

América
¿Qué hacer en costa rica? El jardín del mundo ¡Disfrútalo!
¡Qué hacer en costa rica! Lo mejor de un viaje es dejarse que el destino te sorprenda
¿Qué hacer en Costa Rica? Para empezar en su nombre refleja el placer de encontrar tres sitios llenos de ¡Pura vida!
Pocos países son los afortunados en tener un clima placentero, platillos deliciosos y paisajes que duran en tu mente para siempre. Quise visitar el país sin planearlo, quise descubrirlo y que me sorprendiera.

Al llegar no tenia idea de que viajar por simple curiosidad iba a resultar tan placentero, quizá la elección fue un tanto arriesgada, pero visitar Costa Rica valió mucho la pena.
Mi vuelo desde México a Costa Rica fue muy relajado junto a la ventana del avión, iba maravillándome de lo diminutos que podemos ser ante la tierra y sus maravillas naturales.

Unos minutos antes de aterrizar en San José, la fascinación por ver nuevos escenarios me fue embargando, quise tomar algunas fotografías desde los aires.
El verde de las montañas me daban la bienvenida, y los hilos de agua a través de los prados que se extienden hasta donde tus ojos alcanzan a ver, me estaban avisando que algo increíble me aguardaba en ese país.

Nuestros grandes anfitriones
Aterrizando en Costa Rica, nuestros anfitriones Rosy y Ken Johnson me recibieron con un almuerzo típico del país.
El Casado, un plato variado en ingredientes como: el banano, arroz, frijol rojo, ensalada y una proteína (pollo o res); fue una delicia que me sorprendió por la combinación de sabores agridulces y salados.

No podía faltar una típica taza de café, producto de excelencia del cual me declaro fanático, su sabor delicado provoca siempre pedir una taza más y otra más.
Decidiendo el destino a visitar mientras la conversación avanzaba, empezamos a recorrer la carretera entre la capital y la Provincia de Cartago.

Mientras la lluvia aparecía, comenzaba a darle un brillo especial a las montañas y al Volcán Irazú, imponente testigo de nuestro recorrido.
De repente las subidas y pendientes aparecieron y la lluvia cedió ante el sol, que hizo que bajáramos las ventanas del auto. Este fenómeno lleva el nombre del cantón o provincia donde sucede: Ochomongo.

El clima ideal de Costa Rica
Mientras me contaban que en este sitio es donde el clima del Pacífico acaba e inicia el del Caribe, no podía creer esto lo que mis ojos presenciaban.
Solo volteé a ver las oscuras nubes metros atrás de mis espaldas, y ya se sentía un calor intenso.

Así que de todas las recomendaciones que escuche en esa amena charla, me decidí a caminar por las calles de Cartago en donde el ambiente se respira paz.
Ahí pude admirar las nubes que tocan las cumbres accidentadas de la sierra, mientras que las familias hacen ejercicio o conversan en el bus como en cualquier día normal.

Paso a paso encontré detalles arquitectónicos como la catedral, la estación de trenes y las ruinas del Templo de Santiago Apóstol.
A palabras de Rosy “siempre lo quieren terminar, pero se vuelve a caer y así se ve más bonito”, y tiene razón, ese aire de dejo lo hace inolvidable.

Atractivos turísticos religiosos
En Cartago la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles recibe a todos los feligreses del país y de Centroamérica que recorren kilómetros para llegar hasta este centro religioso de estilo bizantino.
Nunca había visto el interior de una iglesia con colores pardos y tan oscuros, de verdad es algo que te sorprende.

Pocos días después yo ya estaba embelesado con la comida, la cantidad de frutas y vegetales: mangostinos, pejivalle, yuca, cas, acelgas de tallo rojo, jocote y más productos que se venden en las ferias.
Así me la pasé, disfrutando del gallo pinto, los frescos (agua de sabor), queques secos (panqués), rosquillas de maíz, soda de zarzaparrilla y entre muchos otros platos más.

Con esta energía acumulada en mi cuerpo nos dirigimos a uno de los sitios mejor recomendados por nuestros anfitriones: el Volcán Poás, cuyo cráter es el más grande del mundo.
Te puedo decir que la experiencia no pudo ser mejor, caminar entre un bosque húmedo con musgos, hongos, aves e insectos me puso la piel chinita de la emoción; era como estar en una película de fantasía.

