

Michoacán
Museo del dulce en Morelia, una sabrosa tradición
Hay un excepcional paraíso para aquellos amantes de los caramelos. Se encuentra en la conocida Calle Real, donde también está el Museo del dulce en Morelia.
En una peculiar calle antigua conocida como “la Calle Real” es donde se encuentra el Museo del dulce , uno de los sitios que más llaman la atención no sólo de los niños también de algunos curiosos y viajeros que transitan a sus alrededores.
Su estructura inicial es una vieja casona de la época colonial y no es por ufanar, pero al sobrepasar los límites de la entrada es como descubrir un pequeño túnel hacia el pasado.
Encuentras desde personas vestidas con antiguas prendas hasta herramientas que se utilizaban en las fábricas o en el campo y que se encuentran exhibidas en perfecto estado.
via GIPHY Museo del dulce en Morelia
Partes del Museo del dulce en Morelia
Cuenta con un espacio con fotografías antiguas que sin duda logra dejar boquiabierto a más de uno, es un tipo línea de tiempo que plasma en imágenes los inicios de Valladolid.
Esta hermosa casona abrió sus puertas desde el año de 1840 y estaba a cargo de Marcial Martínez pero se cuenta que para el año de 1939 la familia de Luis Villicaña se encargó de él, creando todo un concepto de rescate de tradiciones.
Uno de los atractivos principales es la antigua cocina colonial que aún parece enérgica, ahí la explicación de una mujer cobra vida cuando pone en marcha las manos al preparar una mezcla con azúcar y fruta para así elaborar los dulces de Ate.
Estos deliciosos dulces recién terminados son sólo una prueba y nosotros, seremos afortunados en degustarlos aún calientes.
El “Ate de Membrillo” es el dulce tradicional de Morelia, es muy común degustar un ate con queso que es verdaderamente una delicia si lo acompañamos de un rico café o chocolate.
Un ambiente, tradicional y lleno de calidez con el testimonio de años atrás se aprecia cómo si estuvieras en el México antiguo.
Cafetería del museo
Para ello en una parte de la casa puedes sentarte en la antigua cafetería mientras mujeres de otra época te atienden y ofrecen postres bien elaborados con las sabrosas recetas de antaño.
Los deliciosos pasteles, postres y bebidas como el café y el chocolate que en este lugar se preparan, son dignos de concurso.
Después viene todo un Palacio de dulces en un salón principal que pone intranquilo a cualquiera, lo que debes hacer es armarte de una canasta para comenzar a escoger aquellos dulces que recuerden tu niñez.
Los ates, obleas, tamarindos, dulces de leche y rompopes son exhibidos en peculiares y diversas envolturas y cajas.
Este delicioso museo es el resultado de una mezcla de dulces prehispánicos, artesanales y españoles, representan por consiguiente una delicia para el paladar.
Chocolates, dulces cristalizados, tamarindos picosos o salados, natillas de leche, obleas, jamoncillos, bebidas azucaradas, muñecas de cartón, calaveritas o soldaditos.
Pueden ser el mejor souvenir, o regalo para nuestros familiares o amigos. Ahí mismo te los envuelven en coloridos papeles de china multicolores.
Una visita por el Museo del Dulce además de ser entretenida y sabrosa, cumple con su propósito, rescatar una tradición no perdida. #NuncaDejesDeViajar.
GALERÍA DE IMÁGENES
- Museo del dulce en Morelia. Foto: Archivo
- Museo del dulce en Morelia. Foto: Archivo
- Museo del dulce en Morelia. Foto: Archivo
- Museo del dulce en Morelia. Foto: Archivo
Michoacán
TOCUMBO, el pueblo que CREÓ a la HELADERÍA la MICHOACANA
Con un origen incierto, esta heladería es un icono nacional imposible de ignorar, donde posiblemente todos hemos sido testigos de su sabor.

El calor es algo que todos hemos sufrido alguna vez en la vida… En la escuela, el trabajo, las calles… no sentir los estragos de las altas temperaturas es casi imposible; sin embargo, existe una forma muy común para combatir el calor, y se llama helado. Los helados han sido una parte muy importante de la cultura mexicana, y más si hablamos de la famosa heladería La Michoacana. Quien no conoce una, seguramente no es mexicano, y quien la conoce, entonces debe de conocer la historia de Tocumbo…

TOCUMBO: Un delicioso DESTINO
Al noroeste del estado de Michoacán, colindando con Jalisco, se encuentra un pequeño municipio llamado Tocumbo, conocido como “La Cuna Mundial de la Paleta”, y también “La Cuna de la Michoacana”. Este encantador pueblo es conocido por la elaboración de paletas de hielo, helados y aguas frescas, y sin duda alguna es un destino que no te puedes perder.

