Artesanías
Tesoros textiles de Oaxaca: Conoce los tapetes de Teotitlán del Valle
Obras de arte tejidas a mano que reflejan la rica tradición textil de la región, con diseños únicos, colores naturales y técnicas ancestrales.
Los tapetes de Teotitlán del Valle, Oaxaca, son verdaderas obras de arte que reflejan la rica tradición textil de la región. Esta tradición es el resultado de una fusión de influencias prehispánicas y coloniales, que ha dado lugar a una producción textil única y diversa.
Colores y bordado de los tapetes de Teotitlán del Valle
Cada tapete de Teotitlán del Valle es el resultado de un meticuloso proceso artesanal que puede llevar desde quince días hasta varios meses, dependiendo de la complejidad del diseño y el tamaño de la pieza. Todo comienza con el cardado y el hilado de la lana, seguido por la preparación de los colores naturales, que se elaboran con:
Rojos y Morados: Grana cochinilla, un insecto que vive en el nopal.
Azul: Añil, conocido localmente como jiuquilitl.
Púrpura: Caracol marino, llamado tishinda.
Negro: Vaina de huizache.
Café: Cáscara de nuez.
Naranja: Flor de cempasúchil.
Una vez que los hilos están teñidos, comienza la verdadera magia. El artesano dispone los hilos en el telar y, con una paciencia y precisión admirables, empieza a tejer los patrones. Cada diseño es una expresión única de la identidad cultural zapoteca, con motivos que a menudo reflejan la naturaleza, la mitología y la vida cotidiana de la región.
Del telar de cintura al telar de pedal
La llegada de los españoles a México trajo consigo nuevas fibras como la lana, así como herramientas e instrumentos que revolucionaron la producción textil en la región. Los telares de pedal introducidos por los colonizadores ofrecieron una mayor rapidez y eficiencia en comparación con los tradicionales telares de cintura. Sin embargo, fue la destreza y la imaginación de los artesanos zapotecos lo que realmente hizo de estos telares un sello distintivo, capaz de producir tapetes de una belleza y complejidad únicas.
Una tradición ancestral
En Teotitlán del Valle, la fabricación de tapetes es una tradición familiar que se transmite de generación en generación. Muchas familias de esta comunidad han dedicado su vida a perfeccionar su técnica, asegurándose de que este arte ancestral no se pierda con el tiempo. Los tapetes de Teotitlán del Valle no solo son productos artesanales, sino también testimonios vivos de un legado cultural.
Visitar Teotitlán del Valle es una oportunidad para conocer de cerca a los artesanos y comprender la dedicación que cada pieza implica. Los tapetes son una representación tangible de la conexión profunda que los zapotecos tienen con su tierra y su cultura. Cada hilo, cada color, cada patrón cuenta una historia de habilidad, creatividad y amor por el arte textil.
Artesanías
RUTA DE LOS ALEBRIJES… color, arte y Oaxaca.
Con alas, cuernos y colores irreales, los alebrijes son criaturas que no necesitan presentación; sin embargo, y a pesar de su gran popularidad, sus formas y siluetas no dejan de desconcertar a muchos. Es así como nace La Ruta de Los Alebrijes. ¿Te puedes imaginar tres días rodeado de estos fantásticos seres? Porque sí, es posible.
ALEBRIJES… un destello de imaginación
Bien es sabido que el alebrije nació gracias a Pedro Linares, un cartonero que vislumbró a estos extraños entes en lo que parecía que sería su lecho de muerte, a los 30 años de edad. Afortunadamente, la vida tenía preparado un destino muy distinto para Pedro, que, con la materialización de sus alebrijes, hizo que su fama no tardara en subir como la espuma, llevando su arte a todas partes del mundo… pero vayamos con calma, que aquí viene el día uno en La Ruta de los Alebrijes…
DÍA UNO. Una ARTÍSTICA Llegada a Oaxaca
La Ruta de los Alebrijes tiene su inicio en las alejadas tierras de Oaxaca, exactamente en el municipio de San Martín Tilcajete, porque es aquí donde nacen muchos alebrijes. Si bien, Pedro Linares residió en lo que fue el alterado Distrito Federal, en Oaxaca la palabra “alebrije” tomó un significado muy distinto, esto gracias al escultor y tallador Manuel Jiménez Ramírez.
