Ícono del sitio El Souvenir

La leyenda del Jarro de Sangre

PORTADA Leyenda del Jarro de Sangre

PORTADA Leyenda del Jarro de Sangre

Cada mañana, un campesino se levantaba temprano y salía de su humilde casa. Tras caminar varios kilómetros, llegaba a su parcela; allí, dejaba sus herramientas y comenzaba a trabajar.

Al mediodía, su esposa llegaba con una canasta de comida. Juntos, se sentaban a descansar bajo la sombra de un árbol. Comían su almuerzo y compartían historias.

Leyenda del Jarro de Sangre. Foto-Web

La mujer llevaba un guisado de carne de puerco, verdolagas y chiles para su esposo. Para ella solamente llevaba, todos los días, un jarro de sangre guisada con especias y con un olor fuerte y penetrante.

La mujer bebía la sangre con desesperación, como si fuera el último platillo que fuera a comer en su vida. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su rostro era de angustia.

Mujer bebiendo. Foto-Web

En algunas ocasiones, el campesino invitaba a sus compañeros para compartir la comida. Estos campesinos se dieron cuenta de que la mujer llevaba jarros de sangre y la veían comerlos con una desesperación que los asustaba.

Uno de los campesinos le dijo al hombre:

—Oiga, amigo, yo le voy a dar un consejo. En los pueblos de San Juan Tlihuaca y San Martín Xochinahuac, dicen que han visto bolas de fuego. Y en el mismo San Juan, han amanecido niños amoratados, tirados en las puertas de sus casas o en el fogón— dijo.

Vigile a su mujer, porque dicen que de su casa sale una de esas bolas de fuego que se posa en la higuera, convirtiéndose en un perro o un guajolote, buscando a los niños recién nacidos. Vigile a su mujer…— agregó.

La Leyenda del Jarro de Sangre. Foto-Web

El Jarro de Sangre

El campesino se quedó perplejo, pero decidió seguir el consejo de su compañero y estar atento a lo que hacía su esposa.

Aquella noche, el hombre se hizo el dormido para espiar a su mujer. Ella se levantó de la cama y se dirigió al fogón de la choza. Con un gesto rápido, se desprendió de sus piernas y brazos, dejando caer al suelo un andrajoso vestido.

Hombre vigilando a su esposa. Foto-Web

El hombre, escondido en un rincón, no podía creer lo que estaba viendo. Su esposa se había convertido en un ser horrible, con un cuerpo negro y sinuoso, alas enormes y garras afiladas. Su piel estaba cubierta de escamas, y sus ojos brillaban como dos brasas.

La mujer, en su forma de bruja, se levantó y se dirigió a la ventana. Con un grito agudo, abrió las alas y se lanzó al aire. Mientras volaba, sus plumas se volvieron de un rojo intenso, como llamas.

Jarro de Sangre. Leyenda

El hombre, horrorizado por lo que había visto, se levantó del rincón en el que estaba escondido y se acercó al fogón. Con un corazón latiendo a mil por hora, recogió las piernas y los brazos de su esposa y los arrojó al fuego.

Las piernas y los brazos comenzaron a arder con una llama intensa, que iluminó toda la choza. La bruja, que estaba posada en una higuera cercana, comenzó a gritar de dolor.

Bruja. Foto-Web

La bruja descubierta

En ese momento, los vecinos, alarmados por los gritos, salieron de sus casas.

Cuando vieron a la bruja tirada en el suelo, se abalanzaron sobre ella. La ataron con cuerdas y la llevaron a las afueras de la parroquia, donde la quemaron en una pila de leña verde.

Leyenda Jarro de Sangre. Foto-Web

El hombre, junto con sus compañeros campesinos, se horrorizaron al ver que la sangre que su esposa bebía era, en realidad, la de los niños que habían sido encontrados amoratados en varias casas del pueblo.

Según la leyenda, la bruja no murió en la hoguera y aún ronda las calles de San Juan Tlihuaca. Se dice que su espíritu se transforma en bolas de fuego que se pueden ver en la noche, especialmente en el panteón o los ahuehuetes.

Historia Original: Fernando Urdapilleta, cronista de Azcapotzalco, CDMX.

#NuncaDejesDeViajar

Salir de la versión móvil