Aquí, los famosos “helados de palito” (como se les conoce a las paletas en Tocumbo) fueron la sensación y salvación del pueblo, gracias al paletero Rafael Malfavón Andrade, mejor conocido como “El Arrapato”. Su contribución al municipio fue enorme, ya que gracias a este visionario hombre la prosperidad llegó a Tocumbo. Toda esta historia se remonta a finales de los años 30, donde la elaboración de las primeras paletas de Rafael comenzó a verse por las calles.

Se dice que salía a vender su producto en cajas de madera, recorriendo las calles de Tocumbo y pueblos cercanos cabalgando a un tierno burro. Esta dinámica se mantuvo así por un tiempo, pero, con buen corazón, Rafael decidió enseñar este oficio a algunos jóvenes del municipio, creando empleos y evitando la pobreza que abundaba en la población.

Donde la HISTORIA se PARTE
Desafortunadamente, tanto el origen del nombre de “La Michoacana” como la veracidad de la historia son inexactos; incluso, las páginas oficiales de la heladería dejan la historia por la mitad. Entre las muchas versiones que existen, se dice que Ignacio Alcázar Pulido, un empleado de Rafael, le robó dinero y se fue a la Ciudad de México, instalando una heladería a un lado de la cárcel de Lecumberri, la cual se llamaría La Michoacana.

Otros dicen que “El Pinabete”, un aprendiz de Francisco, fue el que dibujó a la guare (la niña de La Michoacana) y la utilizó en sus propias heladerías. De ahí, una joven licenciada de mercadotecnia se la llevó a Jalisco, haciéndola famosa. También se dice, que entre los pobladores de Tocumbo se apoyaron realizándose préstamos para que todos pusieran sus propias paleterías.

Después de eso, tanto el nombre de La Michoacana como el logotipo fueron registrados por diferentes paleteros al pasar del tiempo. Después surgieron otros nombres, como La Flor de Tocumbo o La Flor y Fuente de Michoacán. Al final, queda claro que salió de Tocumbo, Michoacán.

Y a pesar de que Tocumbo se autonombró como el pueblo creador de la paleta de hielo, en Jalisco existe un pueblo conocido como Mexticacán, que igual se autonombró como la cuna de la paleta… Curiosamente, ambos pueblos están a tan solo 4 horas uno del otro.

SABOR llegando a todos LADOS
Actualmente, es reconocido como un destino turístico para los amantes de los postres fríos. Y es que aquí se realizan tours guiados por la propia organización de paleteros, donde se habla un poco más a detalle sobre los orígenes y leyendas del lugar.

Por otro lado, La Michoacana es la heladería más reconocida de México. Se estima que hay entre 8,000 y 15,000 michoacanas solo en el país, y unos 80 locales más a nivel internacional. Y es que, con más de 120 sabores de helados y paletas, y presumiendo que sus productos son hechos con un 70% de fruta natural, era obvio que La Michoacana tenía que ser la primera opción para combatir el calor.

Por cierto… tiempo después, los pobladores de Tocumbo organizaron la Feria de la Paleta, donde a finales del año, paleteros y heladeros del municipio se reúnen para honrar a la paleta. Se realizan conciertos, concursos de la mejor paleta e incluso espectáculos de fuegos artificiales.

Gracias a esta feria, la población pudo financiar la construcción del Templo del Sagrado Corazón de Tocumbo… el patrón de los paleteros. Su construcción estuvo a cargo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el mismo arquitecto del Estadio Azteca y el Museo de Antropología.

Así que ahora lo sabes, el sabor de La Michoacana es indiscutible, y a pesar de tener un origen incierto, algo sí nos queda claro: es una creación 100% mexicana… ¿Te animarías a conocer Tocumbo? ❖

#NuncaDejesDeViajar
Michoacán
LA PROCESIÓN DE LOS CRISTOS: una NOCHE SANTA en Tlalpujahua, MICHOACÁN
Durante Semana Santa, en el pueblo de la eterna Navidad, podrás vivir desde la procesión de los Cristos hasta la famosa quema de Judas… ¿Quieres saber por qué?

