

América
¡Vamos de vacaciones al Hotel Atlantis en las Bahamas!
Un lugar ideal para chicos y grandes, en donde la diversión y el lujo se hacen presentes en las bellas playas del Caribe.
De vacaciones en Atlantis Las Bahamas, nunca me imaginé que llegar a un hotel que está destinado al lujo y descanso para los mayores de edad, guardara sorpresas para nosotros los más pequeños.
Mis papás me dijeron: ¡Sebastián, nos vamos de vacaciones, prepara tu traje de baño y tu snorkel! Acto seguido, dejé a un lado mi compu y corrí a buscar todo mi kit de playa.
Me llevé la sorpresa más grande de mi corta vida cuando vi que se trataba de un enorme parque acuático en donde todos los adultos y menores se veían con rostros felices de jugar con el agua.
Así que una vez instalados en la torre familiar del enorme hotel Atlantis ubicado en la Isla Nassau en las Bahamas, me dispuse a ser dueño de mi tiempo mientras mis padres hacían planes para relajarse.
¡El maravilloso acuario de Atlantis!
Nos esperaban varios días para descubrir lo que hay en esta propiedad de cinco torres con un total de tres mil 500 habitaciones y con una gran variedad de lugares y servicios para divertirnos.
Pero primero es lo primero, visitar ese lugar que tanto nos han hablado y hemos visto en la publicidad del hotel, el Acuario de Atlantis.
Resulta que este complejo hotelero debe su nombre a la Atlántida, la famosa isla o continente perdido en medio del océano
Un reino que desapareció con sus tesoros de oricalco (más valioso que el oro) y que ha sido escenario de ciencia ficción en el libro Veinte mil leguas del viaje submarino, en su segunda parte.
El acuario te recibe con esos trajes, escafandras y la nave submarina “Nautilus” como testigos fieles de que algo misterioso sucedió en las profundidades y de que ahora la Atlántida es el hogar de las especies más extraordinarias del mundo submarino.
Visitar este lugar a través de sus pasillos, túneles ambientados y grandes peceras oceánicas te puede dejar con la boca abierta, ya que hay más de 50 mil animales acuáticos divididos en más de 250 especies.
Variedad de especies
Tiburones, rayas, barracudas, peces cocodrilos, pirañas, langostas, corales, anguilas y peces multicolores de todo tipo.
Son sólo algunos de los habitantes de esta gran exhibición marina dividida en 14 lagunas o estanques que podrás ver a través de los grandes cristales, oportunidad ideal para sacar la cámara y fotografiar la fauna con los tesoros perdidos.
A mi parecer los peces “payaso”, los caballitos de mar, las malhumoradas morenas y las increíbles medusas son mis favoritos ya que me puedo quedar horas contemplando su naturaleza tan perfecta.
Definitivamente me quedo con “The Dig” la laguna que muestra todas estas exóticas especies en diferentes peceras.
Al salir de este lugar nos espera una tienda de Souvenirs en donde niños como yo (que nos gusta el mar y sus especies) nos podemos enloquecer con toda la gran gama de juguetes, peluches y demás recuerdos.
Diversión sin fin
Otras espacios divertidos son “Ruins lagoon”, se trata de snorkelear con los peces entre las ruinas; “Predator Lagoon”, un túnel y pecera oceánica que muestra tiburones y peces sierra que pasan encima de ti.
“Hibiscus Lagoon” un lugar de tortugas verdes y de carey que puedes incluso ayudar a alimentar; “Dolphin Cay”, el espacio en donde interactúas con los delfines, el lugar favorito de mi hermana.
Un lugar que en especial llamó mi atención, el “Mayan Temple Shark Lagoon” un estanque de tiburones y peces que nadan mientras observas cómo personas pasan a toda velocidad entre estos escualos, pero protegidos por tubos de acrílico.
Toboganes para todos, no podía creer tal hazaña así que me decidí a buscar a mi papá para vivir la experiencia, resulta que en medio del parque acuático hay una gran pirámide maya que en su cima, salen 4 toboganes rumbo a las albercas.
Si tienes la estatura podrás lanzarte de ellos, los hay muy verticales, en donde te lanzas y pasas precisamente en el estanque de los tiburones, ¡claro con la velocidad y el agua que te entra en los ojos, no los ves!
Toboganes y más toboganes
Hay otros toboganes donde te lanzas con una llanta inflable hacia la obscuridad y mientras avanzas solo percibes lo serpenteante del camino.
De repente entra la luz y la llanta se detiene mientras pasas lentamente junto a estos depredadores y puedes verlos ahí, majestuosos frente a frente. ¡Qué experiencia para chicos y grandes!
De ahí nos fuimos a gritar más fuerte en la Power Tower otro edificio muy alto con toboganes para todas las edades.
Han sido tantos recuerdos que tengo de este viaje que cuando regresé a casa me metí a la página del hotel www.es.atlantis.com y pude repasar paso a paso todas las actividades que realicé en la semana más acuática de mi vida:
Un paseo por el río y rápidos (The Current) de más de kilómetro y medio de longitud a bordo de una llanta inflable; alimenté a las rayas nariz de vaca, me divertí en el carrera de obstáculos de Cartoon netwok y nadé con los delfines y lobos marinos.
¡Algo que jamas olvidaré!
Además disfruté por horas en las tres piscinas para niños (Ripples, Poseidon y Splashers) con sus toboganes, juegos y puentes; y claro está, disfruté de la playa de arena blanca con toda la familia.
Por su parte mi pequeña hermana Susy, estuvo la mayoría del tiempo en el Atlantis Kids Adventures (AKA) en donde participó en obras de teatro, clases de cocina, música electrónica, etc.
A su poca edad de tres años y medio, jamás extrañó a nuestros papás, al contrario sólo se acordaba de ellos cuando era hora de cenar y ellos llegaban por nosotros.
Por cierto, mi hermano mayor estuvo más ocupado en actividades extremas pero seguras, como escalar la gran pared de rocas mientras nosotros veíamos la gran hazaña.
Revisando el folleto y mapa del Atlantis, me doy cuenta que todos reímos y nos divertimos como enanos en cualquiera de las atracciones.
¡Son tantas que no me va alcanzar la infancia para conocerlas todas! Así que he decidido seguir siendo niño mucho tiempo (como mis padres) y ¡Regresar la mayor de veces que se pueda!. #Nuncadejesdeviajar.
Aquí un video de diversión muy acuático.
América
¿Cómo volar en ALA DELTA en RÍO de JANEIRO? Vive una AVENTURA libre en el CIELO
Deslízate entre montañas, mar y selva en una experiencia que combina adrenalina, paisajes únicos y la emoción de volar en los cielos brasileños.

