América
Un viaje de padre e hijo por Costa Rica: el “casado”, playas y recuerdos
Cada año viajo al extranjero con mi papá, esta ocasión fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica ¡Un viaje inolvidable!
Cada año mi papá y yo realizamos un viaje a algún país en el extranjero con el fin de probar y conocer nuevos lugares, esta vez fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica

Me entusiasmaba la idea de conocer otro país que no fuera México o Cuba, así que comenzamos a buscar hoteles y qué sitios iríamos a visitar en Costa Rica.

Mi papá quería relajarse y dejar atrás el estrés de la ciudad, por lo que buscaría playas para poder nadar y estar bajo el sol un buen rato.

Yo quería encontrar buenos restaurantes para poder conocer la gastronomía y los sabores de este viaje de padre e hijo por Costa Rica.
¡Manos a la obra!
Mi papá encontró los vuelos y el hotel en el que nos hospedaríamos, pero le propuse que, como Costa Rica tiene a un lado el Caribe y el Pacífico, fuéramos a ambas playas para saber la diferencia.

Él aceptó y buscamos hoteles u hostales en los que pudiéramos quedarnos por una noche y que contara con conexión a internet.
Comienza el viaje a Costa Rica
Para el viaje tuvimos que tomar dos vuelos, el primero a Panamá y cuándo aterrizamos, mi papá y yo entramos en conflicto, pues no sabíamos en dónde estaba la puerta por la que salía nuestro siguiente vuelo.
Teníamos una hora para encontrar el hangar y formarnos para entrar, pero íbamos de un lado al otro perdiendo el tiempo.

Hasta que un guardia nos señaló la forma rápida de llegar a la puerta, ¡Aún le agradezco! Afortunadamente pudimos llegar y abordamos el avión sin tanto problema…
Comenzaron las complicaciones en el viaje a Costa Rica
Perdimos el primer día de seis que estaríamos en nuestro viaje a Costa Rica debido a la revisión de maletas, y cuando nos entregaron las maletas ya eran las 9 de la noche.
Al salir del aeropuerto, tomamos un camión que nos dejaría en el centro de la capital.

El trayecto fue de unos 30 minutos aproximadamente, y cuando estuvimos en las calles de San José buscamos un taxi para poder llegar al hotel.

Lo malo fue que el taxista nos perdió ¡Y tardamos 1 hora más en llegar! No tuvimos oportunidad de hacer mucho.
El “casado”, la gastronomía de Costa Rica en el viaje familiar
El hambre no nos dejaba en paz, los mapas de los celulares no indicaban nada abierto y teníamos que aventurarnos a viborear entre las calles para encontrar algo.

Cómo un milagro, encontramos un local y aquí vendían “guisados” típicos de Costa Rica: casados, arroz, frijoles, pollo, pescado y res.
Probablemente tengas una pregunta, y la hice qué era el “casado” y resultó ser una “comida corrida” típica, incluye: arroz con plátano frito, ensalada de lechuga con jitomate, frijoles y un guisado.

Así que pedí uno con pollo y me lo entregaron en menos de 5 minutos, mi papá, pidió un plato con pollo y preguntó si había tortillas… y ¡Rápidamente nos identifican como mexicanos!

El “casado” venía acompañado de una salsa que los locales afirmaban picaba demasiado, pero al probarla en la carne del pollo no se sentía demasiado el picor, en fin, mexicanos.
El sabor del pollo se compensaba bastante con la salsa y el arroz, los tonos neutros de la ensalada hacían juego con los tonos salados y poco picantes de la carne.

El plátano encaja con el sabor neutro del arroz, pero ésta variante era más dulce, por lo que para los paladares delicados y no tolerantes al picante, el plátano será ideal para contrarrestar el sabor del chile.

El platillo de mi papá no parecía fuera de lo común, venía acompañado con ensalada solamente, y era parecido a un pollo frito, pero sin capear.
Con el estómago lleno nos regresamos al hotel y dormimos, ya que al día siguiente iríamos a Puerto Viejo, ya mi profesión gastronómica había tenido sus primeras experiencias.

Mochilazo en Puerto Viejo
Para llegar, tuvimos que tomar un autobús que nos llevara hasta allá, y ¡El viaje duraba 5 horas! Pues teníamos que llegar hasta el Caribe y nosotros estábamos en el centro.

