Cada vez que pienso en saciar mi hambre, tengo el recuerdo más fiel de mi ciudad. Percibiendo olores de distintos guisos, al calor de un sartén o la lumbre de un comal, despidiendo un olor a medio quemado, un olor como a mercado. Me inspiró a hacer un poema a la quesadilla.
Hay de tinga de pollo y tinga de res, hay de picadillo, de papa y de hongos, hay decenas de sabores, hay de flores y de masa, dos colores. El aprieto es decidir cuál es la mejor, quizá me basaría en ese distintivo olor.
Poema a la quesadilla: Delicia mexicana con variedad impresionante
Doña Mary, quien me observa indeciso comienza con sus manos a formar una bolita de masa, aún no lo he decidido, pero quizá por mi cara se da cuenta que no puedo ni con el color amarillo o el azul de la masa.
Sólo sé que me gustaría sin grasa, pero eso sí, con mucha salsa. Así que lo dejo a su decisión y ella me dice: “Tienes ganas de una quesadilla con carne deshebrada y ese será tu elección”.
Estoy de acuerdo, mientras mi mente se pierde en mi infancia mientras ella me trata como todas las madres, esperando que su sazón sea reconocido por cada corazón.
No hay alimento más mexicano que la Quesadilla, de harina, de maíz o de trigo, o simplemente de tortilla. Ha estado en todas las épocas de esta nación y en los territorios mas recónditos. Desde Tijuana hasta Chetumal, desde Veracruz hasta la Paz.
Algunas veces con otros nombres: tacos doblados, sincronizadas, medias lunas, doraditas, empanadas o dobladas. No importa cómo les llamen, todo es cuestión de geografía, con queso y sin queso no dejan de ser quesadillas.
¿Verde o roja? Esa es la cuestión
Y mientras veo cómo el humo abraza mis pensamientos, está lista mi garnacha favorita de maíz, ahora el dilema será el picante que deseo, verde o rojo ¿Cuál primero? ¿Qué pide mi quesadilla para inspirar mi poema?
Así que no puedo demorar en probar este manjar, hay más personas en el puesto, no con cara de molestos. Y así aumenta mi apetito, mientras me la entregan en un redondo platito. No tengo deseo de estar en otro lado, quiero disfrutar este momento y que todo pase lento.
Creo haberle dado tres mordidas a mi quesadilla, hasta que esta relación se ha quedado en moronillas. Y de vuelta a la elección: papas con chorizo o de pollo con quesillo. La primera opción es mejor, quizá por el sazón, pero la segunda, es la combinación. Así que me decido por las dos.
Y Doña Mary, sonríe con tres dientes como lo hago siempre yo. Y pensar que hoy tenia planeada otra cosa, pero decidí atravesar un desierto de personas para llegar hasta el histórico centro. Y dejarme llevar por los olores mas diversos por tan solo uno de esos placeres más divinos del universo.
No me queda duda alguna que en una sencilla esquina puedo encontrar la felicidad con el simple hecho de pedirla. He visto a personas de todas las clases sociales saborear este sencillo manjar. La come el niño, la come el rico, la embarazada y el que habla como merolico.
Me retiro satisfecho
Pero ya que calmé mi hambre de vagabundo y aminoré el dolor de mi pies sin rumbo, hoy no sé a dónde dormiré, pero de algo estoy seguro: dormiré feliz con mis tres dientes. Y dormiré feliz aunque no tenga ni un duro.
#NuncaDejesDeComer