Tlalpujahua de Rayón, en Michoacán, no sólo se conoce por ser el pueblo de la eterna Navidad, pues va más allá de sus creaciones y decoraciones navideñas. Y es que aquí existen tradiciones que han perdurado de generación tras generación; que siguen vivas y no se olvidan… y una de ellas es la Procesión de los Cristos.

¿Qué es la PROCESIÓN DE LOS CRISTOS?
La procesión de los Cristos es una manifestación religiosa de fe, devoción e identidad para los tlalpujahuenses. Es una costumbre con casi 200 años de historia en la que más de 30 imágenes de Cristo y sus Dolorosas (Vírgenes María) de todas las iglesias aledañas son llevadas al Santuario de Nuestra Señora del Carmen, ubicado en el centro de Tlalpujahua. Ahí permanecen unos cuantos días. Por lo mientras, se realizan otras festividades.

Esta procesión sucede el miércoles antes de cada Jueves Santo, y es acompañada de la comunidad de feligreses, que con rezos, cantos y velas recorren las calles principales del Pueblo Mágico de Tlalpujahua. Todo esto se realiza alrededor de las 06:00 p.m., cuando las imágenes comienzan a salir de sus parroquias, entre el sonido de campanas que anuncia el comienzo de la Procesión de los Cristos.

Es importante mencionar que, usualmente, los hombres son quienes cargan a los Cristos; por su parte, las mujeres son las encargadas de llevar a las Dolorosas (Vírgenes María).

¿De DÓNDE SURGE esta tradición?
Según se cuenta, la Procesión de los Cristos se comenzó a dar a conocer allá por el lejano 1730, cuando el Dr. Don Felipe Neri Valleza, un juez eclesiástico (juez religioso), recogió el testimonio de la gente de Tlalpujahua y alrededores.

En sus escritos, se revelan las primeras crónicas que hablan sobre mayordomos y cargueros (personas dedicadas a llevar cargas). Ellos rendían culto a las imágenes de Cristos crucificados y a la Virgen María. Parte de su devoción la representaban cargando estas figuras por las calles de Tlalpujahua, para pedir calma de epidemias, buen clima y otros beneficios comunitarios.

Otra parte importante de la Procesión de los Cristos son los encapuchados. Un grupo de personas que realizan la procesión totalmente tapado, haciendo referencia a la penitencia y arrepentimiento por sus pecados. La tradición de ir encapuchado surge hace casi 100 años, dando como origen al Cristo del Señor del Monte.

JUEVES SANTO: el PRENDIMIENTO de Jesús
Después de la Procesión de Cristos, el jueves de Semana Santa, se lleva a cabo la marcha pretoriana por el grupo de fariseos, que salen del monumento Hermanos López Rayón. Este grupo recorre las calles del pueblo y, posterior a ello, se reúnen en el Jardín, en donde el Centurión les ordena buscar y capturar a Jesús.

Así se da comienzo a la representación del Prendimiento de Jesús en la Plazuela. Termina con la procesión de la imagen de Jesús de Nazareth, quien ha sido capturado y vendido, saliendo del atrio de la parroquia para recorrer las calles principales del pueblo. Esta representación puede realizarse tanto por el día como por la noche.

SÁBADO DE GLORIA: la quema de JUDAS
Por la mañana, los fariseos recorren las calles buscando a Judas, personaje caracterizado por una túnica amarilla, máscara negra y cabello rubio. Es perseguido por los fariseos hasta el cerro de Trigueros, donde lo cuelgan, y después es bajado en una camilla de madera con flores, para recorrer las calles de Tlalpujahua hasta la explanada de la parroquia Nuestra Señora del Carmen.

Una vez abierta gloria el sábado, finalmente termina la Procesión de los Cristos. Cada una de las imágenes puede regresar a su respectiva capilla. Algunos Cristos son acompañados de encapuchados, entre música, cuetes, confeti y fiesta. Sus capillas los reciben entre tapetes de aserrín, cuetes y misas.