El viaje no se hizo tan pesado, así que llegamos con energía y ganas de conocer Puerto Viejo, que la verdad es muy parecido a Cancún o Acapulco, como un viaje de padre e hijo por Costa Rica pero con esencia mexicana.

La gente es amable, el sol toca tu piel con gentileza, el calor hace que te de sed, la arena era suave, tersa y caliente, ¡Era como estar en casa!

Al bajar del autobús, buscamos el hostal en el que nos quedaríamos y desempacar las mochilas, pero antes pasamos a un mini súper, compramos un par de cervezas y unas cuantas botanas.

Fuimos a la playa y estuvimos bastante tiempo disfrutando de la relajación que tanto habíamos buscado, ¡Al fin! al anochecer buscamos un restaurante que nos habían recomendado los lugareños.
La Playa Negra era un establecimiento que ofrecía comida caribeña con el toque y sazón de Costa Rica, por lo que ya ansiaba probar dichos manjares.

Los manjares de la comida caribeña
Mi papá pidió un Cerdo en Salsa Caribeña y yo volví a pedir un Casado; la salsa del cerdo era agridulce, tenía tintes dulces y unos cuantos poco picantes.

La carne era suave y parecía estar marinada en una salsa similar ya que tenían un sabor parecido, aunque era ajeno a ella.
Venía acompañado de un tazoncito de frijoles negros, arroz blanco y ensalada.

Mi casado fue similar al de San José, sin embargo, lo probé con carne de res; el toque caribeño estaba presente en cada bocado, se sentía diferente al de la capital, más tradicional, y elaborado, ¡Un gran sabor!
Regresamos al hostal y vimos una película para quedarnos dormidos ya que al día siguiente iríamos en bicicleta a una de las playas vecinas, ¡Nuestro viaje a Costa Rica seguía!

Una bici que me lleva a todos lados
Siempre me ha gustado andar en bicicleta, pero casi nunca he podido, así que no desperdicié la oportunidad en nuestro viaje a Costa Rica, y le propuse a mi papá ir a pedalear un rato.

Rentamos unas bicicletas y nos fuimos por la mañana, pudimos admirar la vegetación de la selva y llegamos a la Playa Manzanillo.
Nos empapamos en la lluvia que salió de la nada, platicamos de muchas cosas, tomamos muchas fotos del camino, incluso disfrutamos de una bajada un tanto pronunciada.
Obviamente gritamos bastante y nos reímos de cómo sonábamos, ¡Nuestro viaje padre e hijo a Costa Rica estaba siendo una maravilla!

Llegamos a Manzanillo y resultó ser una reserva natural, caminamos por los senderos que iban y venían a las distintas playitas que había dentro de la reserva, ¡Y tomamos muchas fotos de éste maravilloso escenario!
Al terminar el día devolvimos las bicis, recogimos nuestras mochilas en el hostal y subimos al autobús para regresar a San José.
Ya que al día siguiente ¡Nos esperaba otra aventura!

Puntarenas, una visita en nuestro viaje a Costa Rica
Al día siguiente despertamos temprano y fuimos directo a la central camionera para llegar a Puntarenas, fue un viaje sin tantas complicaciones.
Llegando a nuestro destino, notamos que la experiencia sería totalmente diferente a lo que nosotros queríamos: el cielo estaba nublado, no había playas en las que pudiéramos estar.

Aún esperanzados de que todo fuera bien, caminamos en busca del hotel en el que nos quedaríamos.
Tomamos un camión que nos dejó en la esquina del hotel y entramos a registrarnos, éste era elegante y se veía que llevaba pocos años en funcionamiento, pues se veía limpio, nuevo y con poco uso.
Nuestra habitación y era enorme, tenía una cama King size, cafetera, un pequeño refrigerador y una televisión enorme; era la definición correcta del “cuarto perfecto para descansar”.

Continúa la experiencia gastronómica…
En el centro de la ciudad había varios restaurantes o “fondas”, entramos a una y nos atendió una señora muy amable, que nos llevó a nuestra mesa y nos reconoció como extranjeros.
Le recomendó a mi papá una sopa de mariscos, él accedió muy convencido de querer probar la sopa y yo volví a pedir un casado, ya teníamos una relación.
Mi casado fue diferente a los anteriores, en éste el arroz era amarillo, mi carne de cerdo estaba jugosa y se acoplaba bien a los demás sabores, los frijoles parecían estar refritos y hacían juego con el plátano frito.

