América
Un viaje de padre e hijo por Costa Rica: el “casado”, playas y recuerdos
Cada año viajo al extranjero con mi papá, esta ocasión fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica ¡Un viaje inolvidable!
Cada año mi papá y yo realizamos un viaje a algún país en el extranjero con el fin de probar y conocer nuevos lugares, esta vez fue un viaje de padre e hijo por Costa Rica
Me entusiasmaba la idea de conocer otro país que no fuera México o Cuba, así que comenzamos a buscar hoteles y qué sitios iríamos a visitar en Costa Rica.
Mi papá quería relajarse y dejar atrás el estrés de la ciudad, por lo que buscaría playas para poder nadar y estar bajo el sol un buen rato.
Yo quería encontrar buenos restaurantes para poder conocer la gastronomía y los sabores de este viaje de padre e hijo por Costa Rica.
¡Manos a la obra!
Mi papá encontró los vuelos y el hotel en el que nos hospedaríamos, pero le propuse que, como Costa Rica tiene a un lado el Caribe y el Pacífico, fuéramos a ambas playas para saber la diferencia.
Él aceptó y buscamos hoteles u hostales en los que pudiéramos quedarnos por una noche y que contara con conexión a internet.
Comienza el viaje a Costa Rica
Para el viaje tuvimos que tomar dos vuelos, el primero a Panamá y cuándo aterrizamos, mi papá y yo entramos en conflicto, pues no sabíamos en dónde estaba la puerta por la que salía nuestro siguiente vuelo.
Teníamos una hora para encontrar el hangar y formarnos para entrar, pero íbamos de un lado al otro perdiendo el tiempo.
Hasta que un guardia nos señaló la forma rápida de llegar a la puerta, ¡Aún le agradezco! Afortunadamente pudimos llegar y abordamos el avión sin tanto problema…
Comenzaron las complicaciones en el viaje a Costa Rica
Perdimos el primer día de seis que estaríamos en nuestro viaje a Costa Rica debido a la revisión de maletas, y cuando nos entregaron las maletas ya eran las 9 de la noche.
Al salir del aeropuerto, tomamos un camión que nos dejaría en el centro de la capital.
El trayecto fue de unos 30 minutos aproximadamente, y cuando estuvimos en las calles de San José buscamos un taxi para poder llegar al hotel.
Lo malo fue que el taxista nos perdió ¡Y tardamos 1 hora más en llegar! No tuvimos oportunidad de hacer mucho.
El “casado”, la gastronomía de Costa Rica en el viaje familiar
El hambre no nos dejaba en paz, los mapas de los celulares no indicaban nada abierto y teníamos que aventurarnos a viborear entre las calles para encontrar algo.
Cómo un milagro, encontramos un local y aquí vendían “guisados” típicos de Costa Rica: casados, arroz, frijoles, pollo, pescado y res.
Probablemente tengas una pregunta, y la hice qué era el “casado” y resultó ser una “comida corrida” típica, incluye: arroz con plátano frito, ensalada de lechuga con jitomate, frijoles y un guisado.
Así que pedí uno con pollo y me lo entregaron en menos de 5 minutos, mi papá, pidió un plato con pollo y preguntó si había tortillas… y ¡Rápidamente nos identifican como mexicanos!
El “casado” venía acompañado de una salsa que los locales afirmaban picaba demasiado, pero al probarla en la carne del pollo no se sentía demasiado el picor, en fin, mexicanos.
El sabor del pollo se compensaba bastante con la salsa y el arroz, los tonos neutros de la ensalada hacían juego con los tonos salados y poco picantes de la carne.
El plátano encaja con el sabor neutro del arroz, pero ésta variante era más dulce, por lo que para los paladares delicados y no tolerantes al picante, el plátano será ideal para contrarrestar el sabor del chile.
El platillo de mi papá no parecía fuera de lo común, venía acompañado con ensalada solamente, y era parecido a un pollo frito, pero sin capear.
Con el estómago lleno nos regresamos al hotel y dormimos, ya que al día siguiente iríamos a Puerto Viejo, ya mi profesión gastronómica había tenido sus primeras experiencias.
Mochilazo en Puerto Viejo
Para llegar, tuvimos que tomar un autobús que nos llevara hasta allá, y ¡El viaje duraba 5 horas! Pues teníamos que llegar hasta el Caribe y nosotros estábamos en el centro.
