CDMX
Merengues mexicanos, una dulce tradición que conquista
Merengues mexicanos, un dulce con aroma, color e historia. Descubre lo que hay detrás de este delicioso postre.
¿Te gustan los merengues? ¿Desde cuándo no ven a un merenguero por las calles?, conoce la historia de los Merengues mexicanos.
Esta dulce tradición proviene de las familias de antaño que se dedicaban a elaborar dulces típicos por la madrugada para salir a venderlos tempranito y durante todo el día por las calles de la Ciudad de México.
El Merenguero
Primero te voy a platicar del personaje que vende merengues: el Merenguero, quien es un mercader ambulante.
El lleva una mesa plegable ya sea en el hombro o en la cabeza, va por las calles pregonando la venta de los dulces que él mismo elabora. ¡Merengueeeeees! ¡Merengueeeeees!
Con el pasado, el merenguero jugaba con los niños de las escuelas sorteando con ellos los famosos “volados”, monedas al aire con la finalidad de conseguir una mejor venta.
“Sencillo o doble”, era la invitación a jugar y a ganar dos merengues por el precio de uno o a pagar dos veces el mismo merengue ¡En caso de perder!
Apostar unas monedas era una divertida acción que te dejaba una sensación de engaño ya que el merenguero por raro que parezca ¡Siempre ganaba!.
Familia de merengueros, merengues mexicanos
Pero los que perdían el volado, siempre se quedaban con un merengue en la mano, así que las cosas invariablemente han sido justas.
Este personaje y vendedor por lo regular viene de una familia de merengueros, es decir, ha heredado la tradición de hacer esos ricos dulces ya sea de color blanco o rosa.
Hay merengueros y merengueras, puedes encontrarlos en distintas ciudades o pueblos de México y en los lugares tradicionalmente más concurridos.
Antecedentes del Merengue
Pero hablemos de los antecedentes de este dulce que hoy en día, es parte de las tradiciones mexicanas y mezcla de otras culturas y otras cocinas extranjeras.
Se dice que la historia del merengue tiene sus orígenes en una pastelería de un pueblito suizo llamado Meiningen, de ahí su nombre de merengue, su autor fue un pastelero italiano de apellido Gasparini.
Hay otras versiones, como aquella en donde un cocinero Polaco preparaba los merengues para el rey de Polonia con una receta alemana.
Este rey tenía una corte en Nancy, Francia y ahí fue donde por primera vez se sirvieron los merengues.
Ya que su hija, la princesa, era muy golosa o mejor decir, una adepta a los dulces, tanto que los puso de moda en toda Francia al casarse con el hijo de Luís XV.
Posteriormente la famosa esposa de Luís XVI, María Antonieta, elaboraba con sus propias manos los merengues en el Pequeño Trianón.
Sí, ese hermoso palacete en Versalles, fue así que después este postre se extendió a toda Europa hasta llegar a nuestro continente y ser ahora los merengues mexicanos que todos conocemos.
Merengues mexicanos
Los merengues mexicanos llegaron con la cocina conventual virreinal. Así las sencillas recetas se fueron transmitiendo entre la población de México que utilizaba ingredientes locales.
Como el azúcar de caña, el piloncillo, las pastas de frutas y semillas para elaborar distintos dulces.
Estos merengues mexicanos se preparan como cualquier otro merengue, con claras de huevo y azúcar, pero para verse un poco más nacionales se les agrega un poco de pulque.
Gaznates
Así podemos degustar unos famosos “Gaznates”, que son láminas delgadas de harina que después de ser freídas en manteca, se rellenan de la mezcla del merengue y se hornean.
Además encontramos las tradicionales “Duquesas” y los “Suspiros” o simples “Merengues” en diferentes presentaciones y consistencia.
Si estás en la Ciudad de México acércate a los barrios tradicionales como Xochimilco y Coyoacán.
Paseando por las calles, seguro te encontrarás con algún amable merenguero gritón ofreciendo sus dulces hechos con merengue.
