Leyendas
LA PLANCHADA: La VERDADERA LEYENDA en San Luis Potosí
¿Habías escuchado de esta enfermera fantasma?
Los hospitales son lugares que salvan vidas, pero varios de ellos están llenos de misterio y se envuelven en macabras historias que los mismos médicos y pacientes han contado a través de sus propias vivencias o las han escuchado de alguien más.
En esta ocasión queremos contarte de una historia muy sonada, pero confusa en su lugar de origen: “La Planchada”. Unos dicen que es de la CDMX, otros que de San Luis Potosí. ¿O será que esta misteriosa mujer se aparece en ambos lugares?…
La leyenda de La Planchada
Una enfermera de gran presencia y profesionalismo llamada Eulalia entró en el hospital ubicado entre los barrios de El Montecillo y San Sebastián. Tanto era su carisma y entrega al trabajo que llegó a ser conocida por todos en la clínica.
Todos la ubicaban por llevar siempre su uniforme blanco y almidonado, siempre planchado y sin ninguna mancha.
Eulalia era una mujer dedicada a su profesión y su familia, que constaba de su madre y dos hermanos. Nunca había tenido un novio, ni siquiera el interés por una relación. Ella vivía feliz y plena tal y como estaba.
Un doctor joven y apuesto de nombre Joaquín entró al hospital donde laboraba Eulalia. Era común que cuando alguien nuevo entraba, se citaba a todo el personal para presentarlo; sin embargo, la enfermera no estuvo en ese momento, pues pensaba que Joaquín solamente venía a la clínica a alardear de sí mismo y ser muy soberbio por su grado de médico.
Un buen día le tocó a Eulalia asistir una operación del doctor Joaquín. En ese momento la enfermera quedó perdidamente enamorada del médico, al ver por primera vez sus rasgos definidos y apuestos.
Desde aquel momento, Eulalia se desvivió por llamar la atención de Joaquín y conquistar su corazón; pasó de aborrecerlo a querer pasar el resto de su vida con él. Sin embargo, este amor no era correspondido y el médico no hacía caso a los coqueteos de la enfermera.
Luego de muchos intentos, Eulalia logró hacerse novia de Joaquín, y su relación parecía ir de lo mejor.
Eulalia procuraba mucho a Joaquín: regalos, citas y demás encantos eran regalados por la enfermera al médico.
En una ocasión, Joaquín fue a hablar con Eulalia a su casa. “Iré a un seminario de medicina interna fuera de San Luis. Será cuestión de unos quince días“, le dijo el joven médico. Se despidieron entonces con un beso y Joaquín partió.
Apenas había pasado una semana de su despedida con Joaquín, pero a Eulalia ya le había parecido una eternidad, pues tampoco había recibido una llamada o una carta de su amado. Se le ocurrió entonces preguntar a otro médico si no podía darle razón de Joaquín.
-El doctor tardará mucho tiempo en regresar de su viaje de bodas. ¿No sabía usted que se casó en la fecha que renunció a su trabajo en este hospital?- Le respondieron.
Eulalia jamás pudo recuperarse de la decepción amorosa que le causó ese engaño; “No debo abatirme”, se decía a sí misma. Pero lo cierto es que la enfermera no volvió a ser igual que antes: cometía error tras error, tenía pacientes mal atendidos y había quejas por todo el personal debido al mal humor y la negligencia de Eulalia.
Años después de inauguró un flamante hospital con el nombre de Doctor Miguel Otero, en lo que hoy es avenida Benito Juárez. A este hospital pasó la mayor parte del personal del antiguo Hospital Civil, entre ellos Eulalia.
Transcurrió el tiempo y la enfermera Eulalia, tras una penosa enfermedad provocada por aquella decepción amorosa con Joaquín, murió en esa misma clínica donde trabajaba.
Años después, el lugar fue se remodeló y pasó a llamarse Hospital Central Doctor Morones Prieto, el cual también comenzó a recibir a nuevo personal médico.
En uno de sus servicios, una de las enfermeras que recién había entrado, se sorprendió al ver con un rostro lleno de vida y salud a un hombre que una noche anterior deliraba de la fiebre. Sólo como protocolo, y por curiosidad, le preguntó:
-¿Cómo está? ¿Cómo pasó la noche?
-Bien, gracias a Dios, y también a la enfermera que vino en la madrugada a darme esa medicina que me hizo sentir mejor.- respondió el paciente.
La mujer se extrañó al escuchar al hombre, pues ninguna enfermera había atendido a los pacientes durante la madrugada. Sin embargo, no contradijo al enfermo y continuó con su labor hasta la hora de la comida.
En el comedor, la enfermera se dirigió de prisa con su jefa, para contarle lo que había escuchado del hombre, pues en ese momento ya no sólo la carcomía la duda, sino también el miedo de saber si la mujer de su anécdota era una enfermera fantasma.
