El famoso Tíbet es una de las 5 regiones autónomas de China. Esta se encuentra al norte de Nepal y Bután. Es conocida por ser una de las zonas más montañosas gracias a sus enormes cumbres, colinas y montañas, que se comparten con la cordillera del Himalaya y que le dan una gran altitud geográfica. Es ahí, en la Colina de Rojo en la capital de Lhasa, en donde se encuentra el Templo de Potala.
Un PASADO turbulento
El Templo de Potala contiene un sinfín de historia, siendo construido en el lejano año 631 por el rey tibetano Songtsen Gampo, quien lo utilizaría con fines militares y actividades religiosas. Su presencia duró muchos años hasta que fue casi destruido en su totalidad por conflictos civiles en la caída del Reino de Tubo, además de haber sido el lugar de un impacto de rayo.
No fue hasta el año 1645 que Ngawang Lobsang Gyatso, mejor conocido como el quinto Dalai Lama, construyó en el lugar otros edificios, que servirían como un centro de refugio para los lamas y un centro de administración religiosa.
Tiempo después, y tras varias destrucciones, restauraciones y fortalecimientos, el Templo de Potala se convirtió en un palacio que alberga miles de escritos y objetos que cuentan gran parte de la historia de la región. En 1994, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, y en el 2017 se restauró de manera exhaustiva, convirtiéndose en todo un centro de visitas, llegando a recibir a casi 1.47 millones de viajeros al año.
El PALACIO BLANCO
El Templo de Potala se divide en dos palacios; el primero es el Palacio Blanco, donde se ubicaba la residencia de invierno de los dalai lama. Aquí pasaban su tiempo meditando y analizando diversos asuntos políticos. Hay diversas oficinas y espacios que fueron utilizados para diversas actividades culturales, en donde se destacan los salones del Sol, del Oeste y el Este.
En la parte superior se encuentra la habitación donde descansaba el Dalai Lama en turno, donde destaca una decoración viva e interesante. Al lado de esta zona, hay un edificio amarillo con una fachada adornada con banderas bordadas de símbolos sagrados, con el objetivo de recibir el año nuevo.
El PALACIO ROJO
La segunda parte del Templo de Potala es el Palacio Rojo, constituido de 9 pisos. Este palacio estaba más relacionado con los actos religiosos; además, es el único lugar del templo que aún mantiene pequeñas partes de la primera construcción del año 631.
Todo el tejado está bañado de bronce dorado; hay cinco estupas dedicadas al quinto, séptimo, octavo, noveno y decimotercer Dalai Lama. También se encuentra el Salón Shangjie Xingsheng, donde hay una cantidad grande de retratos de los diferentes emperadores que existieron en la Dinastía Qing y diferentes sutras budistas.
PEREGRINOS y VISITANTES del TEMPLO de POTALA
A pesar de ya no ser un centro político, el Templo de Potala aún es un lugar de veneración religiosa, donde viven algunos pocos monjes que realizan cantos todos los días; igual es un lugar de visita para los peregrinos, que encienden una linterna para orar; sin embargo, existe otra forma de veneración un tanto extraña, que consiste en lamer las paredes.
Y es que cada año, después de las temporadas de lluvia, que usualmente son durante el mes de octubre, las paredes del Templo de Potala son pintadas por voluntarios antes de que llegue la temporada de nieve. Para pintar utilizan leche, miel, azúcar y azafrán. La miel, la leche y el azúcar ayudan a crear una pintura blanca y pegajosa que seca rápido, mientras que el azafrán ayuda a mantener alejados a moscas y otros insectos.
Este proceso de pintura dura aproximadamente una semana, y se dice que deja un aroma fresco y delicioso en el ambiente, haciendo que la gente se acerque al muro a lamer las paredes. Muchos dicen sentir el sabor de la leche, mientras que otros mencionan, que las paredes tienen sabor a lima. Esto es algo que no todos los viajeros hacen, aún así, también se dice que es un acto para conseguir bendiciones, pues son paredes sagradas.
¿Cómo VISITAR el TEMPLO de POTALA?
Si quieres visitar el Templo de Potala, tendrás que llegar a la ciudad de Lhasa. Para esto, puedes viajar tanto en avión como en tren desde China. La duración de los viajes depende de desde dónde lo tomes, con vuelos de 3 hasta 6 horas, o viajes terrestres que pueden durar de 24 hasta 55 horas. Este último puede ser mucho más tardado, pero es más barato y te permite disfrutar paisajes hermosos.
Otra opción es tomar un vuelo desde Nepal, específicamente saliendo de la ciudad de Katmandú. Es una opción mucho más rápida, ya que el vuelo puede durar entre 1 a 1 hora y media. Tienes que considerar que para poder entrar al Tíbet, necesitarás tramitar un permiso de entrada; si sales de China, aparte de eso tendrás que tener el visado chino. Si en tu caso decidiste ir desde Nepal, no necesitarás visa, pero sí tendrás que quedarte en el país por 3 o 4 días.
Así que, si quieres probar (literalmente) una experiencia llena de cultura y fe, entonces viajar al Tíbet y conocer el Templo de Potala debería de ser una de tus principales opciones. ❖
#NuncaDejesDeViajar