América
Un viaje de padre e hijo por Costa Rica: el “casado”, playas y recuerdos
Cada año viajo al extranjero con mi papá, esta ocasión fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica ¡Un viaje inolvidable!
Cada año mi papá y yo realizamos un viaje a algún país en el extranjero con el fin de probar y conocer nuevos lugares, esta vez fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica
Me entusiasmaba la idea de conocer otro país que no fuera México o Cuba, así que comenzamos a buscar hoteles y qué sitios iríamos a visitar en Costa Rica.
Mi papá quería relajarse y dejar atrás el estrés de la ciudad, por lo que buscaría playas para poder nadar y estar bajo el sol un buen rato.
Yo quería encontrar buenos restaurantes para poder conocer la gastronomía y los sabores de este viaje de padre e hijo por Costa Rica.
¡Manos a la obra!
Mi papá encontró los vuelos y el hotel en el que nos hospedaríamos, pero le propuse que, como Costa Rica tiene a un lado el Caribe y el Pacífico, fuéramos a ambas playas para saber la diferencia.
Él aceptó y buscamos hoteles u hostales en los que pudiéramos quedarnos por una noche y que contara con conexión a internet.
Comienza el viaje a Costa Rica
Para el viaje tuvimos que tomar dos vuelos, el primero a Panamá y cuándo aterrizamos, mi papá y yo entramos en conflicto, pues no sabíamos en dónde estaba la puerta por la que salía nuestro siguiente vuelo.
Teníamos una hora para encontrar el hangar y formarnos para entrar, pero íbamos de un lado al otro perdiendo el tiempo.
Hasta que un guardia nos señaló la forma rápida de llegar a la puerta, ¡Aún le agradezco! Afortunadamente pudimos llegar y abordamos el avión sin tanto problema…
Comenzaron las complicaciones en el viaje a Costa Rica
Perdimos el primer día de seis que estaríamos en nuestro viaje a Costa Rica debido a la revisión de maletas, y cuando nos entregaron las maletas ya eran las 9 de la noche.
Al salir del aeropuerto, tomamos un camión que nos dejaría en el centro de la capital.
El trayecto fue de unos 30 minutos aproximadamente, y cuando estuvimos en las calles de San José buscamos un taxi para poder llegar al hotel.
Lo malo fue que el taxista nos perdió ¡Y tardamos 1 hora más en llegar! No tuvimos oportunidad de hacer mucho.
El “casado”, la gastronomía de Costa Rica en el viaje familiar
El hambre no nos dejaba en paz, los mapas de los celulares no indicaban nada abierto y teníamos que aventurarnos a viborear entre las calles para encontrar algo.
Cómo un milagro, encontramos un local y aquí vendían “guisados” típicos de Costa Rica: casados, arroz, frijoles, pollo, pescado y res.
Probablemente tengas una pregunta, y la hice qué era el “casado” y resultó ser una “comida corrida” típica, incluye: arroz con plátano frito, ensalada de lechuga con jitomate, frijoles y un guisado.
Así que pedí uno con pollo y me lo entregaron en menos de 5 minutos, mi papá, pidió un plato con pollo y preguntó si había tortillas… y ¡Rápidamente nos identifican como mexicanos!
El “casado” venía acompañado de una salsa que los locales afirmaban picaba demasiado, pero al probarla en la carne del pollo no se sentía demasiado el picor, en fin, mexicanos.
El sabor del pollo se compensaba bastante con la salsa y el arroz, los tonos neutros de la ensalada hacían juego con los tonos salados y poco picantes de la carne.
El plátano encaja con el sabor neutro del arroz, pero ésta variante era más dulce, por lo que para los paladares delicados y no tolerantes al picante, el plátano será ideal para contrarrestar el sabor del chile.
El platillo de mi papá no parecía fuera de lo común, venía acompañado con ensalada solamente, y era parecido a un pollo frito, pero sin capear.
Con el estómago lleno nos regresamos al hotel y dormimos, ya que al día siguiente iríamos a Puerto Viejo, ya mi profesión gastronómica había tenido sus primeras experiencias.
Mochilazo en Puerto Viejo
Para llegar, tuvimos que tomar un autobús que nos llevara hasta allá, y ¡El viaje duraba 5 horas! Pues teníamos que llegar hasta el Caribe y nosotros estábamos en el centro.