Manuel acogió el concepto de Llinares y lo llevó hasta Oaxaca, convirtiendo la idea en el alebrije o tonas oaxaqueñas. Aquí la materia prima no es el cartón ni el papel, si no la madera de copal, además, los seres no tienen muchas mutaciones, y sus colores son detallados.
El día uno, además de visitar San Martín Tilcajete, podrás conocer un verdadero taller de alebrijes de madera, donde podrás vivir de cerca la creación de estos seres.
Aprovechando la visita, también tendrás la oportunidad de vivir uno de los oficios más típicos de Oaxaca… sí, hablamos del telar de cintura. Una técnica de confección textil que refleja muchas de las vivencias del pueblo, que van desde personajes, flora y fauna, hasta la parte más abstracta de la mente, como grecas y eslabones. Una experiencia que tienes que vivir.
DÍA 2. Oaxaca para VIVIRLO & mezcal para CONTARLO
Después de un merecido descanso, llega el segundo día en la Ruta de los Alebrijes. Pero para iniciarlo, visitaremos uno de los lugares símbolo de la relajación oaxaqueña: “Hierve el Agua”.
Hierve el Agua es un conjunto de cascadas petrificadas. Su formación logra alcanzar hasta los 15 metros de altura, y el manantial del que originan es ahora aprovechado como una alberca natural, donde podrás sumergirte en lo que serán las aguas más relajantes de tu vida, además de una vista por demás impresionante.
Pero hablemos de su historia. Considerada una zona arqueológica, Hierve el Agua no solo cuenta con cascadas petrificadas, sino también con terrazas y un sistema de riego ancestral que fue construido por los antiguos zapotecas. Esto nos da una idea de que, hace aproximadamente 2,500 años, estas tierras ya estaban siendo pisadas por parte de nuestra sangre.
Y después de serenar el alma, ahora toca calentarla, pero esta vez por medio de la corona al trago: el mezcal. Y es que, para poder tomarlo, también hay que saber apreciarlo.
Con una explicación bien detallada, podrás conocer (y vivir) el mezcal, como nunca antes lo habías hecho. Aquí, conocerás desde su cultivo hasta su artesanal y heredada preparación, todo desde una de las mejores mezcalerías de Oaxaca, donde podrás degustar… ¿y porque no? llevarte una botella a casa.
Y para terminar el día, hay que terminarlo bien: recorriendo el centro histórico de Oaxaca. Con un urbanismo netamente colonial español, el centro de Oaxaca carga en sus calles y esquinas un valor histórico incalculable, siendo considerado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Pero ahí te va un reto. En Oaxaca, una de las formas artísticas que predominan en las calles es el arte urbano, pero con un toque que distingue su fuerte conexión cultural… ¿cuántas obras puedes encontrar?
DÍA 3. Artesanías… el ALMA TRANSFORMADA en obra
Llegamos al día tres, y así como se inició la ruta, así se tiene que acabar… llena de arte. Pero antes de iniciar, recordemos una de las viejas reglas del viajero: un verdadero viajero no solo disfruta del destino, sino que también contribuye a su desarrollo y preservación, y conocer la cultura es parte de ello.
Y si bien, la Ruta de los Alebrijes es toda cultura, hemos llegado a la parte culmine de esta… el día artesanal.
En este último día tendrás la oportunidad de recorrer el Museo de Artesanías Oaxaqueñas, un encuentro de exquisitas y delicadas obras que te permitirán conocer y aprender más sobre este recinto artístico como lo es Oaxaca. Aquí se abarca todo, desde tallados, grabados, tejidos, bordados, barro, máscaras, pinturas, juguetes, y sí, los ya mundialmente conocidos alebrijes oaxaqueños.
Pero sabemos que te encanta el shopping ¿y a quién no? Así que para terminar con broche de oro este día artesanal, visitarás el Mercado Ocotlán. En este lugar se encuentra solo lo mejor del gremio. Podrás conseguir sombreros, canastos, llaveros, bolsas, blusas, y hasta zapatos artesanales. Y si te quedaste con antojo de un alebrije, aquí es el lugar perfecto para conseguirlo.
