Veracruz es una de las ciudades más alegres de todo México, puerto pesquero por excelencia y destino industrial consolidado. Siempre es buen momento para visitarlo y para explorar los atractivos que se encuentran en sus cercanías. Uno de esos sitios que me recomendaron se encontraba a sólo 80 kilómetros del centro, lo describieron como un “Un lugar secreto lleno de historia y de paisajes que te sorprenderán”, La Antigua, Veracruz.
La Antigua y sus calles nos esperaban
Así que no lo dude y la mañana siguiente me dispuse a salir muy temprano para poder disfrutar de ese calorcito delicioso que me encanta.
Observé los paisajes que desde la ventana del auto te hacen perder entre los pensamientos de cómo es la vida en otros lados. Cuando de repente y después de 40 minutos, encontramos una desviación que nos llevaba al poblado de La Antigua.
Una atmósfera llena de tranquilidad nos invadió haciéndonos sentir en medio de un pueblo semi fantasma, aparcamos el auto y comenzamos a perdernos entre sus calles.
Los corredores de las casas se encontraban llenos de gallos, caballos y guajolotes, no dábamos crédito de lo que veíamos, era como estar en un insólito territorio olvidado. Mientras deambulábamos por ahí, fuimos encontrando a los pobladores, quienes nos saludaron amablemente como si fuéramos vecinos.
Nos recomendaron algunos sitios como la Parroquia del Cristo del Buen Viaje, que es una construcción ya desmejorada pero con ese encanto que deja el paso del tiempo.
Ver las paredes desgastadas, las pilas y las figuras antiguas de los santos, provocan escalofríos por todo tu cuerpo.
Debo aceptar que ver a los feligreses entrar a tomar la misa me remonta a un pasado que nunca viví, pero que está latente desde hace cientos de años y simplemente soy un emocionado testigo.
La casa de Hernán Cortés
La Antigua tiene una joya en su territorio, la casa en donde Hernán Cortés pasó mucho tiempo a su llegada en compañía de sus tropas.
También se dice que en este lugar estuvo acompañado de La Malinche. Todo esto nos lo hizo saber uno de los niños que explica a los turistas los pormenores de este monumento histórico, fungiendo como un guía experto.
El pequeño relataba hechos que se han ido preservando de generación en generación. También nos hacía participar con él en la narración al preguntarnos detalles de la cultura mexicana.
Nos mostró uno de los primeros hornos de piedra en donde se realizaba pan, de igual forma observamos los cañones que se utilizaban durante la guerra por aquellos años.
Caminamos por nuestra cuenta alejándonos del grupo sólo para tomar fotografías de un árbol que cubre toda la casa, es llamado “La Ceiba” donde se presume Hernán amarraba sus carrocerías.
Vale la pena pasar un buen rato contemplando este árbol histórico, un sabio que ha crecido enormemente para ser parte de la identidad del pueblo.
¡Es hora de comer!
Para esas horas ya nos había dado hambre y decidimos comer en un pequeño tianguis que se coloca a la orilla del Río Huitzilapan.
Pedimos unos filetes de pescado que aderezamos con una salsa picosa de chile morita; nos ofrecieron unos tamales de elote y unas aguas frescas. De postre unas ricas paletas de hielo que nos recuperaron del calor que hace en esta época del año.
Justo cuando comíamos comenzó un espectáculo en la plaza del río: Los Voladores de Papantla, los cuales realizaban su ancestral ritual subiendo a la punta del tronco donde la música y sus pasos de baile desafiaban las alturas.
Acto seguido se lanzaron por los aires provocando la ovación de la gente que los rodeaba. Al bajar les compramos unas cuantas varitas de vainilla que llevamos a casa.
¿Qué mas hacer en La Antigua, Veracruz?
Antes del atardecer nos encontramos caminando hacia la Ermita del Rosario, una peculiar construcción católica que tiene el reconocimiento de ser la primera iglesia en América Continental.
En el sitio se representan con bellos mosaicos de talavera las estaciones del viacrucis de Cristo. Una vez dentro nos explicaron la historia y las modificaciones que ha tenido la pequeña ermita a lo largo del tiempo.
Al salir el amarillo del atardecer se empezaba a notar en el delicado blanco de su fachada, una sensación indescriptible de ver.
La noche nos alcanzó y partimos hacia otro destino pensando en todo el aprendizaje que nos dejó La Antigua y sobre todo una grata experiencia que contar. A veces no sabemos toda la historia que guarda en los pequeños rincones de un país, pero basta con salirse de la ruta para descubrirlos todos.
Te invito a ver este vídeo sobre La Antigua: