Oaxaca
Levadura de Olla, orgullo oaxaquense con Estrella Michelín
“Levadura de Olla” ha capturado la atención de los amantes de la gastronomía de todo el mundo, al recibir su primera estrella Michelín.
Ubicado en el corazón de Oaxaca, “Levadura de Olla” ha capturado la atención de los amantes de la gastronomía de todo el mundo, al recibir su primera estrella Michelín. Este logro no solo celebra la excelencia culinaria, sino también la rica tradición gastronómica de Oaxaca, que se ha mantenido viva y vibrante a través de generaciones.
Tradición e innovación
Desde que sus puertas se abrieron, Levadura de Olla se ha destacado por su enfoque en los ingredientes locales y las técnicas tradicionales de cocina. La chef Thalía Barrios García, una visionaria en el mundo culinario, lidera el restaurante con una pasión inquebrantable por honrar y reinventar los platillos oaxaqueños.
Barrios, originaria de la región mixteca, ha sabido combinar la riqueza de la tradición con un toque de innovación que ha seducido a críticos y comensales por igual.
El menú de Levadura de Olla es un tesoro de los productos frescos y de temporada. Desde el maíz criollo, base fundamental de la cocina mexicana, hasta hierbas y especias autóctonas, cada platillo es una celebración de la biodiversidad y la cultura oaxaqueña.
La chef Barrios se inspira en recetas ancestrales, transmitidas de generación en generación, pero siempre añadiendo su propio sello personal.
Los sabores de Levadura de Olla
Al entrar en Levadura de Olla, los visitantes son recibidos por un ambiente cálido y acogedor, diseñado para reflejar la riqueza cultural de Oaxaca. La decoración, con artesanías locales y colores vibrantes, crea una atmósfera que invita a la relajación y el disfrute.
El menú degustación de Levadura de Olla es una aventura culinaria que lleva a los comensales a través de un recorrido por la diversidad de sabores de Oaxaca.
Uno de los platillos emblemáticos es el mole negro, una receta que combina más de 30 ingredientes, incluyendo chiles, especias y chocolate. Este mole, servido con pollo o cerdo, es un testimonio del arte de equilibrar sabores complejos y profundos.
Otro plato destacado es el tamal de hoja santa, que envuelve un relleno de hongos silvestres y quesillo, todo cocido al vapor en hojas de esta planta aromática.
Este tamal es una muestra perfecta de cómo la chef Barrios utiliza ingredientes tradicionales de una manera innovadora, creando una experiencia gastronómica que es tanto familiar como sorprendente.
La sopa de guías, un platillo tradicionalmente consumido durante la temporada de lluvias es otra joya del menú. Hecha a base de las guías tiernas de la planta de calabaza, esta sopa es un recordatorio del profundo respeto que los oaxaqueños tienen por los ciclos naturales y los ingredientes de temporada.
Explora la gastronomía de Oaxaca
La estrella Michelín que Levadura de Olla recibió es un reconocimiento a la dedicación y el talento de la chef Thalía Barrios y su equipo. Sin embargo, más allá de los galardones, lo que realmente distingue a este restaurante es su compromiso con la comunidad y la sostenibilidad.
Levadura de Olla no solo ha elevado la cocina oaxaqueña a nuevas alturas, sino que también ha puesto a Oaxaca en el mapa culinario mundial.
Levadura de Olla es más que un restaurante; es un homenaje viviente a la herencia culinaria de Oaxaca. Con su estrella Michelin, Thalía Barrios y su equipo han demostrado que la tradición y la innovación pueden coexistir armoniosamente, creando experiencias culinarias que no solo deleitan el paladar, sino que también enriquecen el alma.
Para detalles sobre sus precios, horarios y ubicación, te invitamos a visitar la pagina oficial de Levadura de Olla.
Y si viajas a Oaxaca, antes te sugerimos darte una vuelta por el portal de Autotur. Ahí vas a encontrar todo lo relacionado con transporte cómodo, seguro y que te hará llegar a tu destino muy satisfecho. #Nuncadejesdecomer!
Asia
La BARBACOA mexicana triunfa en el LEJANO JAPÓN
La barbacoa oaxaqueña viaja hasta Japón, logrando ganar batalla en los paladares de las altas islas de volcanes de Hokkaidō.
En una visita a Oaxaca, México, el chef Marco Gurushia, quedó encantado con uno de los sabores más emblemáticos del país… la barbacoa. Las manos creadoras de este delicioso plato fueron Mimi con su restaurante al aire libre Maíz Cocina Tradicional.
El inicio de una AVENTURA
Meses después, Yu, uno de los amigos de Marco, lo contacto porque quería preparar barbacoa en Hokkaidō, y Marco, que aún tenía el sabor de la barbacoa oaxaqueña, se le ocurrió contactar de nuevo con Mimi… y fue así como inició esta reciente y asombrosa aventura.
Mimi viajó a Japón acompañada de su familia, algunos chiles, especias, una parrilla y dos comales de 42 centímetros, de los cuales solo uno sobrevivió al vuelo.
