Oaxaca
Mirador de cristal Cuachirindoo, de los mas altos de América Latina
Suspendido a 200 metros sobre el suelo se ha convertido en uno de los mas altos de América Latina…
A tan solo una hora de la encantadora ciudad de Oaxaca, el Mirador de Cristal Cuachirindoo se alza como un testimonio de ingeniería y belleza natural. Desde su inauguración el 1 de diciembre de 2022, este icónico mirador se ha convertido en un punto de referencia imperdible para todos aquellos que buscan una experiencia unica en las alturas.
Suspendido a 200 metros sobre el suelo se ha convertido en uno de los mas altos de América Latina, acompañando en la lista al Sky Costanera en Chile, con una altura de 300 metros, ¡igual que la torre Eiffel!
También conocido como “Mirador de Ixtlan”
Pues se encuentra en esta maravillosa localidad del estado de Oaxaca, es una hazaña arquitectónica que desafía los límites convencionales.
Su base de concreto y acero estructural, meticulosamente diseñada, está preparada para soportar hasta 15 toneladas de peso y resistir incluso los elementos más desafiantes, desde ráfagas de viento de hasta 280 km/h hasta movimientos sísmicos.
Esta fortaleza construida en las alturas te permite disfrutar de vistas panorámicas incomparables.
Desde lo alto de este mirador, tus sentidos serán cautivados por la belleza sin igual de la región. La vista se despliega en una sinfonía de colores y texturas, desde los exuberantes bosques hasta los picos montañosos que se pierden en el horizonte.
La sensación de estar suspendido en el aire, apoyado en su plataforma de cristal, crea una experiencia visceral que combina la emoción de la altitud con la belleza inigualable del paisaje.
Más que solo un mirador, esta estructura se convierte en un portal hacia vistas inolvidables y una experiencia enriquecedora.
Formando parte de un ambicioso proyecto turístico que incluye cabañas y una cafetería con piso de cristal, este rincón mágico promete un viaje lleno de asombro y placer para los sentidos.
Costo de entrada y horarios del Mirador de cristal Cuachirindoo
Por tan solo $150 pesos por persona, tienes el acceso completo a un mundo de descubrimiento en Ixtlán de Juárez. Esta tarifa de admisión, diseñada para ser accesible para todos, te brinda la llave para desbloquear la belleza y la aventura que este lugar tiene para ofrecer.
Los horarios de acceso están diseñados para abrazar cada día de la semana. Desde los lunes hasta los domingos, el santuario natural de Ixtlán está abierto para recibirte desde las 9:00 AM hasta las 5:00 PM.
Esto significa que no importa qué día elijas para tu escape a la naturaleza, siempre encontrarás las puertas abiertas y listas para recibirte.
Con una estructura principal en forma de ‘U’, el Mirador de Cristal Cuachirindoo se extiende a lo largo de 18 metros y se ensancha hasta 7 metros, proporcionando un espacio amplio y seguro para los visitantes que buscan una vista panorámica sin igual.
Esta plataforma, situada en lo alto del cerro, es un lugar perfecto para contemplar la magnificencia de la naturaleza circundante.
¿Como llegar?
Para llegar al Mirador de Cristal Cuachirindoo desde la ciudad de Oaxaca, te espera un viaje de descubrimiento. A lo largo de aproximadamente 64 kilómetros, puedes optar por la comodidad de los autobuses y taxis locales que realizan este recorrido.
Sin embargo, si buscas una experiencia más personalizada y la flexibilidad de explorar a tu propio ritmo, conducir por cuenta propia puede ser la opción ideal. O bien, consulta las opciones de tomar este recorrido con Autotur.
Descubre los servicios disponibles en su pagina oficial y viaja cómodo y seguro. Además de llegar a tu destino, este trayecto te brinda la oportunidad de explorar encantadoras localidades en la ruta, como San Felipe del Agua, San Jacinto Amilpas, Azompa, La Cal y Guelatao de Juárez, que van a ir enriqueciendo tu viaje con descubrimientos únicos.
Ixtlán de Juárez te invita a abrazar esta oportunidad, donde el mirador de cristal solo es el comienzo de una experiencia que perdurará en tu memoria…. Y recuerda, #Nuncadejesdeviajar!
Asia
La BARBACOA mexicana triunfa en el LEJANO JAPÓN
La barbacoa oaxaqueña viaja hasta Japón, logrando ganar batalla en los paladares de las altas islas de volcanes de Hokkaidō.
En una visita a Oaxaca, México, el chef Marco Gurushia, quedó encantado con uno de los sabores más emblemáticos del país… la barbacoa. Las manos creadoras de este delicioso plato fueron Mimi con su restaurante al aire libre Maíz Cocina Tradicional.
El inicio de una AVENTURA
Meses después, Yu, uno de los amigos de Marco, lo contacto porque quería preparar barbacoa en Hokkaidō, y Marco, que aún tenía el sabor de la barbacoa oaxaqueña, se le ocurrió contactar de nuevo con Mimi… y fue así como inició esta reciente y asombrosa aventura.