Quedé maravillado de que los casados varían entre cada región o lugar; depende del toque personal o la manera de prepararlos lo que lo define.
La sopa de mi papá se veía diferente a lo que habíamos pensado; era un caldo blanco con cilantro encima, trozos de pescado dentro, y lo curioso del asunto ¡Lo servían con un plátano!
La mesera nos dijo que el plátano le daría más sabor a la sopa, mi papá le creyó y se lo agregó.

Lo comió sin tanto problema y al terminar dijo que el sabor del plátano no afectaba tanto al de la sopa, pues no era dulce sino neutro.
Regresamos al hotel y vimos una película, platicamos un rato y nos dormimos para el día siguiente ir a Playa Naranjo.

Una vista asombrosa en el ferry
Cuando despertamos, mi papá me comentó que el hotel incluía un desayuno de 7 am hasta las 11 am, nos cambiamos rápidamente y alistamos todo para llevarnos las mochilas con nosotros.
Pedimos indicaciones a la recepcionista sobre cómo llegar al ferry y resultó ser más rápido de lo que habíamos pensado.
Compramos los boletos y subimos a la parte superior del ferry para poder apreciar la marea, las olas y el mar, ¡Una gran experiencia!

El viaje fue de hora y media y cuando llegamos el guía del grupo comentó que había varias playas a las cuales ir, pero había que esperar un transporte.
Mi papá, como buen mexicano, dijo que lo haríamos a nuestra manera, así que caminamos al contrario que la gente que esperaba el transporte y encontramos un camino a una playa y un bar llamado “El Perla Negra”.

La playa y la medusa
Tomamos unas cuantas bebidas y nos hicimos amigos del dueño, quien nos platicó sobre sus ideas de hacer un hotel sobre el bar e incluso nos lo mostró.
Terminamos nuestras bebidas, bajamos a la playa tal y como el dueño nos había explicado, pero no era una playa como las que habíamos visitado, sino que tenía piedras en vez de fina arena y pasto cerca de la orilla.

Nos sentamos a platicar y el oleaje trajo una medusa; de lejos parecía una bolsa transparente pero cuando nos dimos cuenta sacamos los pies del agua para prevenir un accidente.

La sacamos del agua con ayuda de una rama que estaba cerca y la dejamos lejos de la orilla, por mera curiosidad recorrimos la costa viendo qué más podía haber, pero no encontramos nada excepto piedras porosas.

Nos sentamos a terminar de platicar y cuando dieron las 5 pm regresamos a donde estaba el ferry.
Con nuestras maletas en mano, subimos al pequeño barco y llegamos a Puntarenas de nuevo, solo para tomar aire y correr para tomar el camión a San José.
Último día: adiós, Costa Rica
Llegando al hotel arreglamos todo para regresar a México al día siguiente, pero le dije a mi papá “No nos podemos ir sin regresar a los casados del primer día”.
Fuimos de nuevo y encontramos a las mismas personas que nos atendieron la ocasión pasada, así que comenzamos a platicar sobre cómo había estado nuestro viaje y qué lugares habíamos visitado.

Nos dijeron que nuestros recorridos habían estado bien porque habíamos visitado lo más característico de cada lugar.
Para comer, mi papá pidió el mismo casado que yo, y ésta vez le agregué más salsa de la que debía, ¡Terminé enchilando demasiado y mi papá se empezó a reír de mí!

Ya era la hora de regresar
Por la mañana nos recomendaron un restaurante típico del centro en el que servían un “Hot Cake de maíz”, lo servían con crema, queso y su sabor era parecido a los panqués de elote que tenemos en Mexico
Era un platillo muy grande y muy delicioso, la crema y el queso le hacían juego porque le daban un toque fresco, cremoso y salado que contrastaba con la dulzura del maíz.

Cuando terminamos de desayunar, nos dirigimos al hotel por nuestras cosas y de ahí al aeropuerto, estuvimos esperando, hasta que nuestro vuelo estuvo listo para abordar y llegamos a Panamá.
Mi papá regresó por sus tenis que había visto en el vuelo de ida y parecía niño pequeño con su juguete nuevo.
Llegamos a la CDMX casi a las 11 pm y cuando finalmente estuvimos en casa, nos fuimos directamente a dormir.

Éste viaje a Costa Rica me dejó un recuerdo muy bonito junto a mi papá, sin dudarlo es uno de mis favoritos.
Atrévete a visitar Costa Rica y recuerda, ¡Nunca dejes de viajar!

