La cultura Huichol de Nayarit y los Wixarikas, un grupo étnico que palpita y sobrevive en medio de la naturaleza, con sus creencias que como un legado arraigan hasta el día de hoy.
Entre los límites de Nayarit y Jalisco en la remota región de la Sierra Madre Occidental habitan los huicholes conocidos entre sí como “wixarikas”, del huitcharika agricultor.
Este grupo étnico vive entre un conglomerado de montañas arboladas que parecieran acariciar el azul del cielo, cubriéndolo con brumas cargadas de agua amenazante.
Listas a precipitarse amorosamente sobre sus chozas y coamiles donde se producen maíz, frijol, calabaza y chile; ingredientes principales de su centenaria gastronomía.
El Origen de la cultura Huichol
Fue en medio de este conjunto de agrestes cordilleras (como la Sierra de Álica y El Pinabete) en donde los huicholes encontraron el refugio perfecto de la intrusión cultural del occidente.
Ahí, a 2,760 metros de altura que registra el “Cerro del Vigía” cuyas entrañas de plata simulan ser un castillo o fortaleza con armadura de roble, se establecieron los Wixarika, hijos del jaguar, del venado y las águilas.
En medio de la naturaleza y fuera de toda civilización, viven amando, rezan cantando y bailan agradeciendo su fortunio a la Madre Tierra, al Padre Sol y al Abuelo Fuego mejor conocido como Tatewari.
Xatsixarie, cultura Huichol de Nayarit
La principal comunidad Wixarika en Nayarit es Xatsixarie, (en Guadalupe Ocotán), su acceso no es nada fácil.
Hay que llegar desde Ixtlán a través de una esporádica avioneta, o desde Tepic en autobús en un cansado pero disfrutable viaje de un poco más de seis horas.
Vale la pena ir a conocer a profundidad esta etnia y sus tradiciones.
Tsik+ri símbolo que representa los puntos cardinales, la cultura Huichol en Nayarit
La cultura de los Wixarika es fascinante, hay que pasar varios días para comprender cómo ellos habitan armoniosamente en el interior del “ojo de Dios”.
Un sagrado simbolismo terrenal que representa los puntos cardinales de su hábitat.
Su epicentro es Teakata (Santa Catarina); al norte se encuentra Huaxamanaka (el Cerro Gordo en Durango); Al oeste se ubica Tatéi Haramara (San Blas en Nayarit).
Al sur Xapawleyeta (el Lago Chapala en Jalisco) y finalmente al este Wirikuta (en San Luis Potosí), la tierra del amanecer (Paritecüa) en donde nace el padre sol Tayau.
Lugar preciso que celebra la caza del hermano Mayor Tamatsi Maxayuawi o Venado Azul, quien se transforma en Nuestra Madre Tatéi Hikuri, al ser cazado con las flechas sagradas.
Cosecha que marca un ciclo de vida
Así como el Ojo de Dios, igual de sagrado es el maíz, cuya cosecha marca un ciclo cultural; cuenta la leyenda que la Madre del Maíz cambió su forma de paloma a humana.
Un día le presentó a un muchacho huichol sus cinco hijas, que simbolizan los cinco colores sagrados del maíz: blanco, rojo, amarillo, moteado y azul.
Como el joven tenía hambre, la Madre del Maíz le dio una olla llena de tortillas y una jícara de atole.
Él no creía que eso pudiera saciar su hambre, pero las tortillas y el atole se renovaban mágicamente de manera que no podía terminarlos.
La Madre del Maíz le pidió que escogiera a una de sus hijas y él tomó a la muchacha del Maíz Azul, la más bella y sagrada de todas…
Hoy, con este tipo de maíz se preparan infinidad de platillos como quesadillas, moles, tamales y hasta bebidas como el famoso “tejuino”, hecho a base de maíz fermentado.
Comer es un acto de comunión
En la cultura huichol, comer es un acto de comunión con los hermanos.
El maíz, el venado y el hikuri (peyote) representan una trilogía sagrada basada en la sobrevivencia.