¿Te imaginas flotar sobre playas, montañas y la jungla urbana con una vista única del Cristo Redentor? Pues esto es posible con la popular experiencia de volar en ala delta por los cielos de Río de Janeiro, en Brasil. Y aquí te contamos cómo puedes vivir ese momento de libertad aérea que muchos sueñan tener…
Ala Delta: La MAGIA de VOLAR SIN MOTOR
El ala delta es una modalidad de vuelo libre donde el piloto va suspendido en un arnés bajo un ala rígida. No hay motor, solo viento y control aerodinámico. En Río de Janeiro, esta experiencia se realiza en tándem (conjunto de dos personas), junto a un instructor experto que se encarga del despegue, el planeo y el aterrizaje, mientras tú disfrutas el paisaje sin preocuparte por nada más.
Cómo LLEGAR al punto de DESPEGUE
La aventura del ala delta comienza mucho antes del vuelo. Lo más común es que te encuentres con tu instructor en la Playa de São Conrado, donde te llevará en transporte hasta la cima de Pedra Bonita. El recorrido sube por la Estrada das Canoas: una ruta pavimentada de unos 7 km llena de curvas y vistas panorámicas. En pocos minutos estarás en la pista de lanzamiento, con la ciudad a tus pies y el corazón acelerado.
El punto más famoso para practicar ala delta en Río es la rampa de Pedra Bonita, ubicada dentro del Parque Nacional de la Tijuca. Desde allí te lanzas directo hacia el océano y aterrizas en la Playa de Pepino, en el barrio de São Conrado. La vista es simplemente espectacular, aquí se combinan varios escenarios que parecen sacados de una postal.
La EXPERIENCIA del VUELO: De la PLAYA al CIELO
Una vez en la cima, comienza la emoción. Tu instructor de ala delta te colocará un arnés de seguridad, te explicará los movimientos y harán unas carreras de prueba. Luego, llega el gran momento: cuentan hasta tres y… ¡A volar!
El impulso inicial te eleva sobre el bosque, y en cuestión de segundos estás flotando sobre Río. Sientes el viento en la cara, el silencio del aire y una calma increíble. El piloto se encarga de controlar el ala, mientras tú solo disfrutas del paseo. Los vuelos suelen durar entre 8 y 15 minutos, dependiendo del clima y la fuerza del viento.
PAISAJES que TE DEJAN SIN ALIENTO
Durante el vuelo en Ala Delta, verás lo mejor de Río desde una perspectiva privilegiada: el Cristo Redentor, la Bahía de Guanabara, el Atlántico y los contrastes entre la jungla y la ciudad. El aterrizaje es suave, justo sobre la arena de la Playa. Además, muchas empresas incluyen fotos y videos GoPro, así que podrás revivir ese momento una y otra vez.
Un DATO CURIOSO sobre el Ala Delta en Río
¿Sabías que Río de Janeiro es uno de los destinos más visitados del mundo para practicar ala delta? Cada año, miles de viajeros llegan solo para lanzarse desde Pedra Bonita: un punto tan icónico que ha aparecido en documentales internacionales. Además, la Federación Brasileña de Vuelo Libre organiza aquí campeonatos y eventos, consolidando a Río como el epicentro del turismo de aventura en Brasil.
PRECIOS y DETALLES del ala delta en RÍO de JANEIRO
El costo promedio de un vuelo en ala delta ronda entre $800 y $880 BRL (aproximadamente $2,750 y $3,000 MXN o $150 y $165 USD o) dependiendo del tipo de cambio. Algunos paquetes incluyen transporte, video, fotografías y certificado de vuelo. La mayoría de los instructores acepta reservas con anticipación y pagos en línea.
Si te mueve la aventura y quieres ver Río de Janeiro desde otra perspectiva, el ala delta es una experiencia que simplemente debes vivir. No necesitas experiencia previa, solo ganas de volar y de dejarte llevar por la magia de los paisajes de Brasil. ❖
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PANIOLOS: Los vaqueros HAWAIANOS que conquistaron el PACÍFICO
Cuando piensas en cowboys, seguramente imaginas el Viejo Oeste o las extensas haciendas mexicanas. Sin embargo, a cientos de kilómetros, en medio del océano Pacífico, Hawái también tiene su propia tradición vaquera.