América
6 LUGARES para una ESCAPADA de INVIERNO en Arizona este 2025
Desde esquí por montañas cubiertas de nieve hasta un cálido y divertido paseo por el Expreso Polar… Aquí el invierno se vive a lo grande.
Arizona, Estados Unidos, es uno de los destinos favoritos para los viajeros que buscan disfrutar del invierno a lo grande, pues su ambiente gélido ofrece un montón de emocionantes actividades. Aquí la magia navideña se anticipa y se reparte a lo largo y ancho de sus ciudades… Es por eso que, para saber qué hacer durante el invierno en Arizona, te dejamos 6 opciones imperdibles:

Disfruta de la NAVIDAD en el FAIRMONT SCOTTSDALE PRINCESS
Este 2025, entre el 21 de noviembre y el 3 de enero, el espíritu navideño transformará por completo al resort Fairmont Scottsdale Princess, en la ciudad de Scottsdale. Este hermoso lugar te ofrece la oportunidad de pasear entre más de 10 millones de luces que decorarán el desierto. También podrás patinar en una pista de hielo de 500 metros cuadrados, o subir a una rueda de la fortuna de 40 metros de altura.

Y, entre tanta magia, podrás encontrarte con Santa Claus y otros seis personajes navideños, que con sus ocurrencias te robarán más de una sonrisa. Y lo mejor de todo es que no es necesario que te hospedes en Fairmont Scottsdale Princess para disfrutar de estas noches mágicas, pues existen pases de un solo día que te permiten el acceso a sus decenas de sorpresas.

El Expreso Polar del GRAND CANYON RAILWAY
Si eres amante de las historias navideñas, seguramente recuerdes “El Expreso Polar”: Esa película animada del 2004 dirigida por Robert Zemeckis e inspirada en el libro infantil de Chris Van Allsburg, en la que un niño se aventura a un extraño viaje que pone a prueba su fe en Santa Klaus. Pues, vivir la experiencia del Expreso Polar es posible durante el invierno en Arizona.

Con un trayecto nocturno en Williams, Arizona, el Expreso Polar te ofrece un viaje de aproximadamente hora y media, en el que disfrutarás de galletas, chocolate caliente y villancicos, mientras Santa Claus aborda el tren, escucha los deseos de los niños y reparte regalos.
Ahora que, si deseas una experiencia totalmente inmersiva, te recomendamos considerar el paquete que incluye un hospedaje en el Grand Canyon Railway Hotel, que se encuentra atrás de la estación de tren de Williams, y que volverá tu Navidad en un recuerdo inolvidable. Puedes reservar tu lugar desde la página oficial de Grand Cayon Railway Hotel.

ESQUÍ y SNOWBOARD en Arizona Snowbowl
Ubicado en las montañas San Francisco Peaks, a unos 20 minutos de Flagstaff, se encuentra Arizona Snowbowl: uno de los centros de esquí más divertidos que podrás encontrar en Arizona. Este recinto ofrece más de 50 pistas y terrain parks para freestyle.

Pero si no sabes esquiar —y tampoco quieres intentarlo este año—, puedes subir en góndola solo para disfrutar del paisaje, que ofrece vistas hermosas al Gran Cañón. La fecha de inicio de la temporada invernal en Arizona Snowbowl arrancará el 21 de noviembre del 2025, pero esto puede cambiar de acuerdo al clima.

SUNRISE PARK: El resort más grande de ARIZONA
En las montañas blancas de Arizona, te puedes encontrar con Sunrise Park, que es considerado como el resort más grande de Arizona. En él, el invierno se vuelve una fecha divertida y emocionante. Y es que aquí te encontrarás con más de 65 pistas para esquiadores de todos los niveles. Pero además de esquí y snowboard, Sunrise Park también ofrece tubing y caminatas en la nieve. La venta de pases para la temporada 25/26 arrancó el 4 de octubre.

MOUNT LEMMON SKI VALLEY: el lugar perfecto para ESQUIAR en PAREJA
A poco menos de una hora en auto desde Tucson, se encuentra Mount Lemmon Ski Valley, que es considerada como la estación de esquí más cercana al sur de Estados Unidos. Se trata de un pequeño y encantador resort con 22 pistas de esquí. Su ambiente cálido y tranquilo lo convierten en un lugar íntimo para esquiar en pareja sin ser molestado. Además, muy cerca se encuentra Summerhaven: un pintoresco pueblito de montaña con hermosos restaurantes y tiendas.