El viaje no se hizo tan pesado, así que llegamos con energía y ganas de conocer Puerto Viejo, que la verdad es muy parecido a Cancún o Acapulco, como un viaje de padre e hijo por Costa Rica pero con esencia mexicana.
La gente es amable, el sol toca tu piel con gentileza, el calor hace que te de sed, la arena era suave, tersa y caliente, ¡Era como estar en casa!
Al bajar del autobús, buscamos el hostal en el que nos quedaríamos y desempacar las mochilas, pero antes pasamos a un mini súper, compramos un par de cervezas y unas cuantas botanas.
Fuimos a la playa y estuvimos bastante tiempo disfrutando de la relajación que tanto habíamos buscado, ¡Al fin! al anochecer buscamos un restaurante que nos habían recomendado los lugareños.
La Playa Negra era un establecimiento que ofrecía comida caribeña con el toque y sazón de Costa Rica, por lo que ya ansiaba probar dichos manjares.
Los manjares de la comida caribeña
Mi papá pidió un Cerdo en Salsa Caribeña y yo volví a pedir un Casado; la salsa del cerdo era agridulce, tenía tintes dulces y unos cuantos poco picantes.
La carne era suave y parecía estar marinada en una salsa similar ya que tenían un sabor parecido, aunque era ajeno a ella.
Venía acompañado de un tazoncito de frijoles negros, arroz blanco y ensalada.
Mi casado fue similar al de San José, sin embargo, lo probé con carne de res; el toque caribeño estaba presente en cada bocado, se sentía diferente al de la capital, más tradicional, y elaborado, ¡Un gran sabor!
Regresamos al hostal y vimos una película para quedarnos dormidos ya que al día siguiente iríamos en bicicleta a una de las playas vecinas, ¡Nuestro viaje a Costa Rica seguía!
Una bici que me lleva a todos lados
Siempre me ha gustado andar en bicicleta, pero casi nunca he podido, así que no desperdicié la oportunidad en nuestro viaje a Costa Rica, y le propuse a mi papá ir a pedalear un rato.
Rentamos unas bicicletas y nos fuimos por la mañana, pudimos admirar la vegetación de la selva y llegamos a la Playa Manzanillo.
Nos empapamos en la lluvia que salió de la nada, platicamos de muchas cosas, tomamos muchas fotos del camino, incluso disfrutamos de una bajada un tanto pronunciada.
Obviamente gritamos bastante y nos reímos de cómo sonábamos, ¡Nuestro viaje padre e hijo a Costa Rica estaba siendo una maravilla!
Llegamos a Manzanillo y resultó ser una reserva natural, caminamos por los senderos que iban y venían a las distintas playitas que había dentro de la reserva, ¡Y tomamos muchas fotos de éste maravilloso escenario!
Al terminar el día devolvimos las bicis, recogimos nuestras mochilas en el hostal y subimos al autobús para regresar a San José.
Ya que al día siguiente ¡Nos esperaba otra aventura!
Puntarenas, una visita en nuestro viaje a Costa Rica
Al día siguiente despertamos temprano y fuimos directo a la central camionera para llegar a Puntarenas, fue un viaje sin tantas complicaciones.
Llegando a nuestro destino, notamos que la experiencia sería totalmente diferente a lo que nosotros queríamos: el cielo estaba nublado, no había playas en las que pudiéramos estar.
Aún esperanzados de que todo fuera bien, caminamos en busca del hotel en el que nos quedaríamos.
Tomamos un camión que nos dejó en la esquina del hotel y entramos a registrarnos, éste era elegante y se veía que llevaba pocos años en funcionamiento, pues se veía limpio, nuevo y con poco uso.
Nuestra habitación y era enorme, tenía una cama King size, cafetera, un pequeño refrigerador y una televisión enorme; era la definición correcta del “cuarto perfecto para descansar”.
Continúa la experiencia gastronómica…
En el centro de la ciudad había varios restaurantes o “fondas”, entramos a una y nos atendió una señora muy amable, que nos llevó a nuestra mesa y nos reconoció como extranjeros.
Le recomendó a mi papá una sopa de mariscos, él accedió muy convencido de querer probar la sopa y yo volví a pedir un casado, ya teníamos una relación.
Mi casado fue diferente a los anteriores, en éste el arroz era amarillo, mi carne de cerdo estaba jugosa y se acoplaba bien a los demás sabores, los frijoles parecían estar refritos y hacían juego con el plátano frito.
