La majestuosidad de las cataratas de Iguazú en Argentina tiene un secreto que quiere contarte, pero con un rugido.
La experiencia de encontrarme frente a la furia del agua es incomparable a cualquier video, fotografía o descripción anterior a lo que viví.
Ese pedazo de tierra roja y escenarios verdes salidos de un libro de ciencia ficción en donde la bruma y la selva hacen el mejor esfuerzo, nos invitan a exhalar un inesperado ¡Wow! a todo aquel visitante que lo ya ha visto todo.
Una aventura a la selva argentina, Cataratas de Iguazú
Mi experiencia comenzó con tres vuelos partiendo de la Ciudad de México hasta Iguazú, en territorio argentino.
Tuve que volar alrededor de 14 horas que se convirtieron casi en 20 por la espera en las conexiones.
Pensé que nunca llegaría y esta situación me hacía la constante pregunta ¿Valdrá la pena un recorrido para observar al agua buscando una salida hacia el mar? Era cuestión de esperar.
Después de un México – Lima – Buenos Aires (Cambio de aeropuerto) Buenos Aires – Iguazú, terminé alucinando las indicaciones de las sobrecargos que se habían convertido en mis nanas.
Ellas hacían todo lo posible para que mi viaje fuera confortable apapachándome con deliciosas comidas y snacks.
Además, de unos buenos menús de entretenimiento, mi respectiva cobija y una almohada para perderme en un profundo sueño.
Llegando a tierras argentinas
Durmiendo cual bebé en el último vuelo, el capitán de la nave finalmente dijo la tan esperada frase: “en breve aterrizaremos”.
Ahí, sentado junto a la ventanilla tras un puñado de amarradas nubes que me fueron dando a cuenta gotas un escenario maravilloso.
El sol se reflejaba sobre un caudaloso rio a manera de bienvenida, se trataba de una serpiente dorada que se arrastraba en medio de la abundante selva.
Un aeropuerto pequeño en forma de coqueta cabaña nos recibía a mí y a un grupo de despeinados viajeros que pedían a gritos darse un baño y llegar a reconocer el lugar.
La entrega de maletas fue breve ya que afuera nos esperaba Jala, la representante de la operadora de viajes quien tenía listo todo para trasladarnos al hotel.
El trayecto de una media hora fue ameno mientras ella nos contaba todo acerca de la maravillosa tierra que estábamos pisando y parte de la provincia argentina de Misiones.
Una vez instalado en una habitación con vista al rio, ya me sentía aclimatado con los pulmones llenos de aire puro y listo para conocer el pueblo.
Hito Tres Fronteras en Cataratas de Iguazú
Así que me aventuré a salir a caminar y ver cómo la gente vive feliz en un lugar lleno de naturaleza en donde lo único que les preocupa es si lloverá por más de una hora.
En mi andar pude ser testigo del caudaloso pero apacible rio Iguazú el cual divide a los tres países Argentina, Brasil y Paraguay; un hito que marcaba ese objeto de viaje.
Mientras pensaba en cómo se verían de cerca esas caídas de agua de las que tanto me han hablado.
También, si el río ya en su estado apacible se veía impresionante, todo indicaba que la espera a la experiencia sería una garantía a la tierra prometida.
También me entró la curiosidad de cuál sería el escenario ideal para apreciar estas cataratas de Iguazú, son pocos los lugares que tienen esta bondad de ser compartidos por tres países.
Ansiedad por ese primer encuentro a las Cataratas de Iguazú
Cercano a esta frontera encontré un escenario al aire libre para conciertos, un malecón para disfrutar de esa magia y una virgen que con su tierna postura cuidaba el andar de los viajeros y residentes.
Mientras, el constante olor a tierra mojada y el agradable clima ya me habían atrapado, me sentía como todo un explorador, ansioso, con cámara en mano.
Pero con la diferencia que solo era un viajero más. ¿Los demás habrán sentido lo mismo?
Así llegue al centro en donde ya me esperaban unas viandas argentino-brasileiras como: asado, chorizos, quesos, empanadas.
También, con las famosas picañas eran preparadas en una zona conocida como la Feirinha, en donde la alegría y amabilidad del pueblo se hacen presentes.
Debo reconocer que a pesar de que no soy tan fan de la carne, estas picañas estaban bastante buenas; por algo la fama de la carne argentina es una de las mejores para asar.
Encuentro con la vida misma
Después de experimentar un tremendo jetlag, descansé profundamente en el Hotel Raíces Esturión y así salir muy temprano a la mañana siguiente para mi encuentro con el agua.
Jala -la guía- me comentó que habría que mojarse, así que me preparé con una muda extra de ropa, mi traje de baño y mi impermeable.
