Una de las épocas que más se disfrutan en Quebec es sin lugar a dudas el Otoño que marca un nuevo cambio en la imagen de los campos y bosques verdes, por tonos dorados, rojos, naranjas, amarillos y ocres que le dan un intenso ambiente de tranquilidad y paz.
Es una época de reflexión, de abrigarse y disfrutar del viento, de los sabores y perfumes que inician al terminar septiembre para darle paso al famoso fall foliage.
Toma un paseo tranquilo por Quebec en Otoño.
Es momento de pasear tranquilamente por los andadores o las carreteras mientras la estación cubre grandes extensiones territoriales.
Es el instante de Canadá, todos salen a disfrutar a pie o en bicicleta para pisar las hojas de los árboles de maple que todos distinguimos como símbolo del país y reflejan su exuberante naturaleza.
Las hojas de los arces o maples van cambiando con los días: primero son verdes, después amarillas y doradas; para octubre cuando es su etapa madura se tornan vivos tonos naranjas y rojos y finalmente en noviembre, cuando están a punto de caer, se vuelven cafés.
Esto sucede con las dos especies de maples, el platanoide y el rubrum, El cual crece junto a los lagos o ríos y requiere de mucha agua.
Por otro lado, árboles frutales y viñedos se quedan únicamente con los frutos que despiden un aroma característico del otoño.
Y la salvia llama la atención de las aves, mamíferos y ardillas para ¡darse el festín del año! época de cosechas para los dedicados al campo entre olores a madera y miel.
Quebec se llena de sorpresas en otoño.
Otra sorpresa es que el cielo se pone blanco y no precisamente de nubes sino de gansos que anuncian el período de migración de norte a sur y hacen una escala en San Lorenzo, un río tranquilo como muchos tantos que hay en la región.
Miles de escandalosos amigos alados cubren todo el río ya sea en el aire, en el agua o en la tierra.
Y se caracterizan por sus graznidos que pareciera que discuten entre ellos para ver cuál es la mejor manera de llegar a la costa este de los Estados Unidos para reproducirse y pasar el invierno.
Pasar el otoño en Quebec es una experiencia mágica.
Estar en La ciudad Quebec en Otoño es toda una experiencia de cuento de príncipes y princesas, de murallas y casas afrancesadas.
Es el momento de anunciar festivales y actividades culturales que permiten disfrutar de una agradable estancia y andar por sus museos o para reunirse en los restaurantes, divertirse en un paseo por caballos o telesillas.
Las calles adoquinadas se deben recorrer a pie; todas te llevan al “Château Frontenac”, hotel de la cadena canadiense Fairmont, el edificio más emblemático de Quebec, el cual se divisa desde cualquier punto.
Un dato curioso es que en este lugar se refugiaron los aliados Churchill y Roosevelt en la Segunda Guerra Mundial.
Recorrer el hotel es remontarse a los años 20´s y 30´s en donde el personal se viste a la usanza de ese tiempo, sin olvidar la principal característica de los quebecois, la amabilidad.
Una ciudad artística.
Ciudad con tiendas de artesanía y ropa, artistas y músicos callejeros son parte del escenario.
Las casas y los hoteles despiden aromas de pan horneado de manzana, me recuerda escaparme entonces también a los diferentes huertos como “Laurentides” o “Montérégié” para un día de campo o cosecha de manzanas y arándanos. Ahí escoger entre comprar sidras y mermeladas.
También se disfruta la visita a viñedos del sur para degustar lo que tan perfectamente se cuidó durante un año y que ofrece los mejores aromas atrapados en una botella.
Colorido y cálido a pesar del viento helado, no es una garantía que los campos se cubran de cierto color, esto va a variar dependiendo de la lluvia, la altitud y el viento que cada año son diferentes.
A veces te sorprenderá un cambio radical en un solo día, pero así es Quebec con personalidad en colores, sabores y aromas que sorprenden.
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