Quedé maravillado de que los casados varían entre cada región o lugar; depende del toque personal o la manera de prepararlos lo que lo define.
La sopa de mi papá se veía diferente a lo que habíamos pensado; era un caldo blanco con cilantro encima, trozos de pescado dentro, y lo curioso del asunto ¡Lo servían con un plátano!
La mesera nos dijo que el plátano le daría más sabor a la sopa, mi papá le creyó y se lo agregó.
Lo comió sin tanto problema y al terminar dijo que el sabor del plátano no afectaba tanto al de la sopa, pues no era dulce sino neutro.
Regresamos al hotel y vimos una película, platicamos un rato y nos dormimos para el día siguiente ir a Playa Naranjo.
Una vista asombrosa en el ferry
Cuando despertamos, mi papá me comentó que el hotel incluía un desayuno de 7 am hasta las 11 am, nos cambiamos rápidamente y alistamos todo para llevarnos las mochilas con nosotros.
Pedimos indicaciones a la recepcionista sobre cómo llegar al ferry y resultó ser más rápido de lo que habíamos pensado.
Compramos los boletos y subimos a la parte superior del ferry para poder apreciar la marea, las olas y el mar, ¡Una gran experiencia!
El viaje fue de hora y media y cuando llegamos el guía del grupo comentó que había varias playas a las cuales ir, pero había que esperar un transporte.
Mi papá, como buen mexicano, dijo que lo haríamos a nuestra manera, así que caminamos al contrario que la gente que esperaba el transporte y encontramos un camino a una playa y un bar llamado “El Perla Negra”.
La playa y la medusa
Tomamos unas cuantas bebidas y nos hicimos amigos del dueño, quien nos platicó sobre sus ideas de hacer un hotel sobre el bar e incluso nos lo mostró.
Terminamos nuestras bebidas, bajamos a la playa tal y como el dueño nos había explicado, pero no era una playa como las que habíamos visitado, sino que tenía piedras en vez de fina arena y pasto cerca de la orilla.
Nos sentamos a platicar y el oleaje trajo una medusa; de lejos parecía una bolsa transparente pero cuando nos dimos cuenta sacamos los pies del agua para prevenir un accidente.
La sacamos del agua con ayuda de una rama que estaba cerca y la dejamos lejos de la orilla, por mera curiosidad recorrimos la costa viendo qué más podía haber, pero no encontramos nada excepto piedras porosas.
Nos sentamos a terminar de platicar y cuando dieron las 5 pm regresamos a donde estaba el ferry.
Con nuestras maletas en mano, subimos al pequeño barco y llegamos a Puntarenas de nuevo, solo para tomar aire y correr para tomar el camión a San José.
Último día: adiós, Costa Rica
Llegando al hotel arreglamos todo para regresar a México al día siguiente, pero le dije a mi papá “No nos podemos ir sin regresar a los casados del primer día”.
Fuimos de nuevo y encontramos a las mismas personas que nos atendieron la ocasión pasada, así que comenzamos a platicar sobre cómo había estado nuestro viaje y qué lugares habíamos visitado.
Nos dijeron que nuestros recorridos habían estado bien porque habíamos visitado lo más característico de cada lugar.
Para comer, mi papá pidió el mismo casado que yo, y ésta vez le agregué más salsa de la que debía, ¡Terminé enchilando demasiado y mi papá se empezó a reír de mí!
Ya era la hora de regresar
Por la mañana nos recomendaron un restaurante típico del centro en el que servían un “Hot Cake de maíz”, lo servían con crema, queso y su sabor era parecido a los panqués de elote que tenemos en Mexico
Era un platillo muy grande y muy delicioso, la crema y el queso le hacían juego porque le daban un toque fresco, cremoso y salado que contrastaba con la dulzura del maíz.
Cuando terminamos de desayunar, nos dirigimos al hotel por nuestras cosas y de ahí al aeropuerto, estuvimos esperando, hasta que nuestro vuelo estuvo listo para abordar y llegamos a Panamá.
Mi papá regresó por sus tenis que había visto en el vuelo de ida y parecía niño pequeño con su juguete nuevo.
Llegamos a la CDMX casi a las 11 pm y cuando finalmente estuvimos en casa, nos fuimos directamente a dormir.
Éste viaje a Costa Rica me dejó un recuerdo muy bonito junto a mi papá, sin dudarlo es uno de mis favoritos.
Atrévete a visitar Costa Rica y recuerda, ¡Nunca dejes de viajar!
