar por las calles podrás encontrar casa abandonadas, algunas de ellas con incluso 100 años de antigüedad, además de eso podrás caminar por un arroyo.
Dejando atrás el arroyo podrás visitar La Mina de Plata y Turquesa las cuales eran la chispa que daba vida al pueblo. Además de eso podrás caminar en el centro y comprar bellas artesanías locales.
Qué puedes hacer en un pueblo en medio del bosque
Puedes caminar por la Reserva de la Biosfera de Cuchujaqui -la cual es una de las 39 que tiene México- aquí puede hacer recorridos y encontrar unas vistas espectaculares, llenas de una vegetación y animales. La naturaleza en su máxima expresión.
Puedes ir por los senderos o incluso un paseo a caballo, además si te gusta el avistamiento de aves este es un lugar perfecto para hacerlo.
No te puedes pasar por alto la visita a iglesia de la Virgen Valvanera, la cual es patrona del lugar, la cual forma parte del patrimonio histórico de México. Se cuenta que en ese lugar han sucedido muchos milagros.
Los habitantes y los creyentes de la virgen creen con fervor que ella les ayuda y protege. Lo que se cuenta es que los antiguos habitantes vieron en ese lugar la imagen de la virgen. Que les dijo que cortaran un nopal para sembrarlo dentro de la iglesia y al día de hoy aun esta ese mismo cactus como en aquellos días.
Muchas personas incluso peregrinan hasta 8 horas para poder estar en esta magnífica iglesia.
La mina de plata y turquesa
Cuando el pueblo se empezó a habitar ,alrededor de 1680, la gente encontró la mina y hasta ahora se sigue trabajando en ella, claro no como en aquellos tiempos en donde era una de las más importantes dadoras de estos materiales.
La mina es famosa por acuñar una moneda de plata con el número 100, la cual la tiene en posesión un habitante de la Aduana.
Llévate una artesanía muy especial
El arte que tiene La Aduana es increíble, ya que va desde sombreros pintados a mano por los mismos pobladores y cuadros pintados por niños.
Es un pueblo muy concurrido por todos, desde artistas, extranjeros y claro residentes de México, las fechas con más turistas son en el mes de Julio, más que nada por las fiestas que tienen, su plaza queda totalmente llena la gente disfruta del encanto del lugar.
Nunca dejes de Viajar
Asia
La BARBACOA mexicana triunfa en el LEJANO JAPÓN
La barbacoa oaxaqueña viaja hasta Japón, logrando ganar batalla en los paladares de las altas islas de volcanes de Hokkaidō.
En una visita a Oaxaca, México, el chef Marco Gurushia, quedó encantado con uno de los sabores más emblemáticos del país… la barbacoa. Las manos creadoras de este delicioso plato fueron Mimi con su restaurante al aire libre Maíz Cocina Tradicional.
El inicio de una AVENTURA
Meses después, Yu, uno de los amigos de Marco, lo contacto porque quería preparar barbacoa en Hokkaidō, y Marco, que aún tenía el sabor de la barbacoa oaxaqueña, se le ocurrió contactar de nuevo con Mimi… y fue así como inició esta reciente y asombrosa aventura.
Mimi viajó a Japón acompañada de su familia, algunos chiles, especias, una parrilla y dos comales de 42 centímetros, de los cuales solo uno sobrevivió al vuelo.
BARBACOA… solo a la MEXICANA
La preparación de esta deliciosa barbacoa duró dos días: el primero se dedicó a construir el horno desde cero: excavar el agujero, poner los ladrillos y cemento, y dejar secar mientras se realizaba una clásica verbena mexicana, con música, mezcal y cervezas.
El segundo día fue de cocinada, no sin antes echar la bendición con mezcal al horno, para que todo saliera bien. Conseguir los ingredientes faltantes en Japón fue todo un reto. La carne fue conseguida de un borrego de una granja local, y las pencas de maguey fueron mandadas desde otra ciudad.
Unas horas después de calentar el horno, y en presencia de todos, se pudo meter la barbacoa, para que tiempo después, chefs, artistas y amigos se citaran en Hokkaidō para probar la deliciosa creación que resultó un rotundo éxito.
Sin duda, esta pequeña crónica compartida por Mimi y Marco no solo representa un profundo amor por la gastronomía mexicana; si no también enaltece la curiosidad y cercanía que une y crea México más allá de sus fronteras.
Y como bien se dice por ahí… el único problema de la barbacoa es que se acaba demasiado rápido.
#NuncaDejesDeViajar
Campeche
EDMUNDO RODRÍGUEZ, el héroe ANÓNIMO de la arquitectura mexicana
Si vives o viviste en la Ciudad de México, seguramente recuerdes o hayas visto alguna vez las bancas de Edmundo Rodríguez: enormes y pesadas piezas de concreto que, al día de hoy, aún se mantienen en pie en algunos espacios públicos de la ciudad.
Durante la década de 1970 en el Distrito Federal —ahora conocido como Ciudad de México—, se realizó un ambicioso programa de remodelación urbana, que consistía en embellecer y restaurar los espacios públicos de la ciudad. Para realizar esta dura tarea, se designó a un arquitecto, quien sería el encargado de diseñar el mobiliario urbano y de los espacios restaurados. Su nombre: Edmundo Rodríguez Saldívar, un joven arquitecto que se encuentra ausente en la historia de la arquitectura mexicana.