Algunos de ellos también se dedican a la venta de otros dulces tradicionales mexicanos como palanquetas, pepitorias o muéganos, pero esas ¡Son otras dulces historias!
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Más allá de su imponente arquitectura y el relato histórico que guarda, el Monumento a la Revolución es hogar de uno de los miradores más impresionantes de la ciudad.
Historia y arquitectura
Inaugurado en 1938, el Monumento a la Revolución fue diseñado originalmente como un Palacio Legislativo, pero los planes cambiaron tras el estallido de la Revolución Mexicana.
Su estructura art déco es una obra maestra, y subir al mirador también ofrece la oportunidad de descubrir los secretos de su construcción mientras se admira su inmensa cúpula de cobre, una de las más grandes del mundo.
Una experiencia elevada
El mirador, situado a 65 metros de altura, te ofrece una panorámica de 360 grados que abarca desde los rascacielos de Reforma hasta las montañas que rodean el Valle de México.
Subir hasta este punto es una experiencia única, ya que el recorrido incluye el uso de un elevador de cristal que atraviesa el corazón del monumento, permitiendo admirar los detalles arquitectónicos de cerca.
Desde el mirador, es posible disfrutar de espectaculares amaneceres, atardeceres de ensueño y una visión nocturna iluminada por las luces de la ciudad.
Ubicación
El Monumento a la Revolución está ubicado en la Plaza de la República, en la colonia Tabacalera, a tan solo unos pasos de Paseo de la Reforma y la Avenida de los Insurgentes.
Su ubicación estratégica lo convierte en un punto de partida ideal para explorar otras atracciones cercanas, como el Museo Nacional de la Revolución, el Centro Histórico, y los múltiples restaurantes y cafés que rodean la zona.
La ubicación es fácilmente accesible:
Metro: Línea 2, estación Revolución.
Metrobús: Línea 1, estación Plaza de la República.
Horarios y costos
Lunes a jueves: 12:00 a 20:00 horas (último acceso a las 19:30).
Viernes y sábado: 12:00 a 22:00 horas (último acceso a las 21:30).
Domingo: 10:00 a 20:00 horas (último acceso a las 19:30).
Los costos varían, pues en la página oficial del Monumento a la Revolución cuenta con paquetes, para que puedas elegir libremente la opción que más te agrade.
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Campeche
EDMUNDO RODRÍGUEZ, el héroe ANÓNIMO de la arquitectura mexicana
Si vives o viviste en la Ciudad de México, seguramente recuerdes o hayas visto alguna vez las bancas de Edmundo Rodríguez: enormes y pesadas piezas de concreto que, al día de hoy, aún se mantienen en pie en algunos espacios públicos de la ciudad.
Durante la década de 1970 en el Distrito Federal —ahora conocido como Ciudad de México—, se realizó un ambicioso programa de remodelación urbana, que consistía en embellecer y restaurar los espacios públicos de la ciudad. Para realizar esta dura tarea, se designó a un arquitecto, quien sería el encargado de diseñar el mobiliario urbano y de los espacios restaurados. Su nombre: Edmundo Rodríguez Saldívar, un joven arquitecto que se encuentra ausente en la historia de la arquitectura mexicana.
Edmundo Rodríguez y su huella en la CIUDAD
Como mencionamos antes, Edmundo Rodríguez es un nombre desconocido para muchos historiadores del arte y la arquitectura. Esto tiene que ver con que, a pesar de que ayudo y colaboro con arquitectos de renombre antes de terminar su licenciatura, dejó de ejercer casi a principios de 1980, para dedicarse, a lo que se piensa, fue el arte, convirtiéndose en un arquitecto olvidado.
Sin embargo, su trabajo no pasa del todo desapercibido. En el México de 1970, el arte contemporáneo y la arquitectura brutalista ganaron gran popularidad, y Edmundo Rodríguez supo utilizar esta inquietud.
Teniendo gran preferencia por la prefabricación y comodidad, Edmundo Rodríguez intervino con diseños de muebles de concreto en gran parte de las ciudades de México, destacándose por realizar bancas y juegos infantiles con un estilo que emanaba durabilidad, solidez, estandarización y neutralidad.
