Indiscutiblemente, ¡Tabasco es un Edén!: su vegetación es un tapiz verde selvático, su flora y fauna son un despliegue variado y colorido, sus paisajes son impresionantes y, por supuesto, está salpicado de lugares repletos de historia.
Entre estos últimos, hoy queremos hablarte de Pomoná, una fascinante zona arqueológica situada en Tenosique, que alberga innumerables curiosidades. ¡Continúa leyendo para descubrir más sobre este enigmático sitio!
Pomoná: Un territorio en disputa
Pomoná, cuyo nombre original en maya era Pakbul (“puerta de entrada“), fue descubierta en 1959 por un grupo de campesinos que buscaban tierras para cultivar. Este hallazgo abrió las puertas a un mundo de conocimiento sobre la cultura maya en Tabasco.
Esta antigua metrópolis funcionaba como una entidad política independiente, con una organización social y gobernantes propios. Gracias a esta autonomía, Pomoná desempeñó un papel clave en la dinámica regional de la época.
Gracias a su estratégica ubicación, cerca del río Usumacinta, Pomoná se convirtió en un importante punto de encuentro e intercambio comercial. Sin embargo, esta posición también la convirtió en un codiciado territorio por el que peleaban los reinos de Palenque y Piedras Negras.
Estructuras impresionantes y murales antiguos
La zona arqueológica de Pomoná se extiende por 190 hectáreas, abarcando trece majestuosas estructuras construidas con roca caliza de diferentes calidades y durezas. La transportación de estos materiales desde la Sierra, a 9 km de distancia, nos muestra la tenacidad y el ingenio de sus constructores.
Un detalle que diferencia a Pomoná es el uso de ladrillo, un material poco común en la arquitectura maya, pero presente en algunas de sus edificaciones, similar al utilizado en Comalcalco.
Además, ¿sabías que en este sitio se han encontrado algunos de los murales más antiguos de Mesoamérica? Estos murales, que datan del siglo VII, muestran escenas de la vida cotidiana de los antiguos mayas.
Desde lo alto de las estructuras se pueden apreciar vistas impresionantes del entorno natural, incluyendo el majestuoso flanco norte de la Sierra Madre.
El canto de las aves, los gritos de los monos aulladores y los saraguatos forman parte de la experiencia sensorial que ofrece este lugar, transportando a los visitantes a la época en que la ciudad maya estaba en su apogeo.
Museo de Pomoná
Para complementar la experiencia en Pomoná, el museo de sitio, inaugurado en 1987, alberga 120 vestigios que narran la historia de la ciudad. Estas piezas, cuidadosamente conservadas, son ventanas hacia el pasado, permitiendo a los visitantes apreciar la cerámica, metates, hachas de piedra verde, cuchillos de pedernal y tableros con inscripciones jeroglíficas.
Cada objeto cuenta una historia, revelando detalles sobre la vida cotidiana, las creencias y la organización social de los antiguos pobladores de Pomoná. El museo es un complemento indispensable para comprender la magnitud y el legado de esta ciudad prehispánica.
Una ciudad oculta en la selva tabasqueña
Esta fascinante ciudad maya que yacía oculta en la selva tabasqueña, ha resurgido como un tesoro arqueológico que cautiva a todos los que se aventuran a descubrirla.
Con sus murales milenarios, sus enigmáticas estructuras y su museo repleto de tesoros, Pomoná demuestra que a veces lo mejor se encuentra en los lugares más inesperados.
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