Definitivamente la forma de viajar ha cambiado, antes los viajes se basaban en apreciar la cultura y la naturaleza de los destinos, ahora viajar significa participar, por eso te queremos contar nuestra experiencia de cocinar con una familia coreana.
Todo comenzó con nuestro viaje a Seúl, un destino que nos llamó la atención por muchos motivos: el idioma, la comida, la lejanía, las costumbres, incluso la cultura que es tan distinta a la nuestra.
Ciertamente eso es lo emocionante de un viaje: conocer otros horizontes y no dejar de sorprendernos de lo que poco a poco vamos descubriendo; por eso decidimos lanzarnos a un destino que no tuviera nada en común con nuestro país: Corea.
Seúl para tus próximas vacaciones
Sonaba toda una aventura, lo primero que hicimos es juntar nuestros puntos con Club Premier para después redimirlos con un vuelo desde Monterrey hasta Seúl. No sabíamos que Aeromexico tiene un vuelo directo hasta la capital de Corea del Sur.
Nuestro vuelo estuvo lleno de entretenimiento, ya que 14 horas sonaban algo sencillo, así que aplicamos uno que otro consejo para vuelos largos. Llegando al aeropuerto de nuestro destino nos percatamos enseguida de lo que tanto nos habían dicho.
Corea del Sur, un país lleno de tecnología de vanguardia, música k-pop y de grandes rascacielos, se dejaba descubrir poco a poco.
La cultura coreana es uno de los pilares más importantes para entender las costumbres actuales de los coreanos. Su liberación de Japón, la guerra con sus vecinos del norte y sus dinastías, nos indicaban su orgullo de ser coreanos.
Conociendo sus costumbres
Pero nos faltaba algo muy importante; conocer a las personas ¿Cómo vivían?, ¿qué pensaban de estos temas coyunturales?, ¿Cómo es su vida diaria?, ¿Cómo se divierten? ¿Qué acostumbran comer?…
Fui así como decidimos adquirir con nuestros puntos premier, una experiencia en una casa común y tener una convivencia con una familia coreana, ¡íbamos a cocinar con puntos!
Nuestro transporte llegó temprano al hotel “Makers” donde nos hospedábamos, que, por cierto, estaba ubicado en Jongno-gu, una zona llena de restaurantes, tiendas, cafeterías y bares; hasta un súper y la estación del metro estaban a diez pasos.
Después de subirnos a la camioneta, comenzó la aventura; con un inglés básico llegó por nosotros un conductor que se limitó a pedirnos nuestra reservación. Ya estábamos viviendo el trafico de Seúl a la hora pico de un día entre semana.
Nos tomó alrededor de una hora llegar a la parte sur de la capital, cruzamos el río, hasta llegar a la zona comercial Yongsan-Gu con edificios de departamentos muy agradables.
Ahí nos esperaba entonces en la puerta el propietario de uno de ellos, el señor Hee Ung Kim o también llamado Ogawa Tuyosi.
¡Bienvenidos a casa!
Como en cualquier casa común tuvimos que subir escaleras, como cuatro pisos mientras Tuyosi se adelantaba para avisar a la familia que ya estábamos llegando. En la entrada nos recibía en su casa la familia completa, los papas y un par de hijas.
Después de quitarnos los zapatos y dejar en un perchero nuestros abrigos, nos percatamos que no éramos los únicos, la experiencia de cocinar era para un grupo de 8 personas y los otros viajeros ya estaban en sus puestos frente a la mesa.
Era una familia completa de filipinos quienes estaban felices de conocer las tradiciones coreanas, obvio al igual que nosotros. Mientras se iba cocinando algo en la estufa, todos observábamos detenidamente cada detalle de la casa.
Los cuadros, el papel tapiz, la decoración, las lámparas, los vasos, los muebles, el refrigerador y hasta las cortinas, nos indicaban cómo vivían la familia Tuyosi en ese pulcro departamento.
Incluso al pasar al baño, uno podía percatar que todo estaba en su sitio y hasta el WC tenia su propio control de limpieza, como lo habíamos visto en los reportajes de tecnología.