Pero si eres de los que al comprar les da hambre, no hay de que preocuparse, porque el Mercado de Ocotlán también tiene un apartado gastronómico, donde podrás deleitarte con platillos puramente oaxaqueños: barbacoas de chivo, tasajo asado, tamales de chepil, chapulines, gusanos de maguey, ricas nieves y tepaches.
Y así, con manos llenas y corazón contento, es como culmina la Ruta de los Alebrijes. Si te gustaría vivirla, podrás encontrar el paquete en agencias de viajes, como Rehiletes, que sin duda hará de ella una experiencia única en tu vida.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
Lele, la muñeca que lleva el alma de Querétaro en cada hilo
Conoce la linda muñeca que representa la rica herencia indígena de las comunidades otomíes que habitan la región.
La muñeca Lele tiene sus raíces en las comunidades otomíes de Amealco. Las mujeres otomíes, conocidas por sus habilidades artesanales, comenzaron a fabricar muñecas de trapo como juguetes para sus hijos, mucho antes de que se convirtieran en un símbolo del folclore mexicano.
Con sus trenzas adornadas, su traje típico y su cara sonriente, Lele (que significa “bebe en otomí) cuenta una historia de tradición, resistencia y orgullo cultural.
Estas muñecas, hechas originalmente de materiales simples como tela y retazos, fueron transmitidas de generación en generación, preservando las tradiciones ancestrales y la identidad cultural.
Fue en los últimos años que la muñeca Lele adquirió reconocimiento nacional e internacional.
En 2018, Querétaro llevó a cabo una campaña para promover la muñeca, incluyendo la creación de una versión gigante de Lele que recorrió ciudades emblemáticas como Madrid, Londres y Sídney, convirtiéndose en un ícono global.
Muñeca Lele: Simbolismo
Cada parte de su diseño está impregnada de simbolismo. Los colores increíbles de su vestimenta representan la conexión de los otomíes con la naturaleza, mientras que los detalles en sus trajes reflejan patrones tradicionales de la comunidad.
Las trenzas largas y adornadas simbolizan la fuerza y la unión familiar, un valor fundamental para los otomíes.
Además, su sonrisa amigable transmite el espíritu acogedor y generoso de los habitantes de Amealco.
Elaboración artesanal
Todo comienza con la elección de los materiales, mayormente telas de algodón y lana, cortadas a mano con gran precisión.
Las artesanas se encargan de cada detalle: desde el rostro bordado, que siempre presenta una expresión alegre, hasta la ropa tradicional otomí, que es cuidadosamente cosida y decorada con listones de colores brillantes.
Las trenzas son uno de los aspectos más distintivos de la muñeca. Con habilidad y paciencia, las artesanas trenzan tiras de hilo, dándoles la forma y firmeza que caracteriza a la muñeca Lele.
Luego, se decoran con cintas de vivos colores, que varían de acuerdo con las festividades o las preferencias personales de quienes las confeccionan.
El proceso puede llevar horas o incluso días, dependiendo del tamaño y los detalles de la muñeca. Pero el resultado siempre es una pieza única, cargada de historia y significado, que conecta a las nuevas generaciones con el legado de sus ancestros.
Otros datos curiosos sobre la Muñeca Lele
En 2018, Amealco de Bonfil fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en parte gracias a la tradición de la muñeca Lele y su importancia como símbolo de la cultura otomí.
Cada año, Amealco celebra la Feria Nacional de la Muñeca, donde se exponen miles de muñecas Lele y otras versiones artesanales, además de talleres, concursos y actividades culturales que buscan preservar y difundir esta hermosa tradición.
Aunque Lele es la muñeca más conocida, también existe su “hermana”, Dönxu, que tiene características similares, pero con una vestimenta más sobria y una figura adulta, representando a las mujeres otomíes.
Vive la experiencia de crear tu propia muñeca con Rehiletes
Si deseas conocer más de cerca esta hermosa tradición, Rehiletes te lleva a Amealco para vivir una experiencia magnifica.
No te pierdas la oportunidad de participar en un taller artesanal donde aprenderás a hacer tu propia muñeca Lele. Guiado por las mismas manos expertas que han mantenido viva esta tradición por generaciones, podrás crear un recuerdo personalizado, impregnado de la magia y el legado otomí.
