Hoy en El Souvenir, estamos contentos y un tanto temerosos ante el relato que se cuenta entre las costas y playas de Campeche, sobre todo entre pescadores y comerciantes de la zona, quienes dicen que…
Una mujer hermosa
Había una chica, una morenaza de chinos largos, suaves como una caricia y negros como la noche, sin embargo, su mayor atractivo eran sus ojos, grandes y redondos, de un inmenso brilla que opacaban hasta a la mismísima Luna, una belleza sin igual y muy pretendida.
La joven era de humilde origen, ella y su familia se dedicaban al mar; su padre y hermanos a la pesca, ella y su madre a la venta de estos en el malecón frente al zócalo y también por el paseo del club de yates, concurrido tanto por gente pudiente como locales y extranjeros.
Esta era una carga agotadora, una vida quizás para muchos, simple y de carencia de glamour, pero ella sin embargo se mantenía en calma, agradecida por lo que tenía y por las noches, paseaba descalza sobre la arena fría del malecón, hipnotizada por el horizonte, soñaba despierta con salir al mundo y conocer todo lo que aguardaba en él.
Siempre fascinada con los grandes navíos, cautiva por aquellos que venían y a los días se iban. Todas las noches sin falta repetía este sagrado ritual, tantas noches fueron las que esta bella joven paseo frente al mar, que este último cayo enamorado por sus encantos, todas las noches procuraba formar oleajes vistosos que cautivara su interés…
El mar había enfurecido
Tanto se lamentaría el mar, el día que permitió surcar por su bahía a una gran embarcación proveniente de otras corrientes, con el llegaría aquel que finalmente logro cautivar a la joven pretendiente.
Aquella mañana todo cambiaría, durante su paseo del sol, por su camino cruzo un marinero, un par de
palabras basto para iniciar un muy apasionado romance. Era tal el fervor de aquel calor, que despertó los celos y la furia del inmenso mar.
Pasaron los días y la joven no volvía a pasearse por el malecón. Pasaban las semanas y el amor entre el marinero y la china crecía y crecía. El mar furioso lamentaba su soledad y olvido. Sus olas eran cada vez más temibles y voraces.
Una temporada llego a su fin y con esto el marinero tendría que partir, jurando su corazón eterno a su morena amada, junto con la promesa de volver lo más pronto posible y esta vez, para partir juntos… la joven lo abrazo y beso, sin saber que aquella seria la última vez que lo haría.
El mar celoso, esperaría que la embarcación del joven yaciese dentro, inmerso en sus más profundas aguas para desatar su furia, sino fuera suficiente provoco una inmensa tormenta que arrasaría con el navío, asegurándose con sus grandes olas de no dejar ningún sobreviviente.
La tristeza inundó a la novia del mar de Campeche
Las lunas cayeron y los soles se escondieron… la bella joven esperaba, hipnotizada, deseosa de la llegada de su amado, aquel malecón paso a ser testigo de la espera, tormentosa y larga, el tiempo seguía pasando y la joven esperando, la vida se le fue y aun así… ella sigue esperando.
En Campeche se cuenta que, de ser muy afortunado o desdichado, aun puedes ver a aquella alma en espera por el paseo del pescador, a veces sentada en las piedras, a veces paseándose frente a la costa, siempre con vista al horizonte, los lugareños de la zona cuentan que el oleaje por esa zona es mucho más
movido y hasta peligroso para aquellos que no sepan nadar.
Se cuenta que la cólera del mar aún no se ha apaciguado, ahora con la condena de ver eternamente a su amada esperando por aquel navío…¿Te animas a buscar a la novia del mar de Campeche? #Nuncadejesdeviajar!