El viaje no se hizo tan pesado, así que llegamos con energía y ganas de conocer Puerto Viejo, que la verdad es muy parecido a Cancún o Acapulco, como un viaje de padre e hijo por Costa Rica pero con esencia mexicana.
La gente es amable, el sol toca tu piel con gentileza, el calor hace que te de sed, la arena era suave, tersa y caliente, ¡Era como estar en casa!
Al bajar del autobús, buscamos el hostal en el que nos quedaríamos y desempacar las mochilas, pero antes pasamos a un mini súper, compramos un par de cervezas y unas cuantas botanas.
Fuimos a la playa y estuvimos bastante tiempo disfrutando de la relajación que tanto habíamos buscado, ¡Al fin! al anochecer buscamos un restaurante que nos habían recomendado los lugareños.
La Playa Negra era un establecimiento que ofrecía comida caribeña con el toque y sazón de Costa Rica, por lo que ya ansiaba probar dichos manjares.
Los manjares de la comida caribeña
Mi papá pidió un Cerdo en Salsa Caribeña y yo volví a pedir un Casado; la salsa del cerdo era agridulce, tenía tintes dulces y unos cuantos poco picantes.
La carne era suave y parecía estar marinada en una salsa similar ya que tenían un sabor parecido, aunque era ajeno a ella.
Venía acompañado de un tazoncito de frijoles negros, arroz blanco y ensalada.
Mi casado fue similar al de San José, sin embargo, lo probé con carne de res; el toque caribeño estaba presente en cada bocado, se sentía diferente al de la capital, más tradicional, y elaborado, ¡Un gran sabor!
Regresamos al hostal y vimos una película para quedarnos dormidos ya que al día siguiente iríamos en bicicleta a una de las playas vecinas, ¡Nuestro viaje a Costa Rica seguía!
Una bici que me lleva a todos lados
Siempre me ha gustado andar en bicicleta, pero casi nunca he podido, así que no desperdicié la oportunidad en nuestro viaje a Costa Rica, y le propuse a mi papá ir a pedalear un rato.
Rentamos unas bicicletas y nos fuimos por la mañana, pudimos admirar la vegetación de la selva y llegamos a la Playa Manzanillo.
Nos empapamos en la lluvia que salió de la nada, platicamos de muchas cosas, tomamos muchas fotos del camino, incluso disfrutamos de una bajada un tanto pronunciada.
Obviamente gritamos bastante y nos reímos de cómo sonábamos, ¡Nuestro viaje padre e hijo a Costa Rica estaba siendo una maravilla!
Llegamos a Manzanillo y resultó ser una reserva natural, caminamos por los senderos que iban y venían a las distintas playitas que había dentro de la reserva, ¡Y tomamos muchas fotos de éste maravilloso escenario!
Al terminar el día devolvimos las bicis, recogimos nuestras mochilas en el hostal y subimos al autobús para regresar a San José.
Ya que al día siguiente ¡Nos esperaba otra aventura!
Puntarenas, una visita en nuestro viaje a Costa Rica
Al día siguiente despertamos temprano y fuimos directo a la central camionera para llegar a Puntarenas, fue un viaje sin tantas complicaciones.
Llegando a nuestro destino, notamos que la experiencia sería totalmente diferente a lo que nosotros queríamos: el cielo estaba nublado, no había playas en las que pudiéramos estar.
Aún esperanzados de que todo fuera bien, caminamos en busca del hotel en el que nos quedaríamos.
Tomamos un camión que nos dejó en la esquina del hotel y entramos a registrarnos, éste era elegante y se veía que llevaba pocos años en funcionamiento, pues se veía limpio, nuevo y con poco uso.
Nuestra habitación y era enorme, tenía una cama King size, cafetera, un pequeño refrigerador y una televisión enorme; era la definición correcta del “cuarto perfecto para descansar”.
Continúa la experiencia gastronómica…
En el centro de la ciudad había varios restaurantes o “fondas”, entramos a una y nos atendió una señora muy amable, que nos llevó a nuestra mesa y nos reconoció como extranjeros.