Mientras haya equilibrio y abasto de los mismos, todo se encuentra en orden, lo opuesto representaría el fin de su existencia.
“El costumbre”
Fieles a “El costumbre” (tradición propia) los chamanes y guías son diestros practicantes de medicina tradicional y conocedores de plantas que juegan un rol alimenticio y medicinal.
Los Wixarika consumen principalmente vegetales como el camere, los nopales, la flor de calabaza, los jaltomates y los jitomates silvestres conocidos como “ojo de venado”.
Para alimentarse ellos recolectan y consumen plantas como; Kuaxa-higuerilla, Xuarra-quelite, Aurrara y Kery-verdolagas.
También muy apreciados son los Yekua-hongos, además de las vainas que son aprovechadas como el guaje, el mezquite, el guamúchil, el hueynac, el jinicuil y el cuauhpinole.
En cuanto a tubérculos cosechan gualacamote, chinchayote, jícama y yuca.
Las semillas más consumidas, son la pepita de calabaza y el cacahuate, además de la chía, el girasol y el piñón (Cococenyolot) aunque casi han desaparecido de su dieta.
Pasión y cariño por sus tierras
Los campesinos trabajan la madre tierra con la misma tecnología y cariño de antaño.
No utilizan el arado debido a lo empinado del terreno, así que trabajan la tierra en sus parcelas de manera muy artesanal.
El clima fresco de las regiones altas se presta para el cultivo de aguacate, capulines, granada, manzana y duraznos.
En contraste, en las regiones bajas y cálidas cercanas a los ríos arroyos y cañadas, producen frutas como el mamey, chirimoya, papaya, guanábana, zapote, guayaba, nanche, mangos y plátano.
En las zonas semiáridas por su parte colectan tuna, pitahaya y xoconostle.
No solo de vegetales vive el huichol
Su fe los mantiene en constante peregrinaje a sitios sagrados, por lo que se consideran un pueblo tayeiyari o peregrino.
Por tal motivo han desarrollado rituales basados en alimentos para el viaje; uno de ellos es el pinole elaborado con maíz molido y azúcar.
En cambio la chía la tuestan y muelen para luego en el camino mezclarla con agua hasta formar un atole que endulzado con miel se le conoce como bate.
Ambos alimentos son transportados de manera fácil y su conservación durante el viaje.
En cuanto a carnes los huicholes consumen en sus ceremonias animales como el venado (elemento clave para sacrificio en sus rituales o ceremonias).
También res, chivo y aves de corral, además del guajolote silvestre (Am) del cual su cacería es abundante, ardilla, armadillo, tejón, jabalí, iguana y tlacuache son parte de su alimentación.
Preservación de vida y cultura
Del cielo cazan aves como la huilota, la codorniz y la chachalaca, y de sus aguas aprovechan la mojarra y la langosta de rio.
Debido a que la mayoría de estos animales está en riesgo de extinción, los huicholes han hecho esfuerzos alimenticios para recuperar las especies.
Otro factor influyente en esta transformación cultural es la migración de los jefes de familia hacia las grandes ciudades originada por las malas cosechas producto de constantes sequías.
La construcción de presas hidroeléctricas en el embalse del río grande de Santiago en donde ellos antes habitaban.
Ha provocado que se refugien en barrios bajos de las ciudades lo que provoca una cultura mestiza y la pérdida de sus costumbres.
Por si fuera poco el gobierno federal ha condenado a la minería sitios sagrados wixarikas, lo cual amenaza la subsistencia de este pueblo milenario.
Rescatemos “El costumbre”
Hoy todos podemos considerarnos Wixarikas (campesinos), tenemos el reto de rescatar “El costumbre”.
En nuestros grupos étnicos reside el corazón de nuestra nación y la semilla que plantemos hoy, germinará mañana.
¿Acaso será el agroturismo la solución a la transculturización? Pensemos que viajar para conocer una costumbre es adentrarte en un estado de fascinación. #NuncaDejesDeViajar
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