EXPERIENCIAS fuera de la NIEVE
Si durante el invierno en Arizona buscas estar lo más alejado posible de la nieve, entonces tienes que conocer estos dos lugares. El primero es la Arizona Nordic Village: un centro cultural perfecto para mirar el esquí de fondo, dar paseos en raquetas de nieve o recorrer los pueblos en fat bikes, a través de más de 40 kilómetros de senderos.

El segundo lugar es el Hannagan Meadow Lodge: un resort que combina hospedaje en cabañas con actividades como pesca en hielo y trineos. Aquí el invierno se disfruta con chocolates calientes, paisajes hermosos y la espera de la nieve llenando los bordes de las ventanas.

Disfrutando del INVIERNO en ARIZONA
Finalmente, si eres un amante de las compras, Arizona será un paraíso para ti, pues durante la temporada invernal, podrás encontrarte con un montón de ofertas en centros comerciales del estado como: Tucson Premium Outlets, Phoenix Premium Outlets, Tanger Outlets, Tempe Marketplace, Outlets at Anthem.
Así que prepárate para tu próxima escapada invernal y descubre la cara navideña de Arizona este 2025. ❖

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The COLLETTSVILLE CUP HOUSE: La casa con más de 30 MIL TAZAS en medio del BOSQUE
Esta cabañita en Carolina del Norte te muestra cómo una simple afición pudo transformarse en un símbolo local bastante interesante…
Ubicada en Old Johns River Rd, Collettsville en Carolina del Norte, se encuentra una de las atracciones de carretera más surrealistas que podrás visitar en tu vida. Para llegar a ella tendrás que adentrarte en un entorno boscoso, lejano y lleno de naturaleza, que es el escenario en donde se encuentra The Collettsville Cup House: una de las casas más extrañas y divertidas de Estados Unidos.

El PARAÍSO de las TAZAS
“The Collettsville Cup House” —también conocida como “The House of Mugs”— es una de las atracciones más acogedoras del condado de Collettsville. Se trata de una cabaña completamente cubierta de tazas de café… La creación de este sitio empezó en el verano del año 2000, cuando Avery Sisk, sin ninguna razón aparente, decidió colgar tazas en la fachada de su cabaña utilizando clavos fijados en diagonal.

Muchos se preguntan por qué Avery tendría tantas tazas; sin embargo, a Avery no le gustaban particularmente las tazas; ni si quiera era un bebedor frecuente de café. La razón es más sencilla de lo que parece: un día buscando una lámpara en un mercado de pulgas, se encontró con una oferta irresistible: 750 tazas por $15 dólares. Eso innegablemente soluciona su relación con las tazas, que cuando las hay en abundancia, es difícil decidir qué hacer con ellas.

La primera taza que colgó Avery era una de souvenir que decía “Amo Nueva Jersey” (aunque recordemos que la casa se encuentra en Carolina del Norte). A Avery le gustó tanto cómo lucía aquella primera taza, que pronto comenzó a frecuentar mercados y tiendas de segunda mano para que su colección creciera. Y vaya que creció, pues lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió en una afición fuera de control.
La última vez que Avery contó el total de tazas de café, sumaban 30,000. Después de eso, viajeros de todas partes del mundo también traían sus propias tazas para dejarlas clavadas en la cabaña.

The COLLETTSVILLE CUP HOUSE y la belleza de las TAZAS
Con una enorme colección que posa en el exterior de la cabaña, The Collettsville Cup House cuenta con tazas de todas formas, tamaños y colores, venidas de todas partes del mundo. Ahora ya no solo hay tazas en la fachada; también hay tazas en la valla, en los árboles e incluso en una pequeña construcción de madera cerca, que también fue dominada por la rara colección.

Lamentablemente, Avery falleció en marzo del 2023 a los 81 años, pero sin duda, nos dejó de recuerdo una de las atracciones más auténticas e inigualables del turismo. En la actualidad, la casa es cuidada y mantenida por sus hijos y esposa, que, en su tiempo, apoyaron la afición de Avery, y que ahora reciben con familiaridad a los escasos visitantes que dan con The Collettsville Cup House en medio del bosque.
Además, pueden invitarte al interior de la casa para platicar, ver más tazas y otras raras colecciones.

