Ubicado en el laberíntico barrio de La Latina, en Madrid, nos encontramos con el Pasadizo del Panecillo: un pequeño callejón que, a pesar de ser un espacio público, es custodiado por dos puertas de hierro que impiden su paso en ambos sentidos.
Sobre esta diminuta calle se ubican dos edificios históricamente importantes: La Basílica de San Miguel y el Palacio Arzobispal de Madrid; pero, como dijimos, su acceso está prohibido; y para conocer las raíces de su prohibición tenemos que remontarnos al siglo XVIII.
PASADIZO DEL PANECILLO… el nombre de la MISERICORDIA
En esos tiempos, España sufría una gran sobrepoblación, lo que trajo consigo enormes desigualdades sociales, que a su vez provocaron hambruna y pobreza. Y es que, siendo una ciudad apenas emergente, no estaban preparados para tal aumento de gente.
Fue así como al cardenal en turno, Luis Alfonso de Borbón, se le ocurrió una asombrosa idea: repartir pan desde una ventana a los indigentes que pasaban por la calle –siempre y cuando estos hayan escuchado misa antes–. Fue así que se rebautizó a la calle como el Pasadizo del Panecillo.
El inicio de la DELINCUENCIA
Con la idea de Luis Alfonso, las cosas parecían marchar bien: se promovía la fe cristiana y se saciaba el hambre del hambriento… sin embargo, algo que no consideró fue que su acción sería un llamado para las clases más desfavorecidas…
Al poco tiempo, el pasadizo y todas las demás calles aledañas, pasaron a convertirse en uno de los barrios más peligrosos y conflictivos de toda España. Los robos, altercados y peleas eran cosa de cada día. Caminar por Madrid se volvió situación de vida o muerte. Fue entonces que en el siglo XIX las autoridades decidieron cerrar de forma permanente el Pasadizo del Panecillo, cesando finalmente la famosa entrega de pan.
Además, la Calle de la Pasa, una calle cruzada donde se repartía ese fruto a los mendigos, sufrió de la misma suerte.
Protesta por la historia del PASADIZO DEL PANECILLO
Actualmente, el pasadizo sigue cerrado; lo curioso es que las llaves para abrirlo no están en manos del Ayuntamiento de Madrid –quienes otorgaron al pasadizo un vado permanente–, sino de la iglesia.
Muchos madrileños aún protestan por el reacondicionamiento del Pasadizo del Panecillo, exigiendo que se vuelva a abrir al público, ya que pertenece a la cultura e historia de España… pero, mientras eso sucede, solo nos queda disfrutar, a través de sus barrotes, su hermosa arquitectura medieval.
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