El gran cráter de un volcán
Finalmente pudimos llegar a la cima del cráter en donde no se veía nada al principio debido a la bruma y al gas que aún exhala el gigante.
Poco a poco comenzó a aclarar y pude ver el escenario del volcán mas cerca y activo; de pronto me espantó el rugir y vibrar del piso.

Era como estar en las fauces de la fiera. Así estuvimos por un lapso de 20 minutos, fue breve pero es por la emisión de gases del volcán.
Enseguida pudimos ver la Laguna de Botos, un volcán extinto de aguas cristalinas; valió mucho la pena encontrarla después de caminar más de hora y media entre el bosque.
Ya de regreso, Rosy y Ken me recomendaron probar el café que se cultiva en las faldas del volcán y pude constatar que el sabor, es más delicioso, tanto que, se quedará en mi mente.

La naturaleza se vuelve el protagonista
Definitivamente un paisaje que quiero recordar siempre fue nuestra siguiente parada, el Valle de Orosi, un terreno extenso donde admiré la naturaleza en su máximo esplendor.
Ganado pastando, bardas blancas alineadas, coloridas flores, ríos que cruzan los cerros, nubes bajas, y casas con chimeneas humeantes que me recuerdan la tranquilidad de la provincia.

Justo en ese poblado existe una pequeña iglesia donde la quietud es su principal cualidad. Ya más alejado, en el límite del valle.
Existen las Ruinas de Ujarrás otra iglesia colonial detenida en el tiempo, muy cerca del Lago de Cachí. ¡Qué trabajo el de los misioneros!

Jamás se terminaron las sorpresas, siempre estuvieron presentes en cualquier rincón, donde se vive al estilo que sus habitantes desean.
Hoy puedo decir que he conocido el jardín del mundo, Costa Rica. No se si te ha pasado pero estos momentos se registraron en mi mente y regresarán cuando me tome una buena taza de café.

#NuncaDejesDeViajar
América
¿Cómo volar en ALA DELTA en RÍO de JANEIRO? Vive una AVENTURA libre en el CIELO
Deslízate entre montañas, mar y selva en una experiencia que combina adrenalina, paisajes únicos y la emoción de volar en los cielos brasileños.

¿Te imaginas flotar sobre playas, montañas y la jungla urbana con una vista única del Cristo Redentor? Pues esto es posible con la popular experiencia de volar en ala delta por los cielos de Río de Janeiro, en Brasil. Y aquí te contamos cómo puedes vivir ese momento de libertad aérea que muchos sueñan tener…
Ala Delta: La MAGIA de VOLAR SIN MOTOR
El ala delta es una modalidad de vuelo libre donde el piloto va suspendido en un arnés bajo un ala rígida. No hay motor, solo viento y control aerodinámico. En Río de Janeiro, esta experiencia se realiza en tándem (conjunto de dos personas), junto a un instructor experto que se encarga del despegue, el planeo y el aterrizaje, mientras tú disfrutas el paisaje sin preocuparte por nada más.
Cómo LLEGAR al punto de DESPEGUE
La aventura del ala delta comienza mucho antes del vuelo. Lo más común es que te encuentres con tu instructor en la Playa de São Conrado, donde te llevará en transporte hasta la cima de Pedra Bonita. El recorrido sube por la Estrada das Canoas: una ruta pavimentada de unos 7 km llena de curvas y vistas panorámicas. En pocos minutos estarás en la pista de lanzamiento, con la ciudad a tus pies y el corazón acelerado.
El punto más famoso para practicar ala delta en Río es la rampa de Pedra Bonita, ubicada dentro del Parque Nacional de la Tijuca. Desde allí te lanzas directo hacia el océano y aterrizas en la Playa de Pepino, en el barrio de São Conrado. La vista es simplemente espectacular, aquí se combinan varios escenarios que parecen sacados de una postal.
La EXPERIENCIA del VUELO: De la PLAYA al CIELO
Una vez en la cima, comienza la emoción. Tu instructor de ala delta te colocará un arnés de seguridad, te explicará los movimientos y harán unas carreras de prueba. Luego, llega el gran momento: cuentan hasta tres y… ¡A volar!
El impulso inicial te eleva sobre el bosque, y en cuestión de segundos estás flotando sobre Río. Sientes el viento en la cara, el silencio del aire y una calma increíble. El piloto se encarga de controlar el ala, mientras tú solo disfrutas del paseo. Los vuelos suelen durar entre 8 y 15 minutos, dependiendo del clima y la fuerza del viento.
PAISAJES que TE DEJAN SIN ALIENTO
Durante el vuelo en Ala Delta, verás lo mejor de Río desde una perspectiva privilegiada: el Cristo Redentor, la Bahía de Guanabara, el Atlántico y los contrastes entre la jungla y la ciudad. El aterrizaje es suave, justo sobre la arena de la Playa. Además, muchas empresas incluyen fotos y videos GoPro, así que podrás revivir ese momento una y otra vez.
Un DATO CURIOSO sobre el Ala Delta en Río
¿Sabías que Río de Janeiro es uno de los destinos más visitados del mundo para practicar ala delta? Cada año, miles de viajeros llegan solo para lanzarse desde Pedra Bonita: un punto tan icónico que ha aparecido en documentales internacionales. Además, la Federación Brasileña de Vuelo Libre organiza aquí campeonatos y eventos, consolidando a Río como el epicentro del turismo de aventura en Brasil.
PRECIOS y DETALLES del ala delta en RÍO de JANEIRO
El costo promedio de un vuelo en ala delta ronda entre $800 y $880 BRL (aproximadamente $2,750 y $3,000 MXN o $150 y $165 USD o) dependiendo del tipo de cambio. Algunos paquetes incluyen transporte, video, fotografías y certificado de vuelo. La mayoría de los instructores acepta reservas con anticipación y pagos en línea.
Si te mueve la aventura y quieres ver Río de Janeiro desde otra perspectiva, el ala delta es una experiencia que simplemente debes vivir. No necesitas experiencia previa, solo ganas de volar y de dejarte llevar por la magia de los paisajes de Brasil. ❖
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América
PANIOLOS: Los vaqueros HAWAIANOS que conquistaron el PACÍFICO
Cuando piensas en cowboys, seguramente imaginas el Viejo Oeste o las extensas haciendas mexicanas. Sin embargo, a cientos de kilómetros, en medio del océano Pacífico, Hawái también tiene su propia tradición vaquera.

La historia de los Paniolos comienza en 1793, cuando el capitán y explorador británico, George Vancouver, regaló al rey Kamehameha I un pequeño grupo de reses. La idea del rey era prohibir su caza durante 10 años para que estos se reprodujeran, pero aquellos animales, sin depredadores naturales en Hawái, se multiplicaron rápidamente y comenzaron a causar estragos en la vida cotidiana de las aldeas hawaianas, arrasando los cultivos y dañando los campos.
Ante la magnitud del problema, el rey permitió cazarlos, pero la tarea era complicada y se necesitaba un método más organizado para controlarlos…

La llegada de los VAQUEROS MEXICANOS
En 1832, durante el reinado de Kamehameha III, se invitó a expertos en manejo de ganado provenientes de California, entonces territorio mexicano. Ellos trajeron consigo la doma del caballo, el uso del lazo, la construcción de corrales y todo el conocimiento del mundo vaquero. Los hawaianos los llamaban “Españoles”, y con el paso del tiempo esa palabra se transformó en “Paniolo”. Desde entonces, la tradición vaquera quedó arraigada en el corazón de las islas.

Y aunque las técnicas iniciales eran las de los vaqueros mexicanos, los hawaianos pronto las adaptaron a su entorno volcánico y a su cultura. Los sombreros se tejían con fibras locales y se adornaban con guirnaldas de flores; las monturas se enriquecían con artesanía propia y hasta la música cambió: la guitarra, introducida por aquellos vaqueros mexicanos, se fusionó con melodías isleñas, dando origen al célebre estilo slack-key guitar.

Incluso en la alimentación dejaron huella, pues se popularizó la pipikaula: una carne de res salada y seca que servía como alimento práctico para largas jornadas en el campo. Pero el reconocimiento internacional de los paniolos no llegó hasta 1908, cuando tres jinetes hawaianos participaron en el rodeo de Cheyenne, Wyoming.
Entre ellos, Ikua Purdy sorprendió al mundo al ganar la prueba de lazo de novillos, demostrando que los cowboys del Pacífico podían estar a la altura de los más experimentados del continente.

¿Dónde ver a los PANIOLOS hoy en DÍA?
En la actualidad, la tradición paniola sigue viva y forma parte esencial del turismo cultural de Hawái. En la Gran Isla se encuentra el Parker Ranch, uno de los ranchos más antiguos y extensos de Estados Unidos. Ahí es posible recorrer exposiciones históricas, ver colecciones de sillas, lazos y trajes originales, además de participar en actividades relativas a la cultura paniola.

En la isla de Maui, la región de Upcountry conserva el ambiente ranchero, y en el pueblo de Makawao aún se celebran rodeos y festivales donde los Paniolos muestran sus destrezas. También en distintas islas se organizan las llamadas Pā‘ū Parades: coloridos desfiles en donde los jinetes visten sus trajes tradicionales y cabalgan caballos decorados con flores. Las mujeres también son parte fundamental de la cultura paniola.

Pero para quienes buscan una experiencia más cercana, existen empresas turísticas que ofrecen cabalgatas guiadas por paisajes volcánicos. Aquí podrás sentirte parte del legado paniolo mientras recorres praderas, respiras el aire fresco de las montañas y aprendes sobre el día a día de los vaqueros isleños.
Estas actividades permiten ver de primera mano que, más allá de las playas y el surf, Hawái también es tierra de caballos y lazos.

Los PANIOLOS: El legado que CABALGA en el PACÍFICO
Los Paniolos no solo solucionaron un problema de ganado en el pasado de Hawái, sino que también dieron a las islas una identidad única que combina influencias mexicanas con el espíritu hawaiano. Hoy, recorrer sus ranchos, asistir a un rodeo o escuchar la música que nació en sus fogatas es descubrir una cara distinta y sorprendente de Hawái: un lugar donde el vaquero lleva sombrero de flores y cabalga al ritmo de las olas… ❖

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América
El OBELISCO de BUENOS AIRES abre su mirador al PÚBLICO
Este 2025, la gran capital argentina abre las puertas a una experiencia en las alturas, donde podrás conocer la ciudad desde otra perspectiva…

No cabe duda de que uno de los mayores atractivos de la ciudad de Buenos Aires es su increíble arquitectura. La ciudad goza de tener edificios hermosos y un gran número de monumentos que le dan un toque único, y el Obelisco de Buenos Aires es la joya de la corona. En la Plaza de la República —entre Avenida Corrientes y Avenida 9 de Julio—, el Obelisco se alza como el monumento más querido de los ciudadanos, y este 2025 se enorgullece de inaugurar una nueva experiencia en su interior…

¿Cómo es SUBIR al OBELISCO de Buenos Aires?
Con 67.5 metros de altura y una larga historia de casi 90 años, el Obelisco de Buenos Aires abre sus puertas para subir a su cúpula y apreciar una de las vistas más privilegiadas de la ciudad. La experiencia empieza en lo bajo del monumento donde, después de un pequeño tramo de escaleras, podrás encontrar un elevador con lateral de vidrio. Este elevador te recibe con una pantalla que te indica información y datos curiosos sobre esta mítica construcción.

Este elevador te lleva hasta la zona más estrecha del obelisco para seguir el recorrido por unas escaleras de caracol que te llevan hasta la cúpula. Ahí, y a través de 4 ventas con vistas a los puntos cartesianos, podrás admirar cada paisaje de la ciudad de Buenos Aires.

Las vistas están acompañadas de una narración cultural sobre la historia del obelisco. La experiencia de subir, escuchar la narración y disfrutar de las asombrosas vistas tiene una duración aproximada de 20 minutos.
Entrar al mirador del Obelisco de Buenos Aires tiene un costo de $18,000.00 ARS ($232.83 MXN o $12.60 USD) para residentes argentinos. Mientras que, para los viajeros extranjeros, el costo es de $36,000.00 ARS ($465.66 MXN o $25 USD). Puedes conseguir tus entradas desde la página web oficial de la experiencia.

Un LEGADO en forma de MONUMENTO
El Obelisco de Buenos Aires fue construido para celebrar el cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires, siendo inaugurado en mayo de 1936. Su ubicación no es casualidad, pues se encuentra justo en el mismo lugar en donde se izó por primera vez la bandera de la ciudad.

La construcción es obra del arquitecto Alberto Prebisch, que, con ayuda de 157 constructores, se concluyó en tan solo 31 días. Curiosamente, se pensó en demoler la obra solo 3 años después de su construcción. Por fortuna, esto nunca pasó, y sigue en pie a más de 90 años de su inauguración.

Te invitamos a descubrir de una forma totalmente diferente uno de los íconos más importantes de Buenos Aires, Argentina. Disfruta de este monumento como nunca antes, y déjate maravillar por la nueva perspectiva que ofrece de la ciudad… ❖

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