Parece increíble cómo volvemos a ser niños con el simple hecho de cosas tan sencillas como “mojarse” nos hacen tan felices.
Así que siendo parte de un grupo de entusiastas viajeros, me dejé llevar hacia la experiencia llegando al Parque Nacional Cataratas de Iguazú en donde te puedes quedar todo el día.
Hay tantas actividades qué hacer y seguramente ¡Te faltará tiempo! Así que en mi caso decidí priorizar y conocer las principales caídas de agua.
Recorrido por arriba de las cataratas de Iguazú
Mi primer recorrido consistió en realizar el “Circuito Superior” en donde a través de un sendero de 650 metros entre la selva y un andamio comienzas la aventura de admirar las cascadas desde una perspectiva por encima de ellas.
Lo primero que ves de reojo son las famosas “Dos hermanas”, un par de cascadas gemelas que con su furia te dan la bienvenida y son el preámbulo de que algo fantástico está por suceder.
Así, continuando por un resbaloso pero seguro andamio de metal comienzas a pasar por encima de las cascadas Salto Chico, Salto Bossetti, los saltos de Adan y Eva hasta llegar al salto Mbugia
En este lugar el sentimiento de conquista te embargará, es el punto final para apreciar el resto de las cataratas del lado argentino, frente a estas, se encuentra la hermosa isla San Martin.
La vista es impresionante, el poder del agua y la brisa están presentes, he llegado a mi destino.
Cortinas de espuma
Mis ojos no pueden abrirse más de la admiración, el verde esta por todos lados, la turbia agua color marrón frente a mi, corre como si se tratara de una presa que libera miles de litros cúbicos por segundo.
Las cataratas son cortinas fantásticas que se tornan espumosas y tienen vida y esta, corre buscando una salida hacia al mar, ¿A quién se le ocurrió realizar esta belleza?
Varios viajeros como yo disfrutamos un momento de paz, de reflexión, de agradecimiento a la vida… la naturaleza te deja sin habla, sin aliento.
Adrenalina compartida
Una vez que he pasado un buen rato admirando esta belleza es momento de disfrutar el lugar ¡Pero desde las faldas de las cataratas!
Me esperaba entonces otro paseo: “Gran Aventura”, el cual consiste en subirme a un bote y llegar a los pies de las cascadas.
Me hablaron tanto de la “Garganta del Diablo” que se me ha vuelto una obsesión estar cerca de ahí en un abismo que te llama como si fueras a entrar a otra dimensión.
Para llegar ahí me dispuse a tomar un transporte “todo terreno” y primero andar por la jungla en el sendero Yacaratía para reconocer animales locales.
Tucanes, monos y capibaras -los roedores más grandes del mundo que pesan alrededor de 80 kilos- además de las distintas especies de plantas y árboles de la jungla y palmeras, forman este ecosistema.
Ahí aprendí bastante del entorno gracias al guía quien se encargó de hablarnos de las bondades de la selva argentina.
Embarcación a la garganta
Al descender del transporte seguí un sendero y al resto de los viajeros, todos estábamos listos para bajar unos doscientos escalones rumbo al embarcadero Macuco.
Ahí nos custodiaban cientos de mariposas naranjas y amarillas mientras nos colocábamos los chalecos salvavidas y abordábamos la embarcación.
Posterior a las instrucciones necesarias, la motorizada lancha comenzó su recorrido por el río Iguazú.
Conforme avanzaba iba aumentando la velocidad mientras se acercaba a las imponentes paredes selváticas por donde descendían distintos saltos de agua.
De pronto, nos acercábamos a ese remolino de niebla espesa, era la brisa de las cascadas que nos envolvía como si entráramos a toda velocidad a una densa nube, los gritos no se hacen esperar… la adrenalina era colectiva.
La emoción se hacía presa de nosotros, mientras una lluvia de brisa nos hace reaccionar con gritos de júbilo mientras alzamos los brazos.
No es la montaña rusa, es la naturaleza que nos abrazaba con su gloriosa estela de agua, estábamos mojados hasta el último rincón de nuestra ropa.
Habíamos llegado felices hasta el punto en donde ya no nos podíamos acercar más debido a la seguridad de no ser devorados por la garganta del diablo.
Isla San Martín en Iguazú
Después de ese memorable instante vamos rodeando a la Isla San Martin para conquistar otro salto del mismo nombre, la emoción se repite un par de veces más.
Con dos cascadas que nos dejan exhaustos y liberados de la tensión que veníamos arrastrando desde nuestra ciudad de origen.
