Irnos de viaje es algo enriquecedor, nos muestra nuevos paisajes, mundos, tradiciones, gente y culturas. Yo seleccioné una escapada al azar para transmitirla, un recorrido que me dejó impactado. Vamos desde Mérida hasta Valladolid y de paso Cancún. Vamos a visitar lo que conocemos como el sureste Mexicano.
Una nueva experiencia
Cuando fui invitado a escribir acerca de los viajes pensé: “Será fácil, sólo es cuestión de hacerlo platicadito”, pero al enfrentarme a la página en blanco y el cursor parpadeando, ya no supe qué decir.
Me enfrenté al gran dilema de qué viaje platicar, qué decir y cómo decirlo.
Los recuerdos se agolparon queriendo salir unos antes que otros y, en ocasiones, mezclándose imágenes con olores, sabores y sensaciones de lugares que no tienen nada que ver entre sí.
Así que recurrí a lo más sencillo: revisar mi carpeta de fotos en la computadora y elegir. Procedí a seleccionar una y comenzar a escribir lo primero que me evocara.
La foto me llevó a diciembre de 2009 cuando decidimos realizar un viaje a Mérida-Valladolid-Cancún, para despedir el año.
El sureste nos espera…
Al llegar a Mérida nos hospedamos en el Hotel Caribe, ubicado en un rincón del Parque Hidalgo, en la esquina de las calles 59 y 60.
Resultó ser un hotel muy agradable, cómodo, accesible y familiar, donde pudimos descansar y escapar un poco del terrible calor, se encuentra muy cerca del centro de la ciudad y es un lugar muy recomendable debido a su relación precio-calidad.
Mérida es una ciudad llena de colores y aromas que invitan a adentrarte en ella, recorrer sus calles y descubrir lugares que no siempre están en las guías turísticas; como pasajes culturales, restaurantes, cafés, mercados, tiendas, plazas e iglesias.
No dejemos de lado las artesanías y recuerditos que siempre serán el mejor regalo (para uno mismo o para alguien más), como sombreros o guayaberas para los caballeros, abanicos, collares y ternos para las damas.
Chichén Itzá un lugar de maravilla.
Ya instalados contratamos algunos recorridos para visitar los lugares cercanos a la ciudad. Primeramente estuvimos en Chichén Itzá, una de las nuevas maravillas del mundo.
Ahí pudimos apreciar la magnificencia de la pirámide principal y lo bien cuidada que se encuentra. El cielo estaba increíblemente despejado y de un azul como en pocos lados.
Puntos en contra: demasiados puestos dedicados a la venta de artesanías que llegan a estorbar para lograr algunas tomas fotográficas, y la saturación de gente que provoca que los más cretinos se metan en las áreas restringidas del lugar.
Uxmal, la belleza opacada
Después recorrimos Uxmal, que en lo personal me impresionó más que Chichén Itzá, pues las ruinas dan muestra de que fue un gran centro urbano lleno de vida y actividad.
El cuidado de las ruinas es de los mejores que he visto en otros lugares y la explicación de los guías es, además de bien fundamentada, divertida y muy amena.
Sería muy bueno buscar a un niño llamado Alejandro, un magnífico comerciante y con el cual se puede entablar una plática ligera y honesta
.
Recomendables también son las visitas a los cenotes sagrados, lugares dotados de una magia particular que literalmente te envuelve. Sus aguas, aunque frías, son cristalinas y refrescantes.
Conocimos tres cenotes a los que llegamos en unos carros tirados por caballos; siguiendo una antigua vía de tren, la cual funcionaba para el traslado del henequén.
Dichos cenotes estaban dentro de los límites de una vieja hacienda henequenera, la cual aún continuaba con la producción aunque en menor escala.
Mi llegada a Valladolid
Al cabo de unos días nos trasladamos a Valladolid, un lugar muy tranquilo donde la vida parece detenerse y no llevar prisa.
Al llegar nos hospedamos en el hermoso Hotel Mesón del Marqués; honestamente, uno de los mejores hoteles que he visitado y su restaurante tiene la mejor comida típica de Yucatán que he probado.
No dejen de visitarlo, se ubica en el 203 de la calle 39, en el centro, frente a la plaza principal.
Mi última parada: Cancún.
Para finalizar este viaje nos trasladamos a Cancún, del que hablaremos en otra ocasión. En ese lugar tuvimos la fortuna de recibir el año nuevo en la playa con una luna enorme que brillaba en todo su esplendor.
Luna que guarda el mejor recuerdo de un viaje por demás disfrutable, lleno de experiencias y muy divertido.
Como cierre, les puedo decir que disfrutar un viaje depende mucho de nosotros; pero si el sitio que visitamos está deseoso de ser conquistado, no dejemos de lanzarnos a la aventura y adentrarnos en él. #Nuncadejesdeviajar
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Y si ya andas por Yucatán o estás planeando una visita, te recomendamos el siguiente tour que estamos seguros que te encantará.
Desde Mérida: abre las puertas a Chichén Itzá.
Se trata de una experiencia con una duración de 10 horas que incluye transportación y guías bilingües certificados.
¿Qué vas a hacer?
- Forma parte del exclusivo grupo que gozará de ingresar al parque, por una zona privada.
- Tomate la libertad de elegir si quieres gozar de tu estadía en las instalaciones del hotel o en los templos .
- Aventúrate a vivir una experiencia espiritual y cultural única, con un sacerdote maya.