América
RUTA 66 de CALIFORNIA… donde RUEDA la HISTORIA
Siendo una ruta olvidada por el tiempo, la Ruta 66 se fortalece como uno de los principales atractivos de California.
La Ruta 66, antiguamente conocida como “La Calle Principal de Estados Unidos”, formó parte de las principales rutas federales del país. Media 3,933 kilómetros, con un trayecto que iba desde Chicago hasta Los Ángeles. Y, a pesar de que actualmente es imposible recorrerla de forma ininterrumpida, aún se conservan largos tramos que están llenos de historia.
ASFALTADA de MEMORIA
La Ruta 66 fue pionera en muchas cosas, iniciando en ser la primera carretera pavimentada en Estados Unidos. Fue también el escenario de una emigración que buscaba llegar a California y, además, fue la inspiración de la icónica canción Route 66, de Nat King Cole.
Gozo de una enorme popularidad, siendo el lugar donde pasaban el verano cientos de viajeros y forasteros, lo que provocó un gran aumento de turismo y cientos de atracciones. Esto formó toda una cultura estadounidense moldeada a partir del automóvil. Para que nos demos una idea, en la Ruta 66 nació la comida rápida, las atracciones de carretera y posiblemente el road trip.
No fue hasta 1985 cuando la clásica Ruta 66 fue retirada de la Red de Carreteras de Estados Unidos, debido a que dejó de ser necesaria. Esta maravilla asfaltada se vio desplazada gracias a las autopistas interestelares, quedando en total abandono.
El RENACER de la RUTA 66
Para lograr salvar la icónica Ruta 66, sectores con poca actividad turística realizaron iniciativas que, tras un largo tiempo, finalmente dieron frutos. Hoy en día, esta carretera se ha convertido en una ruta obligatoria para todos los amantes de los autos y motocicletas… claro, realizando sus icónicas paradas… ¿Quieres conocer algunas?
Polk-a-dot Drive In
Siendo un referente de la comida estadounidense, el Polk-a-dot Drive In se ha mantenido en funcionamiento desde 1956. Ambientada con un estilo de cincuentero y un fantástico menú, este restaurante es parada necesaria en la Ruta 66.
Gasolinera Gay Parita
Esta mítica gasolinera es parte de la historia de la ruta, y a pesar de que ya no está en funcionamiento, sirve como una pequeña exposición de cómo eran las estaciones de servicio durante los años 50.
Hollywood
Para los amantes del cine, la televisión y el espectáculo, perderse Hollywood es como olvidarse de respirar. Aquí podrás conocer el Paseo de la Fama, maravillosos teatros, museos e incluso, quién sabe, tal vez tengas la suerte de ver a alguna celebridad.
Oatman
Conocido como el Pueblo de los Burros, Oatman es ese tipo de parada que tal vez no necesitas, pero que sí deseas hacer. Aquí, las casas parecen sacadas del viejo oeste, tienen minas abandonadas y hay burros paseándose por las calles.
Pasadena
Siendo el refugio de la elite más adinerada, Pasadena mantiene un estilo elegante, con atracciones y experiencias de lujo, como spas, salones de baile, jardines y terrazas, de las que seguramente terminarás enamorado.
Pasear por California siempre ha sido un símbolo de historia, sana rebeldía y emociones encontradas, algo de lo que no podrás prescindir en tu próximo viaje por la Ruta 66.
#NuncaDejesDeViajar
América
En sus marcas… listos… ¡RESERVA! Inicia el NYC WINTER OUTING 2025
Durante esta temporada de invierno, el NYC Winter Outing junta lo mejor de New York para ofrecer descuentos y eventos sorprendentes.
Como ya estamos acostumbrados, durante la fría temporada de invierno, Nueva York empieza el año pisando fuerte. Y es que 4 de las principales categorías turísticas de la ciudad se juntan para formar el esperado y aclamado NYC Winter Outing.
Para TODOS los gustos… solo NYC WINTER OUTING
Para los que no saben muy bien qué es el Winter Outing, podemos resumirlo en una iniciativa turística de la Ciudad de New York, donde, durante dos heladas semanas, podrás tener acceso con grandes descuentos y promociones en diferentes áreas de la ciudad.
Estas promociones podrás conseguirlas por medio de reservaciones, que se llevarán a cabo del 21 de enero al 09 de febrero. Y ya sea que lo tuyo sea el teatro, o solo tengas antojo de una buena comida, seguramente el Winter Outing te dará más de una sorpresa… ¿Quieres conocer las categorías?