BARBACOA… solo a la MEXICANA
La preparación de esta deliciosa barbacoa duró dos días: el primero se dedicó a construir el horno desde cero: excavar el agujero, poner los ladrillos y cemento, y dejar secar mientras se realizaba una clásica verbena mexicana, con música, mezcal y cervezas.
El segundo día fue de cocinada, no sin antes echar la bendición con mezcal al horno, para que todo saliera bien. Conseguir los ingredientes faltantes en Japón fue todo un reto. La carne fue conseguida de un borrego de una granja local, y las pencas de maguey fueron mandadas desde otra ciudad.
Unas horas después de calentar el horno, y en presencia de todos, se pudo meter la barbacoa, para que tiempo después, chefs, artistas y amigos se citaran en Hokkaidō para probar la deliciosa creación que resultó un rotundo éxito.
Sin duda, esta pequeña crónica compartida por Mimi y Marco no solo representa un profundo amor por la gastronomía mexicana; si no también enaltece la curiosidad y cercanía que une y crea México más allá de sus fronteras.
Y como bien se dice por ahí… el único problema de la barbacoa es que se acaba demasiado rápido.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
RUTA DE LOS ALEBRIJES… color, arte y Oaxaca.
Con alas, cuernos y colores irreales, los alebrijes son criaturas que no necesitan presentación; sin embargo, y a pesar de su gran popularidad, sus formas y siluetas no dejan de desconcertar a muchos. Es así como nace La Ruta de Los Alebrijes. ¿Te puedes imaginar tres días rodeado de estos fantásticos seres? Porque sí, es posible.
ALEBRIJES… un destello de imaginación
Bien es sabido que el alebrije nació gracias a Pedro Linares, un cartonero que vislumbró a estos extraños entes en lo que parecía que sería su lecho de muerte, a los 30 años de edad. Afortunadamente, la vida tenía preparado un destino muy distinto para Pedro, que, con la materialización de sus alebrijes, hizo que su fama no tardara en subir como la espuma, llevando su arte a todas partes del mundo… pero vayamos con calma, que aquí viene el día uno en La Ruta de los Alebrijes…
DÍA UNO. Una ARTÍSTICA Llegada a Oaxaca
La Ruta de los Alebrijes tiene su inicio en las alejadas tierras de Oaxaca, exactamente en el municipio de San Martín Tilcajete, porque es aquí donde nacen muchos alebrijes. Si bien, Pedro Linares residió en lo que fue el alterado Distrito Federal, en Oaxaca la palabra “alebrije” tomó un significado muy distinto, esto gracias al escultor y tallador Manuel Jiménez Ramírez.
Manuel acogió el concepto de Llinares y lo llevó hasta Oaxaca, convirtiendo la idea en el alebrije o tonas oaxaqueñas. Aquí la materia prima no es el cartón ni el papel, si no la madera de copal, además, los seres no tienen muchas mutaciones, y sus colores son detallados.
El día uno, además de visitar San Martín Tilcajete, podrás conocer un verdadero taller de alebrijes de madera, donde podrás vivir de cerca la creación de estos seres.
Aprovechando la visita, también tendrás la oportunidad de vivir uno de los oficios más típicos de Oaxaca… sí, hablamos del telar de cintura. Una técnica de confección textil que refleja muchas de las vivencias del pueblo, que van desde personajes, flora y fauna, hasta la parte más abstracta de la mente, como grecas y eslabones. Una experiencia que tienes que vivir.
DÍA 2. Oaxaca para VIVIRLO & mezcal para CONTARLO
Después de un merecido descanso, llega el segundo día en la Ruta de los Alebrijes. Pero para iniciarlo, visitaremos uno de los lugares símbolo de la relajación oaxaqueña: “Hierve el Agua”.
Hierve el Agua es un conjunto de cascadas petrificadas. Su formación logra alcanzar hasta los 15 metros de altura, y el manantial del que originan es ahora aprovechado como una alberca natural, donde podrás sumergirte en lo que serán las aguas más relajantes de tu vida, además de una vista por demás impresionante.
Pero hablemos de su historia. Considerada una zona arqueológica, Hierve el Agua no solo cuenta con cascadas petrificadas, sino también con terrazas y un sistema de riego ancestral que fue construido por los antiguos zapotecas. Esto nos da una idea de que, hace aproximadamente 2,500 años, estas tierras ya estaban siendo pisadas por parte de nuestra sangre.
Y después de serenar el alma, ahora toca calentarla, pero esta vez por medio de la corona al trago: el mezcal. Y es que, para poder tomarlo, también hay que saber apreciarlo.
Con una explicación bien detallada, podrás conocer (y vivir) el mezcal, como nunca antes lo habías hecho. Aquí, conocerás desde su cultivo hasta su artesanal y heredada preparación, todo desde una de las mejores mezcalerías de Oaxaca, donde podrás degustar… ¿y porque no? llevarte una botella a casa.