¿Por qué VISITAR la PROCESIÓN DE LOS CRISTOS?
La Procesión de los Cristos es un evento que llena de luz las calles enteras de Tlalpujahua. Y seas creyente o no, es una buena oportunidad para poder ver algo de arte sacro, pues tienes que saber que muchos de los cristos que son sacados de sus capillas se remontan a siglos pasados. Está el ejemplo del Señor de los Carrillos, una figura de tamaño real elaborada con pulpa de caña de maíz, que data del siglo XVI.

También está el Cristo de Zapateros, una de las figuras más longevas de todo el pueblo de Tlalpujahua. Muchos habitantes donan limosnas para que pueda participar en la Procesión de los Cristos.

Los tlalpujahuenses te invitan a vivir la Semana Santa y sus tradiciones, que se disfrutan más entre sus calles empedradas, su arquitectura pintoresca y con un ambiente lleno de tradición y cultura. ❖

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Artesanías
Santa Clara del Cobre: Martillos que hacen historia
Con cada golpe de martillo, el cobre se transforma en una obra de arte única. En Santa Clara del Cobre, los artesanos, herederos de una tradición milenaria, dan vida al metal con sus manos expertas. Un proceso que fusiona la fuerza del fuego, la precisión de los movimientos y la magia de la creatividad.

En lo profundo del estado de Michoacán, México, se encuentra Santa Clara del Cobre. Este Pueblo Mágico es conocido por mantener vivas las ancestrales tradiciones de la orfebrería de cobre. El arte de trabajar el cobre en esta región tiene raíces en la cultura purépecha que datan de hace más de 800 años.
Fuego y metal: La alquimia purépecha
Los purépechas, una de las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica, perfeccionaron técnicas metalúrgicas únicas. El cobre no solo era funcional, sino también ceremonial y estético. En manos de hábiles artesanos purépechas, este metal era transformado en herramientas, ornamentos y objetos rituales que reflejaban la importancia del fuego como elemento sagrado.
El fuego, considerado una fuerza vital y un símbolo de poder, siempre fue central en la vida de los purépechas. El uso del cobre, moldeado y creado con el empleo del fuego, era una manifestación tangible de su reverencia por este elemento. Trabajar el cobre se convirtió, así, en un arte sacro que simbolizaba la conexión entre los dioses y los humanos.
Fuego y martillo
Hoy en día, Santa Clara del Cobre sigue siendo un baluarte de esta técnica ancestral. Al caminar por sus calles adoquinadas, los sonidos rítmicos de martillos golpeando el cobre resuenan como una melodía que trasciende el tiempo. Los talleres, modestos pero llenos de historia, son el lugar donde los maestros artesanos dan vida al metal con gran habilidad y paciencia.
El proceso artesanal es fascinante. Primero, se funde el cobre en hornos rudimentarios, alcanzando altas temperaturas que dan al metal su maleabilidad característica. Luego, los artesanos lo trabajan hasta darle forma, martillando con precisión para crear texturas y diseños intrincados. Cada golpe de martillo en el cobre ardiente es una coreografía de fuerza y delicadeza, de conocimiento ancestral y creatividad contemporánea.
Feria Nacional del Cobre: La fiesta del metal
Uno de los eventos más destacados es la Feria Nacional del Cobre, un festival anual que celebra la excelencia artesanal del pueblo. Durante esta feria, puedes presenciar demostraciones en vivo, participar en talleres y adquirir obras maestras de cobre directamente de los artesanos.
Otro evento significativo es la festividad del Fuego Nuevo Purépecha (Kurhíkuaeri K’uinchekua), una ceremonia ancestral que honra el ciclo agrícola y la renovación del fuego sagrado. Durante esta festividad, se enciende una gran hoguera en la plaza central, un espectáculo que simboliza purificación, renacimiento y continuidad de la vida.
Vuela a la tradición
Para visitar Santa Clara del Cobre y explorar su rica tradición en la orfebrería del cobre, una opción segura y eficiente es viajar con Aeroméxico. Primero, toma un vuelo hacia el Aeropuerto Internacional General Francisco J. Mujica (MLM) en Morelia. Esta ruta dura aproximadamente una hora.
Al aterrizar en Morelia, puedes continuar tu viaje por carretera, con Autotur, recorriendo cerca de 100 kilómetros hasta llegar a Santa Clara del Cobre en un trayecto que toma alrededor de dos horas más. Con esta combinación de vuelos y viaje terrestre podrás disfrutar de los encantos inigualables y la magia artesanal que ofrece este destino al alcance de tus manos.
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