Como ejemplos, están las bancas y jardineras de la Plaza Concepción Cuepopan, las bancas campechanas en Campeche Nuevo, o las reconocidas bancas en el Parque Salesiano.
Un antiguo México VANGUARDISTA
Todos los diseños de Edmundo se muestran eficaces para solucionar problemas de mantenimiento, ergonomía y durabilidad, considerándose en ese entonces como vanguardistas y modernos, dependiendo del lugar donde se colocaron. Además, su realización era sencilla: consistía en moldes que eran llenados de concreto.
Claro que antes de retirarse, Edmundo Rodríguez participó en otras grandes obras, como el diseño del Deportivo Guelatao o el Deportivo Plateros. No obstante, su trabajo y obra en las bancas de los parques y jardines cambiaron para siempre la perspectiva de los espacios públicos, convirtiéndolos en lugares seguros, de descanso y encuentro dentro de la memoria colectiva.
Si visitas la CDMX y logras encontrar una de las bancas de Edmundo Rodríguez, no dudes en tomarte una foto con ellas. Y recuerda:
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Asia
DÍA NACIONAL DEL LIBRO: celebra con LIBROS PROHIBIDOS
Este 12 de noviembre, México celebra el Día Nacional del Libro, celebrando a esas piezas de papel que han sido fundamentales en el desarrollo del mundo.
En 1979, México nombro el 12 de noviembre como el Día Nacional del Libro, esto para conmemorar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz: una de las escritoras más influyentes del país. Y es que, se lea desde donde se lea, el libro ha sido uno de los instrumentos de transmisión más importantes para México.
Ya sea por conocimiento, cultura o entretenimiento, si existe, seguramente salió de un libro. Es por eso que, para que celebres este día, te presentamos 3 libros que fueron prohibidos y censurados en México.
Historia FILOSÓFICA y POLÍTICA de las Indias – THOMAS RAYNALD
Publicada en 1770, esta enciclopedia consiste en un compilado de ensayos e información sobre el comercio de los imperios de la época. Aquí se habla de la expansión y las fuentes de riqueza de las antiguas ciudades. Como resultado, fue prohibido en México por la Santa Inquisición, ya que reveló información clasificada de las élites, como su uso de esclavitud o explotación de materias primas.
Siendo básicamente un manual para volverse rico en el siglo XVIII, esta enciclopedia debe estar en tu lista de lectura del Día Nacional del Libro.
TOMOCHIC – HERIBERTO FRÍAS
Continuando con la celebración del Día Nacional del Libro, nos encontramos con Temochic, una novela escrita en 1893 por el militar Heriberto Frías, donde se relata la represión, violencia e injusticias que se vivieron durante el porfiriato en la Guerra Civil de Tomochic: un pueblo en Chihuahua que fue devastado por la milicia gubernamental al no contar con la “imagen progresista” que buscaba Porfirio Díaz. Si bien este libro no fue oficialmente censurado, sí tuvo consecuencias graves, como la limitada difusión y represalias para el autor.
Los HIJOS de SÁNCHEZ – OSCAR LEWIS
Los Hijos de Sánchez es un libro publicado en 1961 que retrata y analiza -a partir de notas- la vida de una familia marginada de los años 50’s. Aquí, conocerás a Jesús Sánchez y sus cuatro hijos, y todos los retos que viven día a día para lograr sobrevivir. Sin embargo, en 1965 el licenciado Luis Castaño Morlet condenó la obra como obscena y denigrante para el México, y levantó una denuncia formal para su prohibición. Afortunadamente dicha denuncia no prosperó, pero sí que generó mala fama y poca difusión de la obra.
Algo rebelde para el Día Nacional del Libro… ¿no crees?
Día Nacional Del Libro
En la actualidad, México ha mantenido una expresión y difusión abierta en cuanto a libros nos referimos, logrando que la cultura y los saberes lleguen a todo el largo y ancho del país.
Disfruta y celebra tus párrafos favoritos este Día Nacional del Libro.
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