Y para terminar el día, hay que terminarlo bien: recorriendo el centro histórico de Oaxaca. Con un urbanismo netamente colonial español, el centro de Oaxaca carga en sus calles y esquinas un valor histórico incalculable, siendo considerado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Pero ahí te va un reto. En Oaxaca, una de las formas artísticas que predominan en las calles es el arte urbano, pero con un toque que distingue su fuerte conexión cultural… ¿cuántas obras puedes encontrar?
DÍA 3. Artesanías… el ALMA TRANSFORMADA en obra
Llegamos al día tres, y así como se inició la ruta, así se tiene que acabar… llena de arte. Pero antes de iniciar, recordemos una de las viejas reglas del viajero: un verdadero viajero no solo disfruta del destino, sino que también contribuye a su desarrollo y preservación, y conocer la cultura es parte de ello.
Y si bien, la Ruta de los Alebrijes es toda cultura, hemos llegado a la parte culmine de esta… el día artesanal.
En este último día tendrás la oportunidad de recorrer el Museo de Artesanías Oaxaqueñas, un encuentro de exquisitas y delicadas obras que te permitirán conocer y aprender más sobre este recinto artístico como lo es Oaxaca. Aquí se abarca todo, desde tallados, grabados, tejidos, bordados, barro, máscaras, pinturas, juguetes, y sí, los ya mundialmente conocidos alebrijes oaxaqueños.
Pero sabemos que te encanta el shopping ¿y a quién no? Así que para terminar con broche de oro este día artesanal, visitarás el Mercado Ocotlán. En este lugar se encuentra solo lo mejor del gremio. Podrás conseguir sombreros, canastos, llaveros, bolsas, blusas, y hasta zapatos artesanales. Y si te quedaste con antojo de un alebrije, aquí es el lugar perfecto para conseguirlo.
Pero si eres de los que al comprar les da hambre, no hay de que preocuparse, porque el Mercado de Ocotlán también tiene un apartado gastronómico, donde podrás deleitarte con platillos puramente oaxaqueños: barbacoas de chivo, tasajo asado, tamales de chepil, chapulines, gusanos de maguey, ricas nieves y tepaches.
Y así, con manos llenas y corazón contento, es como culmina la Ruta de los Alebrijes. Si te gustaría vivirla, podrás encontrar el paquete en agencias de viajes, como Rehiletes, que sin duda hará de ella una experiencia única en tu vida.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
Tesoros textiles de Oaxaca: Conoce los tapetes de Teotitlán del Valle
Obras de arte tejidas a mano que reflejan la rica tradición textil de la región, con diseños únicos, colores naturales y técnicas ancestrales.
Los tapetes de Teotitlán del Valle, Oaxaca, son verdaderas obras de arte que reflejan la rica tradición textil de la región. Esta tradición es el resultado de una fusión de influencias prehispánicas y coloniales, que ha dado lugar a una producción textil única y diversa.
Colores y bordado de los tapetes de Teotitlán del Valle
Cada tapete de Teotitlán del Valle es el resultado de un meticuloso proceso artesanal que puede llevar desde quince días hasta varios meses, dependiendo de la complejidad del diseño y el tamaño de la pieza. Todo comienza con el cardado y el hilado de la lana, seguido por la preparación de los colores naturales, que se elaboran con:
Rojos y Morados: Grana cochinilla, un insecto que vive en el nopal.
Azul: Añil, conocido localmente como jiuquilitl.
Púrpura: Caracol marino, llamado tishinda.
Negro: Vaina de huizache.
Café: Cáscara de nuez.
Naranja: Flor de cempasúchil.
Una vez que los hilos están teñidos, comienza la verdadera magia. El artesano dispone los hilos en el telar y, con una paciencia y precisión admirables, empieza a tejer los patrones. Cada diseño es una expresión única de la identidad cultural zapoteca, con motivos que a menudo reflejan la naturaleza, la mitología y la vida cotidiana de la región.
Del telar de cintura al telar de pedal
La llegada de los españoles a México trajo consigo nuevas fibras como la lana, así como herramientas e instrumentos que revolucionaron la producción textil en la región. Los telares de pedal introducidos por los colonizadores ofrecieron una mayor rapidez y eficiencia en comparación con los tradicionales telares de cintura. Sin embargo, fue la destreza y la imaginación de los artesanos zapotecos lo que realmente hizo de estos telares un sello distintivo, capaz de producir tapetes de una belleza y complejidad únicas.
Una tradición ancestral
En Teotitlán del Valle, la fabricación de tapetes es una tradición familiar que se transmite de generación en generación. Muchas familias de esta comunidad han dedicado su vida a perfeccionar su técnica, asegurándose de que este arte ancestral no se pierda con el tiempo. Los tapetes de Teotitlán del Valle no solo son productos artesanales, sino también testimonios vivos de un legado cultural.
Visitar Teotitlán del Valle es una oportunidad para conocer de cerca a los artesanos y comprender la dedicación que cada pieza implica. Los tapetes son una representación tangible de la conexión profunda que los zapotecos tienen con su tierra y su cultura. Cada hilo, cada color, cada patrón cuenta una historia de habilidad, creatividad y amor por el arte textil.
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