NYC Hotel Week
Esta es la primera categoría del Winter Outing en abrir reservaciones, ya que, mientras para el resto tenemos que esperar hasta el 21 de enero, el Hotel Week inicia desde el 02. Aquí, podrás disfrutar de un 25% de descuento en los hoteles participantes del evento, siempre y cuando realices tu reservación entre las fechas ya mencionadas.
Con un total de más de 140 opciones repartidas a lo largo de los 5 distritos de New York, el hospedaje será por lo último que tendrás que preocuparte.
NYC Restaurant Week… comiendo en el Winter Outing
New York es un lugar sumamente diverso, por lo que aquí las opciones de comida parecen ser infinitas. No importa si hoy tienes antojo de una ensalada y mañana quieres pizza hasta reventar, pues el Winter Outing está aquí para cumplir tus más hambrientos caprichos.
Con una extensa variedad de sazones, durante el Restaurant Week podrás tener almuerzos de dos tiempos y cenas de tres, todo esto pagando precios fijos que oscilan entre los 30, 45 y 60 dólares.
NYC Broadway Week
Tu viaje a New York no estaría completo si antes no te detienes a visitar el famoso Circuito de Broadway. Y sí, como podrás imaginar, aquí el Winter Outing también ha preparado una buena sorpresa para ti.
Durante la temporada de reservaciones de la Broadway Week, podrás conseguir boletos al 2×1 para los más de 20 espectáculos presentados en el reconocido Broadway. No vas a querer perderte ni uno.
NYC Must-See Week
New York está lleno de museos, atracciones y artes que sería un pecado no visitar. Así que para que te animes, el Winter Outing ofrecerá entradas al 2×1 para cualquiera de las locuras que se te ocurran.
Ya sea que quieras visitar el Jardín Botánico, el Museo de Arte Moderno, la pista de hielo en el Rockefeller o solo disfrutar un partido de los Brooklyn Nets, algo sí es seguro… New York se disfruta mejor cuando estás acompañado.
Conocer New York siempre ha sido considerado como una travesía, pero hacerlo durante el Winter Outing se volverá toda una aventura… así que aventúrate y disfruta de los descuentos y promociones que la Gran Manzana ha preparado para ti.
#NuncaDejesDeViajar
América
SPACE MOUNTAIN… despegando EMOCIONES durante 50 AÑOS
El pasado 15 de enero, la mítica Space Mountain cumplió 50 años dando alegrías y recuerdos inolvidables.
El 15 de enero de 1975, Disney World Florida dio un importante paso para la diversión, inaugurando la Space Mountain en Magic Kingdom, la primera montaña rusa cubierta del mundo; algo que marcó un hit que perduraría hasta nuestras fechas.
Imaginando la OSCURIDAD
La construcción del Space Mountain fue de las últimas atracciones en las que Walt Disney pudo trabajar personalmente con sus Imagineers, o mejor conocidos como el equipo de desarrollo de parques temáticos.
Con una idea sumamente brillante y una tecnología revolucionaria para los antiguos años setentas, esta atracción marcó un antes y un después de lo que significa una montaña rusa.
Para que te des una idea de la importancia de su innovación, la celebración de su apertura incluyó astronautas de la NASA, una banda de 2,000 integrantes, fuegos artificiales, aparición de celebridades, un especial televisado durante el horario de más audiencia, entre muchas otras cosas más.
Y no es para menos, pues con una altura de 56 metros, y una cúpula de 91 metros de diámetro, con el tiempo, la forma del Space Mountain se volvió todo un icono de Disney, que ayuda a los visitantes a saber en qué parque se encuentran.
SPACE MOUNTAIN, creando los MEJORES RECUERDOS
Subirse al Space Mountain es todo un ritual de valentía que se mide por tu tamaño. Y es que es muy común que muchos niños se pregunten si ya son lo suficientemente grandes como para poder subir, siendo esta la primera montaña rusa de muchos.
Recordada como toda una fiera, mucha gente aún se sorprende al descubrir que la velocidad máxima del Space Mountain es de 45 kilómetros por hora; sin embargo, las luces y los efectos crean la sensación de ir mucho más rápido.
Y es que subirse al Space Mountain es, y será por siempre, toda una experiencia atemporal, que con sus giros y vueltas, podemos decir con total seguridad que se siente como estar en el cielo.
¡Felices 50 años Space Mountain!
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