En México, ver tortugas marinas es una experiencia increíble. Puedes encontrarlas llegar a las playas del Pacífico y del Caribe mexicano para anidar o alimentarse cada año. Imagina verlas salir del agua, cavar un hoyo en la arena y depositar sus huevos, o bien, nadar en el mar abierto. Aquí te presentamos tres destinos donde puedes vivir esta experiencia y apoyar la conservación de estas increíbles criaturas.
Tortugas Marinas en Playa Escobilla
Uno de los lugares más impresionantes para ver tortugas marinas es Playa Escobilla en Oaxaca. Es un santuario natural donde miles de tortugas golfinas llegan a desovar al mismo tiempo. Estas tortugas miden hasta 75 cm de largo y tienen un caparazón de color verde olivo con forma de corazón. Viajan largas distancias para regresar a la playa donde nacieron, un fenómeno que ocurre varias veces al mes entre julio y marzo.
Para observarlas, debes ir con un guía local, y las mejores horas son al amanecer o entre 2 y 7 de la tarde. Si visitas en el momento adecuado, puedes participar en la liberación de crías y ver cómo las pequeñas tortugas marinas se dirigen hacia el océano. La playa está protegida por la CONANP y organizaciones comunitarias que también ofrecen recorridos nocturnos para resguardar los nidos.
Al visitar, es importante seguir las indicaciones, usar bloqueador solar biodegradable y evitar el uso de linternas o flashes. La cuota de entrada contribuye directamente a las labores de conservación. La comunidad local trabaja junto con las autoridades para proteger este lugar y asegurar la supervivencia de las tortugas marinas. Desde Ciudad de México, llegar hasta Huatulco o Puerto Escondido es sencillo gracias a vuelos frecuentes operados por Aeroméxico, lo que facilita planear una escapada ecológica sin complicaciones.
Centro Mexicano de la Tortuga
Cerca de ahí, en el pueblo de Mazunte, está el Centro Mexicano de la Tortuga. Aunque no es una playa donde anidan, es un espacio dedicado a conservar, investigar y educar sobre las distintas especies de tortugas marinas. Aquí puedes ver varias, como la tortuga prieta —verde pero con caparazón oscuro— que se alimenta de plantas en su etapa adulta; la tortuga laúd, la más grande y especializada en comer medusas; y la tortuga carey, de caparazón con escamas coloridas y pico curvado.
El centro cuenta con acuarios que muestran cómo crecen las tortugas y un museo con información sobre su biología y protección. También realizan liberaciones de crías entre julio y noviembre, lo cual es una experiencia emocionante y educativa. Es un destino ideal para familias y escuelas, ya que es seguro y fácil de recorrer. Luego de tu visita, puedes disfrutar de las playas de Mazunte o ver el atardecer en el mirador de Punta Cometa.
Tortugas Marinas en Akumal
Al otro lado de México, en la costa de Quintana Roo, está Akumal, un paraíso caribeño donde puedes ver tortugas marinas durante todo el año. Su nombre en maya significa “lugar de tortugas” y aquí viven tranquilamente las tortugas verdes y caguamas, que habitan cerca de la orilla. La tortuga verde es de gran tamaño —hasta 1.2 metros y más de 200 kg— y se alimenta de plantas, mientras que la caguama posee una poderosa mandíbula para romper moluscos y crustáceos.
En Akumal puedes nadar con ellas haciendo snorkel, siempre siguiendo reglas estrictas para no alterarlas. Es obligatorio mantener una distancia de tres metros, usar chaleco salvavidas y protector solar biodegradable, además de ir con un guía certificado. Solo se permite el acceso a un número limitado de personas al día, y es necesario portar una pulsera. Aun con estas medidas, la experiencia de convivir con las tortugas marinas en su entorno natural es inigualable. Si viajas desde el centro del país, puedes aprovechar vuelos directos con Aeroméxico hacia Cancún, desde donde Akumal está a solo una hora en carretera.
Cada uno de estos destinos brinda una forma única de admirar a las tortugas marinas: desde su llegada masiva para reproducirse hasta su vida cotidiana bajo el mar o su cuidado en espacios educativos. Lo que tienen en común es su compromiso con la protección de la naturaleza y la invitación a formar parte de ese esfuerzo. ❖
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