¿Qué hacer en la CASA de las TAZAS?
El principal atractivo en The Collettsville Cup House es, sin duda, pasear por el lugar y observar la gran variedad de tazas que cubren cada rincón del inmueble. Como dijimos, hay una enorme variedad de formas, tamaños y estampados que van más allá de la imaginación de un ser humano normal. Visitarla no tiene ningún costo, pero siempre es buena idea apoyar a la familia con alguna propina para el mantenimiento del sitio.

Así que, si tienes pensado visitar esta curiosa cabaña, no olvides llevar contigo tu propia taza, y si encuentras algún clavo disponible, añádela a la colección. Porque sí, la familia de Avery sigue fomentando el crecimiento de The Cup House. Además, puedes firmar y dejar algún comentario en el libro de visitas, lo que dejará tu marca por siempre en uno de los sitios más impresionantes de Estados Unidos… ❖

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Entre FALDAS y GOLPES: Así son las espectaculares LUCHAS de CHOLITAS
En el Alto, Bolivia, cada domingo se enciende un espectáculo que demuestra que la lucha también puede tener identidad, historia y mucha pasión.
Si algo es común de la cultura andina boliviana, seguramente son las cholitas: esas mujeres trenzadas con hermosas polleras y bombín, que son icónicas de las etnias aymara y quechua. Usualmente, estas mujeres habían estado encajonadas en un ritmo de vida que incluía la crianza de niños, madres de casa, vendedoras y artesanas… Pero allá por el año 2000, las cosas dieron un giro, dejándonos como resultado las famosas luchas de cholitas.

¿Qué son las LUCHAS de CHOLITAS?
La lucha libre de cholitas nació a principios de los años 2000, como una forma de protesta y visualización femenina dentro de un ámbito dominado por hombres. Inspiradas en la lucha libre mexicana, las cholitas adaptaron este deporte al contexto andino, mezclando el espectáculo con una poderosa reivindicación social…

Cada combate es más que entretenimiento: es una representación simbólica de la resistencia y la fortaleza de la mujer indígena boliviana. En el ring, las cholitas se enfrentan con movimientos acrobáticos, saltos espectaculares y coreografías que dejan sin aliento al público.

POLLERAS, trenzas y PODER: Identidad que se DEFIENDE
Lo más llamativo del espectáculo es que las luchadoras no dejan de lado su identidad cultural. Las cholitas pelean con sus coloridas polleras, largas trenzas y blusas bordadas, lo que añade un toque visual único al show.

Sus nombres de batalla, como “Martha la Andina” o “Juanita la Imbatible”, evocan tanto poder como orgullo. Cada presentación combina humor, drama y acción, mientras el público grita y aplaude con emoción. La mezcla entre teatro popular y lucha libre convierte este show en un ícono del turismo cultural boliviano.
EL ALTO: Donde las cholitas se VUELVEN LEYENDA
El epicentro de este fenómeno está en la ciudad de El Alto, a pocos minutos de La Paz. Los combates se realizan principalmente los domingos por la tarde en el Coliseo 12 de Octubre, aunque también hay funciones especiales para visitantes. Por cierto, aunque el coliseo se marque en los mapas con un cierre permanente, este está abierto y más vivo que nunca…

Los boletos pueden comprarse directamente en agencias locales o en la entrada del coliseo. Los precios oscilan entre $40 y $80 pesos bolivianos ($40 a $215 MXN / $6 a $12 USD) e incluyen transporte desde La Paz, guía turístico y, en algunos casos, una foto con las cholitas.

Consejos para vivir la LUCHA de CHOLITAS
Asistir a la lucha de cholitas es una de las experiencias más auténticas de Bolivia. Se recomienda llegar temprano, llevar abrigo (El Alto tiene un clima frío) y disfrutar el espectáculo con respeto. Las cámaras son bienvenidas, pero lo ideal es vivir el momento y sumarse a la energía del público.
Más que una simple función de lucha libre, este evento celebra el poder de las mujeres indígenas y su lucha constante por el reconocimiento.

Cuando la CULTURA pelea su LUGAR
La lucha de cholitas no solo es un espectáculo deportivo: es una declaración de identidad y resiliencia. En cada salto y cada golpe, hay una historia de superación. Estas mujeres han transformado la tradición en arte y la discriminación en aplausos. Verlas en acción es descubrir que la cultura también puede luchar, resistir y brillar sobre un cuadrilátero. ❖

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