El regreso por el río hacia el embarcadero nuevamente fue apacible y de contemplación, ya era el momento para la comida.
Así que ya en tierra, tomé el sendero de vuelta a una estación donde nos esperaba Jala quien me hizo saber de no acercarme mucho a los coatíes que son como una plaga de curiosos marsupiales de garras y dientes filosos.
Tan solo un rasguño bastaran unas once inyecciones que dolerán más que la misma herida, los anuncios por todo el parque son muy claros.
Una vez cargado de combustible en un buffet bien servido en el restaurante, sacié mis instintos de mi nuevo ser carnívoros con los cortes argentinos y recuperé energías para hacer mi última travesía en el parque.
De la misma forma aproveché para comprar un bonito souvenir de las aves que habitan en las Cataratas de Iguazú
San Bernabé
Se trata del circuito inferior, el cual debo confesar que estaba seguro que ya no me sorprendería nada después de la gran aventura en lancha.
Este circuito consiste en recorrer las cataratas nuevamente entre la selva pero con la vista hacia arriba, es decir, tenerlas de frente y admirar la majestuosidad de su interminable arrebato para robarte la vista.
Aquí la fotografía es única y la sorpresa es quizás es mayor desde los distintos balcones de contemplación.
Seguí entonces el andamio ya que la fuerza del agua cada vez era mayor y curiosamente me sentía atraído.
Llegué hasta la punta del sendero, un grupo de viajeros temerosos por acercarse a ese salto conocido como “San Bernabé”, no quería avanzar más, quizá para no mojarse o para cuidar sus cámaras o celulares.
Mis ojos no podían creerlo, la belleza del agua era única, no podía quedarme ahí parado con tantas horas de viaje para no vivir la experiencia de sentir rugir el agua en su máximo esplendor.
Lleva ropa de más
Así que avancé sin importar si mi muda de ropa limpia y seca se mojaría, me sentía seducido por el abrigo de la brisa que comenzó a envolverme.
Desde el momento que decidí dejar atrás a los temerosos a un resfriado y me dejé atrapar por el velo de San Bernabé.
Ahí adentro de semejante huracán de lluvia, te cuesta trabajo el respirar ya que la constante brisa es un baño frio.
Debo confesar que regresé a mi infancia por unos instantes recordando el cómo me gustaba estar bajo la lluvia sin importar los regaños y castigos de mis padres.
El momento es irrepetible, era el climax de mi viaje, estaba ahí solo frente a este “Santo Aguacero” se debería llamar.
Apenas si podía gritar de la emoción de sentirme vivo por ese encuentro total con la naturaleza, me sentía completamente liberado.
Unos minutos después, emprendí mi camino hacia la salida pasando de frente por varios saltos y disfrutando cada instante en este maravilloso parque.
El momento de irme había llegado, la sensación de querer seguir en el lugar era constante.
Después de esta experiencia única en una de las siete maravillas naturales, era momento de conocer más de Puerto Iguazú.
Con sus tiendas, restaurantes, bares y tiendas de Souvenirs en donde a muchos viajeros ya les anda por las compras.
Más de Iguazú
Mientras, yo me dediqué a buscar la tan anhelada y aromática yerba mate, dicen que en este lugar argentino es donde se produce la mejor yerba gracias a su humedad.
Llegar a mi habitación y dormir profundamente era parte de la experiencia; A la mañana siguiente me entró el “no me quiero ir” hay tanto qué hacer y motivos por regresar.
Seguramente convivir con las comunidades guaraníes o ir a las famosas minas de Wanda para ver la extracción de piedras preciosas, son experiencias llenas de emociones.
Así que de camino al aeropuerto, mirando por la ventana del transporte me despedían las grandes hojas de los árboles con un movimiento de ¡hasta pronto!
Cientos de coloridas mariposas -entre ellas la blue morpho símbolo de Iguazú y patrimonio del país-, revoloteaban por doquier de una forma delicada como su propio aleteo.
Visitar este lugar ¡Claro que vale la pena! me hace pensar en lo diminutos que somos ante la majestuosidad de la vida, y el agua es vida.
También he reflexionado que el tiempo que vivimos en la tierra es tan fugaz que debemos aprocharlo en lo que nos gusta.
Definitivamente viajar es una experiencia que nos sensibiliza, nos conmueve y nos deja con un nudo en la garganta.
Guía rápida de las Cataratas de Iguazú
Con quien viajar: Julia Tours Operadora Mayorista o consulta tu agente de viajes y pregunta por ellos. También puedes consultar el sitio web del Parque Nacional Iguazú. Donde hospedarse: Hotel Raíces Esturión & Lodge.
#NuncaDejesDeViajar