Mimi viajó a Japón acompañada de su familia, algunos chiles, especias, una parrilla y dos comales de 42 centímetros, de los cuales solo uno sobrevivió al vuelo.
BARBACOA… solo a la MEXICANA
La preparación de esta deliciosa barbacoa duró dos días: el primero se dedicó a construir el horno desde cero: excavar el agujero, poner los ladrillos y cemento, y dejar secar mientras se realizaba una clásica verbena mexicana, con música, mezcal y cervezas.
El segundo día fue de cocinada, no sin antes echar la bendición con mezcal al horno, para que todo saliera bien. Conseguir los ingredientes faltantes en Japón fue todo un reto. La carne fue conseguida de un borrego de una granja local, y las pencas de maguey fueron mandadas desde otra ciudad.
Unas horas después de calentar el horno, y en presencia de todos, se pudo meter la barbacoa, para que tiempo después, chefs, artistas y amigos se citaran en Hokkaidō para probar la deliciosa creación que resultó un rotundo éxito.
Sin duda, esta pequeña crónica compartida por Mimi y Marco no solo representa un profundo amor por la gastronomía mexicana; si no también enaltece la curiosidad y cercanía que une y crea México más allá de sus fronteras.
Y como bien se dice por ahí… el único problema de la barbacoa es que se acaba demasiado rápido.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
RUTA DE LOS ALEBRIJES… color, arte y Oaxaca.
Con alas, cuernos y colores irreales, los alebrijes son criaturas que no necesitan presentación; sin embargo, y a pesar de su gran popularidad, sus formas y siluetas no dejan de desconcertar a muchos. Es así como nace La Ruta de Los Alebrijes. ¿Te puedes imaginar tres días rodeado de estos fantásticos seres? Porque sí, es posible.
ALEBRIJES… un destello de imaginación
Bien es sabido que el alebrije nació gracias a Pedro Linares, un cartonero que vislumbró a estos extraños entes en lo que parecía que sería su lecho de muerte, a los 30 años de edad. Afortunadamente, la vida tenía preparado un destino muy distinto para Pedro, que, con la materialización de sus alebrijes, hizo que su fama no tardara en subir como la espuma, llevando su arte a todas partes del mundo… pero vayamos con calma, que aquí viene el día uno en La Ruta de los Alebrijes…
DÍA UNO. Una ARTÍSTICA Llegada a Oaxaca
La Ruta de los Alebrijes tiene su inicio en las alejadas tierras de Oaxaca, exactamente en el municipio de San Martín Tilcajete, porque es aquí donde nacen muchos alebrijes. Si bien, Pedro Linares residió en lo que fue el alterado Distrito Federal, en Oaxaca la palabra “alebrije” tomó un significado muy distinto, esto gracias al escultor y tallador Manuel Jiménez Ramírez.
Manuel acogió el concepto de Llinares y lo llevó hasta Oaxaca, convirtiendo la idea en el alebrije o tonas oaxaqueñas. Aquí la materia prima no es el cartón ni el papel, si no la madera de copal, además, los seres no tienen muchas mutaciones, y sus colores son detallados.
El día uno, además de visitar San Martín Tilcajete, podrás conocer un verdadero taller de alebrijes de madera, donde podrás vivir de cerca la creación de estos seres.
Aprovechando la visita, también tendrás la oportunidad de vivir uno de los oficios más típicos de Oaxaca… sí, hablamos del telar de cintura. Una técnica de confección textil que refleja muchas de las vivencias del pueblo, que van desde personajes, flora y fauna, hasta la parte más abstracta de la mente, como grecas y eslabones. Una experiencia que tienes que vivir.
DÍA 2. Oaxaca para VIVIRLO & mezcal para CONTARLO
Después de un merecido descanso, llega el segundo día en la Ruta de los Alebrijes. Pero para iniciarlo, visitaremos uno de los lugares símbolo de la relajación oaxaqueña: “Hierve el Agua”.
Hierve el Agua es un conjunto de cascadas petrificadas. Su formación logra alcanzar hasta los 15 metros de altura, y el manantial del que originan es ahora aprovechado como una alberca natural, donde podrás sumergirte en lo que serán las aguas más relajantes de tu vida, además de una vista por demás impresionante.
Pero hablemos de su historia. Considerada una zona arqueológica, Hierve el Agua no solo cuenta con cascadas petrificadas, sino también con terrazas y un sistema de riego ancestral que fue construido por los antiguos zapotecas. Esto nos da una idea de que, hace aproximadamente 2,500 años, estas tierras ya estaban siendo pisadas por parte de nuestra sangre.
Y después de serenar el alma, ahora toca calentarla, pero esta vez por medio de la corona al trago: el mezcal. Y es que, para poder tomarlo, también hay que saber apreciarlo.
Con una explicación bien detallada, podrás conocer (y vivir) el mezcal, como nunca antes lo habías hecho. Aquí, conocerás desde su cultivo hasta su artesanal y heredada preparación, todo desde una de las mejores mezcalerías de Oaxaca, donde podrás degustar… ¿y porque no? llevarte una botella a casa.