La historia de los Paniolos comienza en 1793, cuando el capitán y explorador británico, George Vancouver, regaló al rey Kamehameha I un pequeño grupo de reses. La idea del rey era prohibir su caza durante 10 años para que estos se reprodujeran, pero aquellos animales, sin depredadores naturales en Hawái, se multiplicaron rápidamente y comenzaron a causar estragos en la vida cotidiana de las aldeas hawaianas, arrasando los cultivos y dañando los campos.
Ante la magnitud del problema, el rey permitió cazarlos, pero la tarea era complicada y se necesitaba un método más organizado para controlarlos…

La llegada de los VAQUEROS MEXICANOS
En 1832, durante el reinado de Kamehameha III, se invitó a expertos en manejo de ganado provenientes de California, entonces territorio mexicano. Ellos trajeron consigo la doma del caballo, el uso del lazo, la construcción de corrales y todo el conocimiento del mundo vaquero. Los hawaianos los llamaban “Españoles”, y con el paso del tiempo esa palabra se transformó en “Paniolo”. Desde entonces, la tradición vaquera quedó arraigada en el corazón de las islas.

Y aunque las técnicas iniciales eran las de los vaqueros mexicanos, los hawaianos pronto las adaptaron a su entorno volcánico y a su cultura. Los sombreros se tejían con fibras locales y se adornaban con guirnaldas de flores; las monturas se enriquecían con artesanía propia y hasta la música cambió: la guitarra, introducida por aquellos vaqueros mexicanos, se fusionó con melodías isleñas, dando origen al célebre estilo slack-key guitar.

Incluso en la alimentación dejaron huella, pues se popularizó la pipikaula: una carne de res salada y seca que servía como alimento práctico para largas jornadas en el campo. Pero el reconocimiento internacional de los paniolos no llegó hasta 1908, cuando tres jinetes hawaianos participaron en el rodeo de Cheyenne, Wyoming.
Entre ellos, Ikua Purdy sorprendió al mundo al ganar la prueba de lazo de novillos, demostrando que los cowboys del Pacífico podían estar a la altura de los más experimentados del continente.

¿Dónde ver a los PANIOLOS hoy en DÍA?
En la actualidad, la tradición paniola sigue viva y forma parte esencial del turismo cultural de Hawái. En la Gran Isla se encuentra el Parker Ranch, uno de los ranchos más antiguos y extensos de Estados Unidos. Ahí es posible recorrer exposiciones históricas, ver colecciones de sillas, lazos y trajes originales, además de participar en actividades relativas a la cultura paniola.