-¡Ah, sí! Seguramente es La Planchada. Le decimos así porque siempre anda con la bata bien almidonada, limpia y sin arrugas. De vez en vez, se aparece por los pasillos y se mete a los cuartos de los pacientes.- respondió la jefa de enfermeras. -Una vez yo debía inyectar a una mujer, pero me llevé tremenda sorpresa cuando otra de las pacientes me dijo que una enfermera vestida de largo, con su ropa bien planchada, ya lo había hecho.
En el Hospital Central Doctor Morones Prieto se han acostumbrado a ver deambular por los pasillos o escuchar a los pacientes haber sido atendidos por La Planchada. Nadie duda que alguna vez haya estado como asistente en las operaciones que los nuevos médicos practican en el quirófano.
Y tú… ¿te dejarías atender por una enfermera fantasma?
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Leyendas
Donají: La princesa que se convirtió en LEYENDA
La leyenda de la princesa Donají es una historia de amor y sacrificio que une a las antiguas culturas zapoteca y mixteca en Oaxaca.
La leyenda de la princesa Donají es una hermosa y trágica historia que refleja el amor y el sacrificio en el contexto de las antiguas culturas zapoteca y mixteca. Donají, cuyo nombre significa “alma grande”, era hija del rey zapoteca Cosijoeza. Desde su nacimiento, un sacerdote predijo que su vida estaría marcada por el sacrificio por amor a su pueblo.
La leyenda de la princesa Donají: Un Destino Marcado por el Sacrificio
Desde joven, Donají mostró una profunda conexión con su gente y un amor inquebrantable por su tierra. Creció bajo la protección de su padre, el rey Cosijoeza, quien le enseñó sobre la importancia de la paz y la unidad entre los pueblos. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. La guerra entre los mixtecos y zapotecos estalló, llevando a tiempos de incertidumbre y dolor.
Encuentro con el Príncipe Nucano
Durante una batalla, Donají conoció al príncipe mixteco Nucano. A pesar de las diferencias entre sus pueblos, surgió un profundo amor entre ellos. Su relación se mantuvo en secreto, ya que ambos sabían que sus familias y comunidades no aprobarían su unión. Aún así, su amor floreció, simbolizando la esperanza de un futuro en el que zapotecos y mixtecos pudieran vivir en armonía.
La leyenda de la princesa Donají: La Prenda de Paz
La situación política se complicó y Donají fue capturada por los mixtecos. En un esfuerzo por lograr la paz, fue ofrecida como prenda para garantizar un tratado entre los dos pueblos. Aunque estaba prisionera, su espíritu valiente y su amor por su pueblo no se apagaron. En un acto de heroísmo, logró enviar un mensaje a los zapotecas, advirtiéndoles sobre un ataque inminente de los mixtecos.
El Sacrificio de Donají
Lamentablemente, su valentía no fue suficiente para salvarla. Los mixtecos descubrieron su traición y, en represalia, sacrificaron a Donají. Su cuerpo fue arrojado al río Atoyac, donde, según la leyenda, floreció un lirio en su honor, simbolizando su pureza y su sacrificio.
La leyenda de la princesa Donají: Un Legado que Perdura
La historia de Donají no terminó con su muerte. Su leyenda perdura hasta nuestros días como un símbolo de amor, sacrificio y la unión de dos culturas. Cada año, en la Guelaguetza, los pueblos de Oaxaca celebran su legado, honrando su memoria con danzas, música y tradiciones que reflejan la rica herencia cultural de la región.
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Leyendas
Popocatépetl e Iztaccíhuatl: La Leyenda de los Volcanes Mexicanos
Explora la conmovedora historia de Iztaccíhuatl y Popocatépetl, dos volcanes cuyo amor trasciende las barreras de la vida y la muerte.
La leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl, dos majestuosos volcanes que dominan el paisaje mexicano, es una historia que trasciende el tiempo, entrelazando amor, sacrificio y la eterna lucha entre la vida y la muerte. Esta narración no solo se convierte en un relato de amor trágico, sino que también refleja las creencias y valores de las antiguas civilizaciones que habitaron estas tierras.
Orígenes de la leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl
La historia comienza con Iztaccíhuatl, una hermosa princesa tlaxcalteca, y Popocatépetl, un valiente guerrero. Desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, el amor floreció entre ellos. Sin embargo, su felicidad se vio amenazada por las guerras que asolaban su tierra. El padre de Iztaccíhuatl, temiendo por la seguridad de su hija, accedió a permitir que Popocatépetl se casara con ella solo si regresaba victorioso de la batalla contra los mexicas.
