En las montañas de Chiapas existe un lugar donde la naturaleza y la hospitalidad se entrelazan para crear algo único… un espacio ecoturístico comunitario en Chiapas. Se trata de Santa Rita Las Flores, un espacio que no se recorre como un destino más, sino que se siente, se escucha y se saborea. Es un viaje que te lleva por senderos cubiertos de orquídeas, miradores que cortan el aliento y mesas donde cada platillo cuenta una historia. Aquí, cada visitante se convierte en parte de la comunidad, y cada momento se guarda como un recuerdo que late para siempre.
Un CAMINO que vale CADA CURVA
El camino hacia Santa Rita Las Flores no se mide en kilómetros, sino en expectativas. A medida que la carretera se retuerce entre montañas cubiertas de niebla, la sensación de adentrarse en un mundo secreto se hace más intensa. El aire huele a tierra húmeda y a promesa de café, mientras la luz del sol se filtra tímida entre las ramas.
Cada curva parece guardar una historia, cada barranco, un suspiro. Y aunque el trayecto exige paciencia, la recompensa comienza antes de llegar: saber que al final espera una comunidad que vive el turismo no como negocio, sino como un acto de generosidad.
Santa Rita Las Flores no es un pueblo turístico de postal perfecta. Es una comunidad serrana que decidió abrir sus puertas para mostrar lo que ama: Su tierra, sus flores y sus sabores. Aquí, el ecoturismo comunitario en Chiapas se siente en la piel. No hay vitrinas de souvenirs ni letreros llamativos; lo que hay, son manos que estrechan las tuyas y miradas que invitan a entrar.
El renacer de una TIERRA HERIDA
Pero el origen de Santa Rita de Las Flores no es precisamente un cuento feliz. En 1998, un incendio seguido de huracanes dejó la zona herida. El río creció, arrasó las casas y obligó a sus habitantes a preguntarse cómo proteger lo que quedaba. La respuesta estaba frente a ellos: Los árboles que habían sobrevivido y las orquídeas silvestres, que como ellos, resistían aferradas a la vida.
El invernadero que hoy cuidan, es un santuario vivo. Las flores cuelgan del techo y trepan por las paredes, como si quisieran abrazar a quien las mira. Treinta especies crecen aquí, incluidas dos en peligro de extinción: la delicada “100 noches” y la orgullosa “Candelaria”. No se venden plantas; en cambio, las flores caídas se transforman en joyas que llevan consigo un pedazo de esta montaña, convertidas en recuerdos sostenibles.
MIRADORES y PAISAJES que enamoran en el ecoturismo comunitario en CHIAPAS
Los senderos que parten del invernadero conducen a miradores donde el paisaje se vuelve poesía. Un corazón de madera enmarca a las parejas que celebran su viaje. Un columpio se mece sobre un océano verde y una flecha gigante apunta al corazón de la Biosfera El Triunfo, como si señalara el rumbo que sigue la vida en este lugar. Aquí, la naturaleza no es un fondo para la foto: es la protagonista que dicta el ritmo de cada paso.
En algún momento, el recorrido cambia de aroma y se llena de antojos. Entre las casas de la comunidad, una se ha convertido en centro de visitantes donde se venden productos artesanales y se sirven platos que saben a historia. Quesadillas rojas teñidas con betabel, chayotes capeados, tortillas de hoja mora bañadas en salsa roja y un alfajor local de flor de macus que, capeado, se convierte en un bocado imposible de olvidar.
La experiencia culmina con una taza de café cultivado en la misma comunidad. Un barista local guía la degustación, revelando secretos de aromas y mezclas que incorporan flores y cáscaras, y que difícilmente se probarán en otra parte del mundo. El café se bebe despacio, como si cada sorbo fuera una conversación con la montaña.
Más que un VIAJE… un VÍNCULO
Al final, partir de Santa Rita Las Flores no es sencillo. No porque falten transportes, sino porque uno quisiera quedarse para seguir compartiendo historias, escuchar las risas y los silencios que habitan en sus calles. Aquí no eres un visitante más, ni una cifra en un reporte: eres un amigo que regresa a casa con un pedazo de la sierra en el corazón.
En tiempos donde viajar a menudo significa consumir y marcharse, Santa Rita Las Flores recuerda que el verdadero viaje es el que se vive de corazón a corazón. Y que el ecoturismo comunitario en Chiapas es más que una tendencia, es un pacto silencioso entre quienes aman la tierra y quienes saben apreciarla.