Le recomendó a mi papá una sopa de mariscos, él accedió muy convencido de querer probar la sopa y yo volví a pedir un casado, ya teníamos una relación.
Mi casado fue diferente a los anteriores, en éste el arroz era amarillo, mi carne de cerdo estaba jugosa y se acoplaba bien a los demás sabores, los frijoles parecían estar refritos y hacían juego con el plátano frito.
Quedé maravillado de que los casados varían entre cada región o lugar; depende del toque personal o la manera de prepararlos lo que lo define.
La sopa de mi papá se veía diferente a lo que habíamos pensado; era un caldo blanco con cilantro encima, trozos de pescado dentro, y lo curioso del asunto ¡Lo servían con un plátano!
La mesera nos dijo que el plátano le daría más sabor a la sopa, mi papá le creyó y se lo agregó.
Lo comió sin tanto problema y al terminar dijo que el sabor del plátano no afectaba tanto al de la sopa, pues no era dulce sino neutro.
Regresamos al hotel y vimos una película, platicamos un rato y nos dormimos para el día siguiente ir a Playa Naranjo.
Una vista asombrosa en el ferry
Cuando despertamos, mi papá me comentó que el hotel incluía un desayuno de 7 am hasta las 11 am, nos cambiamos rápidamente y alistamos todo para llevarnos las mochilas con nosotros.
Pedimos indicaciones a la recepcionista sobre cómo llegar al ferry y resultó ser más rápido de lo que habíamos pensado.
Compramos los boletos y subimos a la parte superior del ferry para poder apreciar la marea, las olas y el mar, ¡Una gran experiencia!
El viaje fue de hora y media y cuando llegamos el guía del grupo comentó que había varias playas a las cuales ir, pero había que esperar un transporte.
Mi papá, como buen mexicano, dijo que lo haríamos a nuestra manera, así que caminamos al contrario que la gente que esperaba el transporte y encontramos un camino a una playa y un bar llamado “El Perla Negra”.
La playa y la medusa
Tomamos unas cuantas bebidas y nos hicimos amigos del dueño, quien nos platicó sobre sus ideas de hacer un hotel sobre el bar e incluso nos lo mostró.
Terminamos nuestras bebidas, bajamos a la playa tal y como el dueño nos había explicado, pero no era una playa como las que habíamos visitado, sino que tenía piedras en vez de fina arena y pasto cerca de la orilla.
Nos sentamos a platicar y el oleaje trajo una medusa; de lejos parecía una bolsa transparente pero cuando nos dimos cuenta sacamos los pies del agua para prevenir un accidente.
La sacamos del agua con ayuda de una rama que estaba cerca y la dejamos lejos de la orilla, por mera curiosidad recorrimos la costa viendo qué más podía haber, pero no encontramos nada excepto piedras porosas.
Nos sentamos a terminar de platicar y cuando dieron las 5 pm regresamos a donde estaba el ferry.
Con nuestras maletas en mano, subimos al pequeño barco y llegamos a Puntarenas de nuevo, solo para tomar aire y correr para tomar el camión a San José.
Último día: adiós, Costa Rica
Llegando al hotel arreglamos todo para regresar a México al día siguiente, pero le dije a mi papá “No nos podemos ir sin regresar a los casados del primer día”.
Fuimos de nuevo y encontramos a las mismas personas que nos atendieron la ocasión pasada, así que comenzamos a platicar sobre cómo había estado nuestro viaje y qué lugares habíamos visitado.
Nos dijeron que nuestros recorridos habían estado bien porque habíamos visitado lo más característico de cada lugar.
Para comer, mi papá pidió el mismo casado que yo, y ésta vez le agregué más salsa de la que debía, ¡Terminé enchilando demasiado y mi papá se empezó a reír de mí!
Ya era la hora de regresar
Por la mañana nos recomendaron un restaurante típico del centro en el que servían un “Hot Cake de maíz”, lo servían con crema, queso y su sabor era parecido a los panqués de elote que tenemos en Mexico
Era un platillo muy grande y muy delicioso, la crema y el queso le hacían juego porque le daban un toque fresco, cremoso y salado que contrastaba con la dulzura del maíz.