De igual manera, explorar el mundo de la herbolaria y descubrir el conocimiento ancestral que nos dejaron los curanderos tradicionales será parte de este gran viaje, siendo así a través de un taller de medicina tradicional.
Esta experiencia te permitirá llevar a casa un pedazo del legado otomí, mientras disfrutas de una aventura cultural inolvidable.
#NuncaDejesDeViajar
Artesanías
Las BANDERAS de Santa Ana Jilotzingo en el mes patrio
Este pueblo cuenta con un rol esencial en la creación de símbolos patrios que adornan cada rincón de México en las festividades del 15 y 16 de septiembre.
Santa Ana Jilotzingo se encuentra aproximadamente a 30 km al norte de Toluca y a 70 km de la CDMX. La ubicación de este poblado, en medio de los verdes campos del Valle de Toluca, lo convierte en un rincón especial para conectar con las raíces más profundas de las tradiciones mexicanas.
Santa Ana Jilotzingo: Cuna de la Bandera Mexicana
La tradición de la confección de banderas y otros artículos patrios en Santa Ana Jilotzingo tiene raíces profundas, que se remontan a varias décadas atrás.
Inicialmente, las familias locales comenzaron a producir banderas para abastecer la demanda local, pero con el tiempo, la calidad y la artesanía de estos productos comenzaron a destacar.
Desde hace décadas, las manos expertas de sus artesanos han dado vida a banderas, estandartes, y otros artículos patrios que se distribuyen por todo el país.
Caminar por Santa Ana Jilotzingo es una experiencia única, especialmente en los días cercanos al 15 de septiembre, cuando todo el poblado se llena de vida y color, preparándose para abastecer al resto del país con sus emblemáticas creaciones.
Muchas de las familias que trabajan en la producción de banderas lo hacen desde pequeños talleres que se han pasado de generación en generación, manteniendo viva una de las tradiciones más patrióticas de México.
Los talleres locales se especializan en la elaboración de banderas de todos los tamaños, desde las pequeñas que adornan los coches y oficinas, hasta las monumentales que ondean en plazas y edificios oficiales.
Cada bandera, con sus colores verde, blanco y rojo, es un tributo a la historia y la identidad de México.
El corazón que late tricolor
Las banderas que salen de este rincón de Otzolotepec no solo adornan casas, escuelas y edificios gubernamentales durante el mes patrio, sino que también representan un símbolo de unidad y orgullo nacional.
El estandarte mexicano, con su águila devorando una serpiente sobre un nopal, es uno de los símbolos más reconocidos del mundo, y cada bandera que se produce en Santa Ana Jilotzingo lleva consigo una parte de la historia de México.
La comunidad local ha sabido capitalizar esta habilidad única para convertirse en un referente no solo en el Estado de México, sino a nivel nacional, siendo proveedores oficiales de banderas para múltiples instituciones gubernamentales y educativas.
Santa Ana Jilotzingo: ¡Un mar de banderas!
Para los viajeros que buscan una experiencia única, Santa Ana Jilotzingo es un destino obligado, y claro que especialmente durante las celebraciones patrias.
Al recorrer sus calles, uno puede ver los talleres en plena acción, con artesanos trabajando cuidadosamente en cada bandera y producto.
El pueblo organiza diversas actividades culturales y festivales donde se celebran tanto la historia de México como la habilidad artesanal de sus habitantes.
Uno de los momentos más esperados es el desfile de banderas, donde los artesanos locales exhiben sus mejores trabajos.
¿Cómo llegar?
Llegar a Santa Ana Jilotzingo es sencillo. Si vienes desde Toluca, puedes tomar la carretera Toluca-Naucalpan y desviarte hacia Otzolotepec.
Desde la Ciudad de México, puedes acceder por la misma vía, incluso contratando servicios de transporte como el de Autotur, donde puedes rentar camionetas o autobuses con choferes certificados. El trayecto es una oportunidad perfecta para disfrutar de los paisajes del Estado de México, con verdes montañas y campos que rodean al pueblo.
Visitar este pueblo es sumergirse en el espíritu patrio y conocer de cerca una de las industrias más simbólicas del país.
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