La Traición y la Tragedia
Antes de que Popocatépetl partiera a la guerra, un celoso rival, deseoso de separarlos, engañó a Iztaccíhuatl haciéndole creer que su amado había muerto en combate. Consumida por el dolor y la desesperación, la princesa falleció de tristeza sin conocer la verdad. Cuando Popocatépetl regresó triunfante, su corazón se rompió al enterarse de la muerte de Iztaccíhuatl. Desolado por la pérdida, Popocatépetl tomó la decisión de honrar su amor eterno. Con gran pesar, llevó el cuerpo de su amada a la cima de una montaña que él mismo había construido con diez cerros. Allí, recostó a Iztaccíhuatl y le dio un último beso mientras encendía una antorcha para velar su sueño eterno. Así fue como los dos amantes se convirtieron en volcanes: Iztaccíhuatl se transformó en la Mujer Dormida, mientras que Popocatépetl se convirtió en el volcán activo que aún hoy emite fumarolas como símbolo del fuego eterno de su amor.
Significado Cultural de la leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl
La leyenda no solo es un relato romántico; también encierra profundas enseñanzas sobre el amor verdadero y el sacrificio. Los volcanes han llegado a simbolizar la conexión entre los seres humanos y la naturaleza, así como el respeto hacia las fuerzas naturales que moldean nuestro mundo. La imagen de Iztaccíhuatl, dormida eternamente bajo una manta de nieve, y Popocatépetl, vigilante y ardiente, nos recuerda que el amor puede trascender incluso las barreras más insuperables: la vida y la muerte.
La Herencia de la Leyenda
A lo largo de los siglos, esta historia ha sido transmitida oralmente y ha inspirado a artistas, poetas y escritores. La leyenda ha encontrado su lugar en diversas expresiones culturales, desde canciones hasta obras literarias y esculturas. Cada generación reinterpreta este relato, manteniendo viva la memoria de Iztaccíhuatl y Popocatépetl en el corazón del pueblo mexicano.
La leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl no es solo un cuento sobre dos amantes separados por circunstancias trágicas; es un testimonio del poder del amor eterno. A través de su trágica historia, aprendemos sobre los sacrificios que a menudo acompañan al amor verdadero y cómo este puede perdurar más allá del tiempo y del espacio. Así como los volcanes permanecen firmes en el horizonte mexicano, también lo hace el legado de un amor que nunca morirá.
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CDMX
La ESTATUA EMBRUJADA de Sor Juana Inés de la Cruz
Las calles de la Ciudad de México esconden cientos de misterios; muchos de ellos pasan desapercibidos por la agitada vida citadina; o ese es el caso de la escalofriante estatua de Sor Juana Inés que chasquea los dedos.
Sor Juana Inés de la Cruz es, por mucho, una de las figuras femeninas más importantes de la literatura mexicana. Su imagen es utilizada en numerosos casos para enaltecer la cultura de México. Ya sea en libros, pinturas y hasta billetes, seguro que la haz visto en más de una ocasión, pero… ¿conoces los aterradores rumores de su estatua?
Una LEYENDA urbana…
Ubicada en la Ciudad de México, en el callejón de San Jerónimo, frente al convento del mismo nombre – o lo que era en ese entonces el convento donde vivió Sor Juana -, nos encontramos con una escultura en homenaje a la poetisa, sentada en una enorme silla con una mirada seria y unas largas manos sobre su rebozo.
Esta escultura fue construida como un tributo a la gran ilustre; sin embargo, la falta de documentación ha hecho difícil conocer al autor y la fecha de su colocación. No obstante, eso no es lo que nos compete, ya que, los vecinos cercanos a ese lugar cuentan una leyenda muy siniestra de la estatua.
SOR JUANA te sonríe
Los habitantes cercanos a esta calle dicen que, si caminas por ahí a altas horas de la noche, escucharás el fuerte sonido de una canica rebotando; después, escucharás el sonido de un chasqueo de dedos que irá aumentando conforme te acerques a la estatua, y si al llegar, tienes la valentía de subir la mirada, podrás ver cómo la escultura de Sor Juana Inés te sonríe siniestramente…
Desde el inicio de esta leyenda, los rumores han ido en aumento. Muchos otros aseguran que a la estatua no le gusta que se paren frente a ella, por lo que repetirá el mismo susto: te chasqueará los dedos. Y si se te ocurre tomarte una foto con ella, en la imagen, su rostro habrá cambiado a uno más enojado, o con la boca entreabierta, como si quisiera decirte algo.
Los vecinos de por ahí aconsejan a los curiosos a que mejor “ni le busquen”, tratando de evitarles pasar un mal rato, ya que los sustos parecen ser ciertos… pero ¿qué podemos hacer? saber si esta leyenda es real o no sería jugarse los latidos, y como dijimos, la vida en la Ciudad de México esconde cientos de misterios…
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