Cuando terminamos de desayunar, nos dirigimos al hotel por nuestras cosas y de ahí al aeropuerto, estuvimos esperando, hasta que nuestro vuelo estuvo listo para abordar y llegamos a Panamá.
Mi papá regresó por sus tenis que había visto en el vuelo de ida y parecía niño pequeño con su juguete nuevo.
Llegamos a la CDMX casi a las 11 pm y cuando finalmente estuvimos en casa, nos fuimos directamente a dormir.
Éste viaje a Costa Rica me dejó un recuerdo muy bonito junto a mi papá, sin dudarlo es uno de mis favoritos.
Atrévete a visitar Costa Rica y recuerda, ¡Nunca dejes de viajar!
América
7 Razones por las que el tren Via Rail Canada es la mejor opción para una luna de miel
Canadá se disfruta más en pareja ¡Con esos románticos paisajes!
Imagina embarcarte en un viaje donde cada kilómetro está impregnado de romance, aventura y belleza natural. El tren Via Rail Canada no es solo un medio de transporte; es una experiencia que une corazones mientras recorre las tierras más pintorescas de Canadá.
Desde Toronto hasta Vancouver, este icónico tren atraviesa montañas majestuosas, praderas doradas y lagos cristalinos, creando el escenario perfecto para una luna de miel inolvidable.
Con una duración de 4 días y 4 noches, el viaje incluye deliciosas comidas, entretenimiento a bordo y opciones de alojamiento para cada estilo y presupuesto, sus clases van desde Economy hasta Prestige. Este viaje promete mucho más que un traslado; es el comienzo de una historia de amor escrita en movimiento.
A continuación, te platicaremos de 7 razones por las que Via Rail Canada es tu opción ideal para iniciar una vida en pareja:
1. Paisajes de ensueño
Cada amanecer trae consigo una postal diferente: montañas imponentes que parecen tocar el cielo, ríos que reflejan la pureza de la naturaleza y valles que se extienden más allá del horizonte. Las vastas praderas canadienses, los bosques interminables y los lagos tranquilos crean una atmósfera casi mágica que despierta los sentidos y fomenta la conexión emocional.
Estos paisajes no solo nos deleitan la vista, sino que también nutren el alma, creando un espacio perfecto para compartir miradas, susurros y risas entre los dos que refuercen el amor que se han prometido. Viajar en el Via Rail Canada es como vivir dentro de un cuadro en constante cambio, uno donde cada pincelada invita a una nueva historia de amor que florece con cada kilómetro recorrido.
2. Un espacio para soñar juntos
El tren no solo es un lugar físico, sino también un refugio para los sueños y las conversaciones significativas. Mientras el mundo exterior desfila ante sus ojos, los viajeros pueden sumergirse en pensamientos profundos sobre el futuro que desean construir juntos.
Los paisajes en movimiento, acompañados por el suave traqueteo del tren, crean el ambiente ideal para hablar de sus aspiraciones, anhelos y metas compartidas. Este es un viaje que no solo une destinos, sino también corazones, fortaleciendo el vínculo en un entorno de tranquilidad y belleza incomparable. Cada momento se convierte en una invitación a planear un futuro lleno de aventuras compartidas.
3. Privacidad y conexión social
El Via Rail Canada ofrece un equilibrio perfecto entre intimidad y conexión social. En las cabinas privadas, las parejas pueden disfrutar de un espacio solo para ellos, donde el tiempo parece detenerse y cada momento se vive con mayor intensidad. Sin embargo, las áreas comunes también ofrecen oportunidades para socializar con otros viajeros, intercambiar historias y conocer nuevas perspectivas.
Ya sea compartiendo una cena en el elegante vagón comedor o admirando las vistas desde la sala de observación, cada interacción enriquece la experiencia del viaje. Esta combinación de privacidad y comunidad convierte al tren en un lugar donde el amor puede florecer mientras se comparten momentos únicos con otros viajeros.
4. Todo incluido para relajarse
La comodidad de tener todo incluido transforma el Via Rail Canada en un viaje sin preocupaciones. Desde exquisitas comidas gourmet elaboradas con ingredientes frescos hasta entretenimiento a bordo que incluye música en vivo, degustaciones de vino canadiense y juegos interactivos, todo está diseñado para deleitar a los pasajeros.