En la isla de Maui, la región de Upcountry conserva el ambiente ranchero, y en el pueblo de Makawao aún se celebran rodeos y festivales donde los Paniolos muestran sus destrezas. También en distintas islas se organizan las llamadas Pā‘ū Parades: coloridos desfiles en donde los jinetes visten sus trajes tradicionales y cabalgan caballos decorados con flores. Las mujeres también son parte fundamental de la cultura paniola.

Pero para quienes buscan una experiencia más cercana, existen empresas turísticas que ofrecen cabalgatas guiadas por paisajes volcánicos. Aquí podrás sentirte parte del legado paniolo mientras recorres praderas, respiras el aire fresco de las montañas y aprendes sobre el día a día de los vaqueros isleños.
Estas actividades permiten ver de primera mano que, más allá de las playas y el surf, Hawái también es tierra de caballos y lazos.

Los PANIOLOS: El legado que CABALGA en el PACÍFICO
Los Paniolos no solo solucionaron un problema de ganado en el pasado de Hawái, sino que también dieron a las islas una identidad única que combina influencias mexicanas con el espíritu hawaiano. Hoy, recorrer sus ranchos, asistir a un rodeo o escuchar la música que nació en sus fogatas es descubrir una cara distinta y sorprendente de Hawái: un lugar donde el vaquero lleva sombrero de flores y cabalga al ritmo de las olas… ❖

#NuncaDejesDeViajar
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El OBELISCO de BUENOS AIRES abre su mirador al PÚBLICO
Este 2025, la gran capital argentina abre las puertas a una experiencia en las alturas, donde podrás conocer la ciudad desde otra perspectiva…

No cabe duda de que uno de los mayores atractivos de la ciudad de Buenos Aires es su increíble arquitectura. La ciudad goza de tener edificios hermosos y un gran número de monumentos que le dan un toque único, y el Obelisco de Buenos Aires es la joya de la corona. En la Plaza de la República —entre Avenida Corrientes y Avenida 9 de Julio—, el Obelisco se alza como el monumento más querido de los ciudadanos, y este 2025 se enorgullece de inaugurar una nueva experiencia en su interior…

¿Cómo es SUBIR al OBELISCO de Buenos Aires?
Con 67.5 metros de altura y una larga historia de casi 90 años, el Obelisco de Buenos Aires abre sus puertas para subir a su cúpula y apreciar una de las vistas más privilegiadas de la ciudad. La experiencia empieza en lo bajo del monumento donde, después de un pequeño tramo de escaleras, podrás encontrar un elevador con lateral de vidrio. Este elevador te recibe con una pantalla que te indica información y datos curiosos sobre esta mítica construcción.

Este elevador te lleva hasta la zona más estrecha del obelisco para seguir el recorrido por unas escaleras de caracol que te llevan hasta la cúpula. Ahí, y a través de 4 ventas con vistas a los puntos cartesianos, podrás admirar cada paisaje de la ciudad de Buenos Aires.

Las vistas están acompañadas de una narración cultural sobre la historia del obelisco. La experiencia de subir, escuchar la narración y disfrutar de las asombrosas vistas tiene una duración aproximada de 20 minutos.
Entrar al mirador del Obelisco de Buenos Aires tiene un costo de $18,000.00 ARS ($232.83 MXN o $12.60 USD) para residentes argentinos. Mientras que, para los viajeros extranjeros, el costo es de $36,000.00 ARS ($465.66 MXN o $25 USD). Puedes conseguir tus entradas desde la página web oficial de la experiencia.

Un LEGADO en forma de MONUMENTO
El Obelisco de Buenos Aires fue construido para celebrar el cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires, siendo inaugurado en mayo de 1936. Su ubicación no es casualidad, pues se encuentra justo en el mismo lugar en donde se izó por primera vez la bandera de la ciudad.

La construcción es obra del arquitecto Alberto Prebisch, que, con ayuda de 157 constructores, se concluyó en tan solo 31 días. Curiosamente, se pensó en demoler la obra solo 3 años después de su construcción. Por fortuna, esto nunca pasó, y sigue en pie a más de 90 años de su inauguración.

Te invitamos a descubrir de una forma totalmente diferente uno de los íconos más importantes de Buenos Aires, Argentina. Disfruta de este monumento como nunca antes, y déjate maravillar por la nueva perspectiva que ofrece de la ciudad… ❖

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