Y para terminar el día, hay que terminarlo bien: recorriendo el centro histórico de Oaxaca. Con un urbanismo netamente colonial español, el centro de Oaxaca carga en sus calles y esquinas un valor histórico incalculable, siendo considerado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Pero ahí te va un reto. En Oaxaca, una de las formas artísticas que predominan en las calles es el arte urbano, pero con un toque que distingue su fuerte conexión cultural… ¿cuántas obras puedes encontrar?
DÍA 3. Artesanías… el ALMA TRANSFORMADA en obra
Llegamos al día tres, y así como se inició la ruta, así se tiene que acabar… llena de arte. Pero antes de iniciar, recordemos una de las viejas reglas del viajero: un verdadero viajero no solo disfruta del destino, sino que también contribuye a su desarrollo y preservación, y conocer la cultura es parte de ello.
Y si bien, la Ruta de los Alebrijes es toda cultura, hemos llegado a la parte culmine de esta… el día artesanal.
En este último día tendrás la oportunidad de recorrer el Museo de Artesanías Oaxaqueñas, un encuentro de exquisitas y delicadas obras que te permitirán conocer y aprender más sobre este recinto artístico como lo es Oaxaca. Aquí se abarca todo, desde tallados, grabados, tejidos, bordados, barro, máscaras, pinturas, juguetes, y sí, los ya mundialmente conocidos alebrijes oaxaqueños.
Pero sabemos que te encanta el shopping ¿y a quién no? Así que para terminar con broche de oro este día artesanal, visitarás el Mercado Ocotlán. En este lugar se encuentra solo lo mejor del gremio. Podrás conseguir sombreros, canastos, llaveros, bolsas, blusas, y hasta zapatos artesanales. Y si te quedaste con antojo de un alebrije, aquí es el lugar perfecto para conseguirlo.
Pero si eres de los que al comprar les da hambre, no hay de que preocuparse, porque el Mercado de Ocotlán también tiene un apartado gastronómico, donde podrás deleitarte con platillos puramente oaxaqueños: barbacoas de chivo, tasajo asado, tamales de chepil, chapulines, gusanos de maguey, ricas nieves y tepaches.
Y así, con manos llenas y corazón contento, es como culmina la Ruta de los Alebrijes. Si te gustaría vivirla, podrás encontrar el paquete en agencias de viajes, como Rehiletes, que sin duda hará de ella una experiencia única en tu vida.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
Tesoros textiles de Oaxaca: Conoce los tapetes de Teotitlán del Valle
Obras de arte tejidas a mano que reflejan la rica tradición textil de la región, con diseños únicos, colores naturales y técnicas ancestrales.
Los tapetes de Teotitlán del Valle, Oaxaca, son verdaderas obras de arte que reflejan la rica tradición textil de la región. Esta tradición es el resultado de una fusión de influencias prehispánicas y coloniales, que ha dado lugar a una producción textil única y diversa.
Colores y bordado de los tapetes de Teotitlán del Valle
Cada tapete de Teotitlán del Valle es el resultado de un meticuloso proceso artesanal que puede llevar desde quince días hasta varios meses, dependiendo de la complejidad del diseño y el tamaño de la pieza. Todo comienza con el cardado y el hilado de la lana, seguido por la preparación de los colores naturales, que se elaboran con:
Rojos y Morados: Grana cochinilla, un insecto que vive en el nopal.
Azul: Añil, conocido localmente como jiuquilitl.
Púrpura: Caracol marino, llamado tishinda.
Negro: Vaina de huizache.
Café: Cáscara de nuez.
Naranja: Flor de cempasúchil.
Una vez que los hilos están teñidos, comienza la verdadera magia. El artesano dispone los hilos en el telar y, con una paciencia y precisión admirables, empieza a tejer los patrones. Cada diseño es una expresión única de la identidad cultural zapoteca, con motivos que a menudo reflejan la naturaleza, la mitología y la vida cotidiana de la región.
Del telar de cintura al telar de pedal
La llegada de los españoles a México trajo consigo nuevas fibras como la lana, así como herramientas e instrumentos que revolucionaron la producción textil en la región. Los telares de pedal introducidos por los colonizadores ofrecieron una mayor rapidez y eficiencia en comparación con los tradicionales telares de cintura. Sin embargo, fue la destreza y la imaginación de los artesanos zapotecos lo que realmente hizo de estos telares un sello distintivo, capaz de producir tapetes de una belleza y complejidad únicas.
Una tradición ancestral
En Teotitlán del Valle, la fabricación de tapetes es una tradición familiar que se transmite de generación en generación. Muchas familias de esta comunidad han dedicado su vida a perfeccionar su técnica, asegurándose de que este arte ancestral no se pierda con el tiempo. Los tapetes de Teotitlán del Valle no solo son productos artesanales, sino también testimonios vivos de un legado cultural.
Visitar Teotitlán del Valle es una oportunidad para conocer de cerca a los artesanos y comprender la dedicación que cada pieza implica. Los tapetes son una representación tangible de la conexión profunda que los zapotecos tienen con su tierra y su cultura. Cada hilo, cada color, cada patrón cuenta una historia de habilidad, creatividad y amor por el arte textil.
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