Esta experiencia sin estrés permite que las parejas se concentren en lo más importante: disfrutar de su tiempo juntos. Cada detalle está cuidadosamente planificado para garantizar que cada instante del viaje sea memorable, permitiendo a los recién casados desconectarse del mundo exterior y sumergirse completamente en su amor.
5. Para todos los gustos
El Via Rail Canada satisface los intereses y deseos de todo tipo de parejas. Para quienes aman la vibrante vida urbana, las ciudades de Toronto y Vancouver ofrecen una mezcla electrizante de cultura, gastronomía y entretenimiento.
Por otro lado, para aquellos que buscan tranquilidad, los paisajes naturales del trayecto proporcionan un escape perfecto de la rutina diaria. Esta diversidad asegura que cada pasajero encuentre algo que le apasione, ya sea explorar las maravillas de una gran ciudad o perderse en la serenidad de la naturaleza.
La magia del tren radica en su capacidad para ofrecer algo especial a cada pareja, haciendo de cada viaje una experiencia única y significativa.
6. Experiencias únicas
A bordo del Via Rail Canada, cada día trae consigo sorpresas y momentos irrepetibles. Desde observar las estrellas a través de la cúpula de cristal del vagón observatorio hasta degustar platos inspirados en la rica gastronomía canadiense, ¡las oportunidades para crear recuerdos inolvidables son innumerables!
Este viaje no es solo un medio de transporte, sino un escenario donde se desarrollan momentos especiales que no podrían vivirse en ningún otro lugar. La duración del trayecto permite a las parejas desconectar del mundo exterior y sumergirse por completo en su amor y en la experiencia única que ofrece el tren.
7. La magia del tren Via Rail Canada
Hay algo profundamente romántico en el movimiento constante del tren. Sus pausas y aceleraciones evocan las altas y bajas de la vida en pareja, recordando que cada momento, ya sea tranquilo o emocionante, tiene su propio valor.
Ese traqueteo y vibraciones del tren acompaña conversaciones, risas y silencios cómplices, creando una atmósfera que es a la vez nostálgica y emocionante. Viajar en el Via Rail Canada es una metáfora de la vida misma: impredecible, emocionante y llena de maravillas por descubrir. Este viaje es mucho más que un recorrido; es una celebración del amor y la aventura que espera a cada pareja.
Un viaje en el Via Rail Canada es mucho más que un recorrido. Es una declaración de amor a la aventura, a la naturaleza y al futuro que construyen juntos. Al embarcarse en esta travesía, no solo cruzan Canadá; cruzan un umbral hacia una vida llena de posibilidades.
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The Palm Beaches: El Paraíso que no sabías que necesitabas
Visita The Palm Beaches para una escapada diferente. Con playas impresionantes, opciones de bienestar y una rica oferta gastronómica.
The Palm Beaches se presenta como la opción ideal para quienes buscan un lugar donde disfrutar del clima cálido y un ambiente relajado. Este destino en Florida ofrece una combinación única de lujo y accesibilidad, perfecto para aquellos que desean una escapada diferente sin las multitudes típicas del verano. Con el sol asegurado y eventos interesantes a la vista, es un buen momento para cambiar la rutina y disfrutar del estilo que caracteriza a esta región.
Actividades para disfrutar al aire libre en The Palm Beaches
Uno de los grandes atractivos de The Palm Beaches son sus playas, pero más allá de sus orillas de arena suave, el destino cuenta con múltiples opciones para pasar el día. Los amantes del deporte pueden aprovechar el Palm Beach Lake Trail, una ruta ideal para andar en bicicleta mientras se contempla el impresionante paisaje costero. Este camino ofrece vistas de mansiones señoriales y la tranquila bahía. Si no llevas tu bicicleta, hay tiendas que rentan equipos por precios accesibles, como Palm Beach Bicycle Trail Shop en el centro de West Palm Beach.
Para los aficionados al golf, la región es un verdadero paraíso. PGA National Resort es uno de los destinos más icónicos, pero también hay pequeños campos escondidos que ofrecen tranquilidad y belleza, como The Park en West Palm Beach. Estos lugares no solo se destacan por la calidad de sus greens, sino también por la paz que se respira en sus entornos.
