Curiosidades
Condenados a navegar por siempre: ¿Qué misterios oculta el Holandés Errante?
Existe una leyenda que ha helado la sangre de navegantes durante siglos: la del Holandés Errante.
Este mítico barco fantasma, que surca las aguas envuelto en tormentas y con una tripulación espectral, es un símbolo de perdición y terror en el folclore marino. ¡Conoce la leyenda del Holandés Errante!
El origen de la leyenda
La leyenda del Holandés Errante nació en el siglo XVII, en plena era dorada de la navegación y el comercio marítimo, cuando los océanos del mundo eran dominados por intrépidos exploradores y comerciantes.
Aunque existen varias versiones de esta historia, todas apuntan a un capitán holandés llamado Hendrik van der Decken, quien comandaba una nave comercial en la ruta del Cabo de Buena Esperanza, un paso marítimo conocido por sus violentas tempestades y peligrosas corrientes.
Según la leyenda, en un intento desesperado por completar su travesía durante una tormenta descomunal, Van der Decken se enfrentó a la furia del mar.
Los miembros de la tripulación, aterrados por el inminente peligro, le rogaron al capitán que diera la vuelta, pero él, cegado por su orgullo, se negó rotundamente. Desafiante, exclamó: “Navegaré por estas aguas hasta el fin de los tiempos, si es necesario”.
El mar, estalló en una furia aún mayor, y en ese momento, Van der Decken y su tripulación fueron condenados a navegar por la eternidad.
La Maldición Eterna
Así nació la maldición del Holandés Errante. El barco, atrapado en un ciclo interminable de tormentas y niebla, quedó condenado a surcar los mares sin rumbo.
Con el tiempo, su tripulación murió una y otra vez, solo para renacer como espectros atrapados en un bucle eterno.
A partir de entonces, el barco y su temible capitán fueron convertidos en leyenda, temidos y respetados por todos los marineros que cruzaran las aguas traicioneras del Cabo de Buena Esperanza.
La creencia popular asegura que avistar al Holandés Errante es un augurio de muerte y desdicha.
Dicen que aquellos que logran verlo serán arrastrados por las olas o caerán víctimas de una tormenta imparable.
Algunos marineros incluso afirman que el barco intenta acercarse a otras embarcaciones, como si buscara desesperadamente entregar mensajes de condena o pedir ayuda para romper su maldición, pero nadie ha logrado sobrevivir para confirmar estos rumores.
El Holandés Errante en la historia y la cultura popular
El impacto de esta leyenda ha sido tan profundo que ha dejado su huella en la historia y la cultura popular a lo largo de los siglos.
Las primeras menciones escritas del Holandés Errante aparecieron en manuscritos y relatos marinos en el siglo XVIII, pero fue en el siglo XIX cuando su fama se disparó gracias a escritores como Washington Irving y Sir Walter Scott, quienes lo inmortalizaron en sus relatos.
Quizás una de las representaciones más famosas de esta leyenda es la ópera “El Holandés Errante” de Richard Wagner, que debutó en 1843.
La obra narra la historia de un capitán condenado que solo puede ser liberado por el amor eterno de una mujer.
La interpretación de Wagner le añadió una profundidad trágica a la leyenda, haciendo del capitán un ser torturado por su destino, buscando redención.
Más recientemente, el barco fantasma ha aparecido en la saga de películas Pirates of the Caribbean, donde su imponente figura, capitaneada por el siniestro Davy Jones, recorre los mares con una tripulación de criaturas marinas y marineros malditos.
Esta versión retoma elementos de la leyenda original, combinándolos con mitos de la cultura celta y otros relatos marítimos para crear una imagen aterradora y fascinante.
Avistamientos y Testimonios
Durante siglos, marineros y capitanes han jurado haber visto al Holandés Errante navegando a toda vela en medio de tormentas imposibles.
Uno de los avistamientos más famosos ocurrió en 1881, cuando la tripulación del buque de guerra británico, en el que viajaba el entonces príncipe de Gales (más tarde, el rey Jorge V de Inglaterra), reportó haber visto un barco brillante que apareció de la nada y luego se desvaneció.
A la mañana siguiente, uno de los vigías que había visto el barco murió en un extraño accidente, lo que reforzó la creencia en la maldición del Holandés Errante.
