Cuando los de Club Premier me invitaron a participar en una cena a ciegas lo primero que imaginé es que nos taparían los ojos con un antifaz y nos harían probar diferentes platillos.
Para mi sorpresa la experiencia fue mucho más grande y gratificante que solo… apagar la luz y la cita fue en el restaurante Astrid y Gaston de Polanco.
Cena a ciegas con Club Premier
Los anfitriones fueron muy insistentes con el horario, puesto que una vez iniciada la cena no se podría ingresar. Solo fue cuando llegamos que nos dimos cuenta el porqué.
Una sección entera del restaurante había sido acondicionada para el evento. Bueno, al menos así lo parecía ya que las mantas del techo al suelo no dejaban ver más allá.
Algunas personas tomaban una copa en el bar de la entrada mientras esperábamos que nos llamaran. El ambiente era como si los viejos conocidos se hubieran reunido para ponerse al día.
De hecho, algunas personas si se conocían de eventos anteriores, ya que, como mencionamos, la cena a ciegas fue organizada por Club Premier.
Y fue exclusiva para sus socios como parte de su programa “Experiencias”. Programa que busca ofrecer opciones de entretenimiento originales para sus afiliados.
Más que cenar sin luz
Algunas personas comentaban que se sentían nerviosas de lo que podría pasar. ¿Pues qué será? Pensaba yo. ¿Solo cenaremos a obscuras y ya, no? .
¡Ah qué equivocado estaba! No podía imaginar lo que estaba a punto de presenciar en mi primer cena a ciegas. Uno a uno nos fueron llamando.
Al parecer tendríamos que entrar en grupos y tomados del hombro para no caernos. Pronto llego mi turno y para mi sorpresa no nos vendaron los ojos.
La obscuridad dentro del área era tal que aunque me pusiera la mano frente a mi cara no la podía ver. Debo de aceptar que los primeros minutos me sentí algo ansioso.
Jamás pensé que la ausencia absoluta de luz me pudiera afectar de esa manera. Después de un rato, decidí que lo mejor era cerrar los párpados para no forzar la vista.
Primer acercamiento a las sorpresas de la noche
Fue entonces cuando me di cuenta que en realidad estaba abriendo los ojos hacia el interior. Al no contar con la vista, lo único que nos quedaba era afinar todos los demás sentidos.
Empezamos a platicar sin buscar el celular. A oler tratando de adivinar los aromas y a tocar la mesa para identificar los cubiertos, los platos y las copas.
Pronto se acercó una chica quien nos atendería, su nombre era Nancy. Nos contó que era invidente y que sería la encargada de guiarnos a cada momento. ¡Y vaya que nos hacía falta!.
Era como si hubiéramos permanecido en la selva por mucho tiempo y de repente nos llevaran a la civilización. Todo era nuevo, diferente o envuelto en una nube de misterio.
Nos colocaron el primer plato frente a nosotros, o al menos esos nos comentaron puesto que no nos percatamos en qué momento lo sirvieron. –¿Qué es?–, pregunté, y alguien a lo lejos me dijo –¡Quién sabe! Pruébalo”–.
Que comience la cena a ciegas
En ese momento me di cuenta de lo que era vivir con ceguera, no era ningún juego ni una cena de algunos minutos. Era olvidarse del mundo como lo conocía y volver a aprender de él, pero con otras habilidades.
El primer bocado fue el verdadero reto. Resultó muy divertido tratar de adivinar qué era lo que estaba masticando. La textura era lo más sencillo.
Bastaba con llevarlo a la boca para saber si era solido, grumoso, liquido o crocante. Desafortunadamente mi paladar no está acostumbrado a separar individualmente el sabor de cada platillo, eso sí, sabía delicioso.
Pero fue hasta que terminamos que nos dijeron que se trataba de un cebiche con leche de tigre acompañado de granada. Una verdadera delicia fusión peruano-mexicana.
El maridaje fue la parte más complicada y emocionante, teníamos tres copas frente a nosotros y debíamos tomar la adecuada para ese momento.
Los retos de nuestra cena a ciegas con Club Premier
Tuvimos que ser muy cuidadosos al deslizar nuestras manos torpes por la mesa para encontrar la bebida adecuada sin derramar ni una gota. Al final, la recompensa fue ese sabor fresco del vino blanco.
El siguiente plato de la cena a ciegas estuvo lleno de sorpresas, solo meter el tenedor para descubrir qué contenía era todo un desafío. Hubo quien de plano metió los dedos para sentir qué era lo que se llevaría a la boca
¿Te imaginas tener meter tu dedo a la comida cada vez que quieras comer? Pero supongo que la seguridad de comer sin saber a ciencia cierta lo que te estás llevando a la boca, es una habilidad que se desarrolla con el tiempo.
Cada que daba un mordisco pensaba que de no ser por la vista, seguramente me daría la oportunidad de comer más cosas que hasta el momento no me había atrevido.
Seamos sinceros, todos juzgamos el sabor de un alimento por cómo se ve. Así, entre pláticas y risas llegó la hora del plato fuerte.
Fase final: plato fuerte y postre
Había tres diferentes alimentos, pero hizo falta que los probáramos para descubrir qué se trataba de: un rollito primavera, una empanada calientita y un tamal de maíz.
La combinación de sabores despertaba la boca como si nunca hubiera sido utilizada, como si estuviera yo comiendo por primera vez.
La culminación de la noche fue el postre, pero antes de probarlo tuve que preguntar a mis compañeros si no tenía chocolate. Ya que desde algún tiempo para acá, lo tengo prohibido.
Una vez más tuve una probadita de realidad, la imposibilidad de no saber qué tenía frente a mí me ayudó a no dar por sentado ninguno de mis sentidos.
Además, valoré el trabajo excepcional de los meseros ciegos quienes estaban haciendo su mejor esfuerzo por atendernos.
Más allá de la vista
Ninguno de ellos sabría quienes éramos ni cómo lucíamos, pero a cada momento estuvieron pendientes de que nada nos faltara.
Al momento de prender la luz, todos en la mesa nos miramos con otros ojos, el hecho de habernos acompañado solo con la voz nos permitió conocernos de una forma que tal vez no hubiéramos permitido.
Al final de la noche no solo nos fuimos con una cena deliciosa, sino también con una nueva conciencia acerca de uno mismo y del valor que debemos de dar a las personas que viven con algún tipo de incapacidad.
Si deseas vivir una cena a ciegas como esta, más vale que te pongas al pendiente de las noticias de Club Premier ya que no se llevan a cabo con mucha regularidad, pero esperarlas vale mucho la pena.
No olvides comentarnos si has tenido una experiencia de este tipo o si te gustaría vivirla. Y recuerda… ¡#NuncaDejesDeSorprenderte!