Explorar la naturaleza y la historia en Jupiter, de The Palm Beaches
Al norte de The Palm Beaches, la ciudad costera de Jupiter es un lugar que merece la pena conocer. Con sus paisajes naturales y una rica historia, este rincón de Florida tiene algo especial. Uno de sus emblemas es el Jupiter Inlet Lighthouse & Museum, un faro rojo imponente que data de mediados del siglo XIX. Subir sus escaleras ofrece una vista espectacular del océano y el río, un recordatorio del pasado náutico de la región. En los alrededores, los parques naturales como Riverbend Park te invitan a desconectar del mundo y disfrutar de la serenidad que ofrecen sus senderos y ríos.
Eventos de bienestar y gastronomía que no te puedes perder
Si el bienestar es tu prioridad, entonces marca en tu calendario el evento Eudēmonia, que tendrá lugar del 1 al 3 de noviembre. Esta cumbre de bienestar está pensada para ayudar a los asistentes a encontrar el equilibrio a través de talleres y charlas impartidas por expertos de renombre. Será una oportunidad única para aprender y relajarse en un entorno que combina lo mejor de la naturaleza y la tranquilidad que ofrece este destino.
Para los amantes de la buena comida, septiembre es un mes excelente para visitar The Palm Beaches. Durante todo el mes se celebran eventos como Flavor South Florida y Downtown Delray Beach Restaurant Month, donde los restaurantes locales ofrecen menús especiales a precios fijos. Es la ocasión perfecta para degustar lo mejor de la cocina local, desde platos frescos del mar hasta interpretaciones modernas de clásicos de la gastronomía.
Hoteles y resorts que redefinen el lujo
La oferta hotelera en The Palm Beaches no deja de crecer, y nuevos resorts están elevando el nivel del lujo en la región. Amrit Ocean Resort, ubicado frente al Atlántico, es un refugio de bienestar que destaca por sus instalaciones modernas, como su circuito termal y spa que se extiende a lo largo de cuatro plantas. Este espacio ofrece una combinación de tratamientos de hidroterapia y bienestar, pensados para revitalizar tanto el cuerpo como la mente.
Si prefieres un resort con historia, The Breakers Palm Beach es una opción icónica. Este resort, ubicado frente al mar, ha renovado recientemente sus instalaciones de tenis y raqueta, añadiendo pistas de última generación y exclusivas cabañas para los huéspedes. Es un lugar que combina el encanto del pasado con las comodidades modernas, perfecto para quienes buscan una estancia activa y elegante.
Opciones para todos los presupuestos
Aunque The Palm Beaches es conocido por su lujo, también ofrece opciones accesibles. Palm Beach Marriott Singer Island Beach Resort & Spa es un excelente ejemplo de esto. Con suites frente al mar y un enfoque en el bienestar, este resort ofrece promociones que incluyen tratamientos de spa y champán de bienvenida, sin sacrificar la exclusividad que caracteriza al destino.
Para quienes buscan una experiencia en la ciudad, The Ray Hotel Delray Beach es una opción urbana con un toque artístico. Este hotel se encuentra en el corazón del distrito artístico de Pineapple Grove y ofrece una mezcla de diseño contemporáneo, un lounge en la azotea y una piscina infinita. Además, cuentan con ofertas especiales que incluyen créditos para comida y bebida, haciendo que la estancia sea aún más atractiva.
Un destino que invita a descubrir cada rincón
Ya sea explorando sus playas, disfrutando de su historia o probando su variada oferta gastronómica, The Palm Beaches tiene mucho que ofrecer. Es un lugar donde el lujo y la tranquilidad conviven en perfecta armonía, haciendo que cada visita sea una oportunidad para descubrir algo nuevo y especial.
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Estrellas MICHELIN de MIAMI BEACH: Sabor y DELEITE
Miami ha sido consolidada como una de las ciudades más importantes para el turismo. Sus playas, cultura y animada vida nocturna logran, cada año, atraer a cientos de turistas a recorrer sus calles, nadar en sus olas, y ¿por qué no? fascinarse por sus delicias gastronómicas.