Incluso en tiempos modernos, hay relatos de marineros que afirman haber visto al barco espectral.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, marineros en el Estrecho de Mozambique afirmaron haber visto un barco antiguo que navegaba sin tripulación visible, deslizándose en silencio a través de las aguas.
¿Qué Hay Detrás de la Leyenda?
Muchos dicen que la leyenda fue creada para explicar las extrañas visiones y fenómenos en alta mar, como el espejismo de Fata Morgana, un fenómeno óptico que distorsiona las imágenes y hace que barcos distantes parezcan flotar en el aire.
Otros aseguran que es una advertencia moral sobre la arrogancia y la ambición, condenado a pagar el precio de desafiar a los dioses del mar.
Sin embargo, la verdadera esencia del Holandés Errante radica en su capacidad para capturar la imaginación de generaciones.
Es la personificación del miedo al mar, a lo desconocido y a la propia naturaleza humana, que siempre busca respuestas en los lugares más oscuros y misteriosos.
Quizás el Holandés Errante nunca fue real, o tal vez todavía navega en algún lugar del océano, perdido entre el tiempo y el espacio. Pero una cosa es segura: su leyenda nunca desaparecerá.
#NuncaDejesDeViajar
América
LUNA LUNA lleva el ARTE a New York
En 1987, al artista André Heller se le ocurrió una de las ideas más vanguardistas y extravagantes del mundo: un parque de diversiones intervenido por artistas.
“El arte debe presentarse en formas no convencionales y ser llevado a aquellos que no lo buscarían en entornos más predecibles“. Esta idea fue la que hizo que el artista austriaco, André Heller, concibiera una de las experiencias más fascinantes del mundo del arte: Luna Luna.
Luna Luna fue un parque de diversiones artístico donde artistas de la talla de Basquiat, Keith Haring, Salvador Dalí y Roland Topor diseñaron y crearon las atracciones. El parque se mantuvo abierto durante poco más de 4 años, hasta que, por supuestos incumplimientos de contratos, fue almacenado en contenedores en un rancho en Texas.
Rescatando el ARTE
35 años después, Drake, el rapero canadiense, junto con su firma de entretenimiento, rescató y restauró el parque, regresando sus artísticas atracciones de nuevo al público. Su reaparición inició en Los Ángeles… y ahora se llega, creando emoción en New York.
Esta exposición se vivirá a partir del 20 de noviembre en el centro cultural The Shed. Cabe recalcar que el uso de las atracciones no es posible, esto ya que se busca preservar las piezas, que, como imaginaras, son completas obras de arte, lo que convierte al antiguo parque en un museo.
¿Qué PODRÁS ver en LUNA LUNA?
Entre sus atracciones más aclamadas, encontrarás el Árbol Encantado de David Hockney, un cilindro que crea en su interior ramificaciones de luz…
La Capilla Nupcial de André Heller, donde los visitantes podían casarse con quien quisieran, siendo una de las atracciones favoritas de la exposición.
El Pabellón con Escenas Surrealistas de Roland Topor: una habitación llena de escenas surrealistas y música que genera incomodidad y pesadillas.
O la Galería de Tiro con Imágenes Políticas de Jörg Immendorff, donde los visitantes disparaban a vasos como acto de aniquilación que evocaba los restos de la Alemania de posguerra.
Son más de 30 atracciones de diferentes artistas de todo el mundo, que podrás conocer. Así que, si eres un amante del arte, de las ferias y la nostalgia, Luna Luna es el lugar perfecto para ti.
Puedes reservar tus boletos en su página web… y recuerda:
#NuncaDejesDeViajar
Asia
La BARBACOA mexicana triunfa en el LEJANO JAPÓN
La barbacoa oaxaqueña viaja hasta Japón, logrando ganar batalla en los paladares de las altas islas de volcanes de Hokkaidō.
En una visita a Oaxaca, México, el chef Marco Gurushia, quedó encantado con uno de los sabores más emblemáticos del país… la barbacoa. Las manos creadoras de este delicioso plato fueron Mimi con su restaurante al aire libre Maíz Cocina Tradicional.
El inicio de una AVENTURA
Meses después, Yu, uno de los amigos de Marco, lo contacto porque quería preparar barbacoa en Hokkaidō, y Marco, que aún tenía el sabor de la barbacoa oaxaqueña, se le ocurrió contactar de nuevo con Mimi… y fue así como inició esta reciente y asombrosa aventura.