Edmundo Rodríguez y su huella en la CIUDAD
Como mencionamos antes, Edmundo Rodríguez es un nombre desconocido para muchos historiadores del arte y la arquitectura. Esto tiene que ver con que, a pesar de que ayudo y colaboro con arquitectos de renombre antes de terminar su licenciatura, dejó de ejercer casi a principios de 1980, para dedicarse, a lo que se piensa, fue el arte, convirtiéndose en un arquitecto olvidado.
Sin embargo, su trabajo no pasa del todo desapercibido. En el México de 1970, el arte contemporáneo y la arquitectura brutalista ganaron gran popularidad, y Edmundo Rodríguez supo utilizar esta inquietud.
Teniendo gran preferencia por la prefabricación y comodidad, Edmundo Rodríguez intervino con diseños de muebles de concreto en gran parte de las ciudades de México, destacándose por realizar bancas y juegos infantiles con un estilo que emanaba durabilidad, solidez, estandarización y neutralidad.
Como ejemplos, están las bancas y jardineras de la Plaza Concepción Cuepopan, las bancas campechanas en Campeche Nuevo, o las reconocidas bancas en el Parque Salesiano.
Un antiguo México VANGUARDISTA
Todos los diseños de Edmundo se muestran eficaces para solucionar problemas de mantenimiento, ergonomía y durabilidad, considerándose en ese entonces como vanguardistas y modernos, dependiendo del lugar donde se colocaron. Además, su realización era sencilla: consistía en moldes que eran llenados de concreto.
Claro que antes de retirarse, Edmundo Rodríguez participó en otras grandes obras, como el diseño del Deportivo Guelatao o el Deportivo Plateros. No obstante, su trabajo y obra en las bancas de los parques y jardines cambiaron para siempre la perspectiva de los espacios públicos, convirtiéndolos en lugares seguros, de descanso y encuentro dentro de la memoria colectiva.
Si visitas la CDMX y logras encontrar una de las bancas de Edmundo Rodríguez, no dudes en tomarte una foto con ellas. Y recuerda:
#NuncaDejesDeViajar
Asia
DÍA NACIONAL DEL LIBRO: celebra con LIBROS PROHIBIDOS
Este 12 de noviembre, México celebra el Día Nacional del Libro, celebrando a esas piezas de papel que han sido fundamentales en el desarrollo del mundo.
En 1979, México nombro el 12 de noviembre como el Día Nacional del Libro, esto para conmemorar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz: una de las escritoras más influyentes del país. Y es que, se lea desde donde se lea, el libro ha sido uno de los instrumentos de transmisión más importantes para México.
Ya sea por conocimiento, cultura o entretenimiento, si existe, seguramente salió de un libro. Es por eso que, para que celebres este día, te presentamos 3 libros que fueron prohibidos y censurados en México.
Historia FILOSÓFICA y POLÍTICA de las Indias – THOMAS RAYNALD
Publicada en 1770, esta enciclopedia consiste en un compilado de ensayos e información sobre el comercio de los imperios de la época. Aquí se habla de la expansión y las fuentes de riqueza de las antiguas ciudades. Como resultado, fue prohibido en México por la Santa Inquisición, ya que reveló información clasificada de las élites, como su uso de esclavitud o explotación de materias primas.
Siendo básicamente un manual para volverse rico en el siglo XVIII, esta enciclopedia debe estar en tu lista de lectura del Día Nacional del Libro.
TOMOCHIC – HERIBERTO FRÍAS
Continuando con la celebración del Día Nacional del Libro, nos encontramos con Temochic, una novela escrita en 1893 por el militar Heriberto Frías, donde se relata la represión, violencia e injusticias que se vivieron durante el porfiriato en la Guerra Civil de Tomochic: un pueblo en Chihuahua que fue devastado por la milicia gubernamental al no contar con la “imagen progresista” que buscaba Porfirio Díaz. Si bien este libro no fue oficialmente censurado, sí tuvo consecuencias graves, como la limitada difusión y represalias para el autor.
Los HIJOS de SÁNCHEZ – OSCAR LEWIS
Los Hijos de Sánchez es un libro publicado en 1961 que retrata y analiza -a partir de notas- la vida de una familia marginada de los años 50’s. Aquí, conocerás a Jesús Sánchez y sus cuatro hijos, y todos los retos que viven día a día para lograr sobrevivir. Sin embargo, en 1965 el licenciado Luis Castaño Morlet condenó la obra como obscena y denigrante para el México, y levantó una denuncia formal para su prohibición. Afortunadamente dicha denuncia no prosperó, pero sí que generó mala fama y poca difusión de la obra.
Algo rebelde para el Día Nacional del Libro… ¿no crees?
Día Nacional Del Libro
En la actualidad, México ha mantenido una expresión y difusión abierta en cuanto a libros nos referimos, logrando que la cultura y los saberes lleguen a todo el largo y ancho del país.
Disfruta y celebra tus párrafos favoritos este Día Nacional del Libro.
#NuncaDejesDeViajar
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