Creemos que, desde hace ya un tiempo, ha quedado claro que Miami es más que una playa. Su encanto natural desborda una esencia que atrae a la gente para conocer nuevas experiencias, nuevas artes y estilos de vida, creando un encuentro cultural único que ha impactado en toda la ciudad… y especialmente, en su cocina. Galardonada con el asombroso número de 14 estrellas que circulan dentro de 13 restaurantes, te presentamos los mejores 5 lugares imperdibles para comer con estrellas Michelin de Miami Beach:
BOAI DE… LA ALTA COCINA ITALIANA
Custodiado por los chefs Luciana Giangrandi y Alex Meyer, Boai De es un pequeño restaurante dedicado a la cocina italiana moderna. Aquí lo que se destaca es la innovación: las zanahorias se sirven con piñón y crema fresca, y la ternera con un crumble de ajo que se deshace en la boca.
Cuentan con unas pequeñas mesas que se extienden desde el interior hasta el exterior del local, pero también hay una barra para el degustador solitario. Con una estrella Michelin que reconoce sus delicias, el Boia De se llena de comensales desde que abre hasta que cierra.
HIDEN… EL EXCLUSIVO CUARTO SECRETO
Hiden, o lo que se traduce como “Oculto”, es un pequeñísimo restaurante especializado en exquisiteces japonesas. El lugar cuenta con solo 8 asientos (dijimos que era un espacio pequeño), donde el maestro y chef Seijun Okano ofrece una experiencia omakase única.
Para los que son nuevos en la comida japonesa, omakase es una expresión que se traduce como “lo dejo en tus manos”, por lo que se le otorga al chef de preparar lo que él quiera. Su menú es cambiante. El chef Okano solo utiliza ingredientes frescos y de temporada, lo que lo ha hecho conseguir una brillante estrella Michelin.
LOS FÉLIX… MÉXICO Y SU ARTE
México no se queda fuera de este galardón. Los Félix es un restaurante especializado en la gastronomía mexicana multisensorial. Todos los ingredientes son nativos de México, y los vinos son biodinámicos, es decir, con aditivos químicos, resaltando sabores únicos en cada trago.
Aquí se sirven delicias clásicas, como tacos al pastor o tamales, pero también cosas más atrevidas, como tostadas de cachete de cerdo, o mole de betabel. Con un entorno juvenil, musical y en su totalidad, artístico, Los Félix han logrado obtener una de las estrellas Michelin de Miami Beach.
ARIETE… LA COMBINACIÓN AMERICOFRANESA
Ariete es un restaurante que combina, de forma única, dos de las gastronomías más importantes del mundo: la francesa y la americana. Con el chef Michael Beltrán a la cabeza de la estufa, Ariete sirve platillos como buñuelos con plátano y helado de horchata, o trucha escocesa, con mantequilla y coco.
Pero sin duda, aquí la especialidad es su pato a la plancha, que se marida en seco durante 14 días, y después se glasea con guarapo y miel, acompañado de semillas, calabazas asadas y salsa de setas silvestres. Este manjar aportó mucho a que Ariete fuera galardonado con la estrella Michelin.
ENTRENOS… UN HIMNO A FLORIDA
Cuando los chefs Evan Burgess y Osmel González decidieron poner un restaurante, tenían una idea muy clara en mente: honrar a los agricultores, pescadores y ganaderos de Florida. Fue así como nació EntreNos, un restaurante enfocado en su totalidad a la cocina local. Sus ingredientes son de la región, buscando minimizar el desperdicio que puede provocar su transporte, y como se mencionó, su apoyo va directamente a los productores floridanos.
Su estrella Michelin festeja platillos como su ensalada de frutas tropicales de hueso, con mamey, mango, carambola, aguacate y más. O sus ostras fritas, que se decoran con migas de papa y coliflor de conserva. Y de sus postres ni hablar… podrás probar un helado de mamey con espuma de queso, o uno de mango con caramelo y pimienta negra. Toda una delicia, y además sustentable.
Ganar una estrella Michelin es un símbolo de sazón, sabor y mucho trabajo duro. Aquí lo que cuenta es la pasión por la que se cocina; misma pasión que se desborda en cada plato que se sirve a la mesa. Si quieres conocer y descubrir los mejores sabores del mundo, tu próxima parada la podrás encontrar en las estrellas Michelin de Miami Beach.
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