Mimi viajó a Japón acompañada de su familia, algunos chiles, especias, una parrilla y dos comales de 42 centímetros, de los cuales solo uno sobrevivió al vuelo.
BARBACOA… solo a la MEXICANA
La preparación de esta deliciosa barbacoa duró dos días: el primero se dedicó a construir el horno desde cero: excavar el agujero, poner los ladrillos y cemento, y dejar secar mientras se realizaba una clásica verbena mexicana, con música, mezcal y cervezas.
El segundo día fue de cocinada, no sin antes echar la bendición con mezcal al horno, para que todo saliera bien. Conseguir los ingredientes faltantes en Japón fue todo un reto. La carne fue conseguida de un borrego de una granja local, y las pencas de maguey fueron mandadas desde otra ciudad.
Unas horas después de calentar el horno, y en presencia de todos, se pudo meter la barbacoa, para que tiempo después, chefs, artistas y amigos se citaran en Hokkaidō para probar la deliciosa creación que resultó un rotundo éxito.
Sin duda, esta pequeña crónica compartida por Mimi y Marco no solo representa un profundo amor por la gastronomía mexicana; si no también enaltece la curiosidad y cercanía que une y crea México más allá de sus fronteras.
Y como bien se dice por ahí… el único problema de la barbacoa es que se acaba demasiado rápido.
#NuncaDejesDeViajar
Campeche
EDMUNDO RODRÍGUEZ, el héroe ANÓNIMO de la arquitectura mexicana
Si vives o viviste en la Ciudad de México, seguramente recuerdes o hayas visto alguna vez las bancas de Edmundo Rodríguez: enormes y pesadas piezas de concreto que, al día de hoy, aún se mantienen en pie en algunos espacios públicos de la ciudad.
Durante la década de 1970 en el Distrito Federal —ahora conocido como Ciudad de México—, se realizó un ambicioso programa de remodelación urbana, que consistía en embellecer y restaurar los espacios públicos de la ciudad. Para realizar esta dura tarea, se designó a un arquitecto, quien sería el encargado de diseñar el mobiliario urbano y de los espacios restaurados. Su nombre: Edmundo Rodríguez Saldívar, un joven arquitecto que se encuentra ausente en la historia de la arquitectura mexicana.
Edmundo Rodríguez y su huella en la CIUDAD
Como mencionamos antes, Edmundo Rodríguez es un nombre desconocido para muchos historiadores del arte y la arquitectura. Esto tiene que ver con que, a pesar de que ayudo y colaboro con arquitectos de renombre antes de terminar su licenciatura, dejó de ejercer casi a principios de 1980, para dedicarse, a lo que se piensa, fue el arte, convirtiéndose en un arquitecto olvidado.
Sin embargo, su trabajo no pasa del todo desapercibido. En el México de 1970, el arte contemporáneo y la arquitectura brutalista ganaron gran popularidad, y Edmundo Rodríguez supo utilizar esta inquietud.
Teniendo gran preferencia por la prefabricación y comodidad, Edmundo Rodríguez intervino con diseños de muebles de concreto en gran parte de las ciudades de México, destacándose por realizar bancas y juegos infantiles con un estilo que emanaba durabilidad, solidez, estandarización y neutralidad.
Como ejemplos, están las bancas y jardineras de la Plaza Concepción Cuepopan, las bancas campechanas en Campeche Nuevo, o las reconocidas bancas en el Parque Salesiano.
Un antiguo México VANGUARDISTA
Todos los diseños de Edmundo se muestran eficaces para solucionar problemas de mantenimiento, ergonomía y durabilidad, considerándose en ese entonces como vanguardistas y modernos, dependiendo del lugar donde se colocaron. Además, su realización era sencilla: consistía en moldes que eran llenados de concreto.
Claro que antes de retirarse, Edmundo Rodríguez participó en otras grandes obras, como el diseño del Deportivo Guelatao o el Deportivo Plateros. No obstante, su trabajo y obra en las bancas de los parques y jardines cambiaron para siempre la perspectiva de los espacios públicos, convirtiéndolos en lugares seguros, de descanso y encuentro dentro de la memoria colectiva.
Si visitas la CDMX y logras encontrar una de las bancas de Edmundo Rodríguez, no dudes en tomarte una foto con ellas. Y recuerda:
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