Los Tuyosi
Mientras todos estábamos curioseando y tomando té, el señor Tuyosi nos comentaba acerca de cómo estaba constituida su familia, mientras, observábamos los cuadros de sus otros hijos quienes estaban en el servicio militar, una obligación para ambos géneros.
También nos habló de su profesión, fotógrafo y traductor, de la cual ya estaba retirado como servidor público; ahora se dedicaba al hogar junto a su esposa y recibir al turismo en su propia casa, ¡cocinando!
Mientras, la esposa y las hijas acomodaban todos los implementos e ingredientes; ya se sentía el calor de hogar; las sonrisas eran el idioma universal de todos los que estábamos ahí.
Nuestro uniforme era un mandil y un gorro como de taquero, además de unos guantes para manipular todos los alimentos con extrema limpieza; era el momento ideal para comenzar con las fotos.
El señor Tuyosi sacó su cámara y comenzó a tomar fotos para darle rienda a su oficio, además de que él mismo se ofreció para tomar video de nuestra experiencia.
Platillo Nacional
Así que tomamos nuestro lugar, nos anotamos en una lista con nuestro nombre completo y nacionalidad. Enseguida nos proporcionaron la receta de lo que se iba preparar ese día, el famoso Kimchi.
Este platillo es un manjar para los coreanos, consta de una especie de col china (baechu) macerada o fermentada con un sinfín de ingredientes y especias con los que se rellena.
Los coreanos acostumbran este platillo a cualquier hora del día, ya sea como entrada, acompañante, o plato principal. Sus propiedades son saludables gracias a los aportes vitamínicos de las verduras.
Es reconocido como el platillo nacional ya que hay documentos históricos que demuestran que los vegetales fermentados se consumían hace mas de 3 mil años y que las especies llegaron después, entonces es el resultado de su cultura ancestral.
Hora de preparar Kimchi
En la mesa había col, (repollo) zanahorias, nabo, pepinos, rábanos, betabel y otras verduras ralladas en la mesa, la misión era mezclar con nuestras manos los ingredientes dentro de un enorme bowl.
Pero no era solo eso, había que agregarle una especie de condimentos como chile rojo molido, ajo, pimienta, sal, limón y hasta polvo de algún crustáceo como camarón. Había que ser generoso agregando cada ingrediente.
El resultado era como un salpicón o revoltijo salado y picante a base de verduras y especias. debíamos probarlo poco a poco para detectar cuál sería el nivel de picor que deseábamos.
Cocinar con una familia coreana
Confesamos que, al ser mexicanos, pensamos que el Kimchi nos haría los mandados, pero mientras más lo degustábamos, el picor era más agresivo y debíamos tener respeto.
En ese momento recordamos que el día que llegamos a Seúl fuimos a un restaurante en dónde una señora y su hijo estaban probando algo demasiado picoso y sus ojos lloraban mientras reían. Era el Kimchi.
Una vez que tuvimos la mezcla lista, a cada uno de los asistentes nos dieron una col china la cual debíamos rellenar hoja por hoja con nuestras propias manos.
Quizá esta es la parte más meticulosa ya que debe quedar como un bebé envuelto.
Ser coreanos por un día
Para dejar macerar este Kimchi tuvimos que esperar alrededor de una hora, mientras venia la parte divertida de la cita. Nos íbamos a caracterizar con trajes tradicionales de la cultura coreana.
Para ello en una de las habitaciones de la casa, la familia cuenta con clóset con prendas para hombres y mujeres de diferentes tallas
Debemos confesar que es una gran cantidad de ropa que usan los coreanos que parecen cebollas, capa tras capa, pero eso sí, con colores muy alegres que resaltan a la vista.
Debes saber que cuando visitas los templos y pagodas coreanas en esta ciudad, hay tiendas que te ayudan a caracterizar con vestimentas de época, por supuesto las mujeres se ven hermosas mientras que los hombres, solo nos vemos fuertes.
La sesión de fotos no se hizo esperar, así que todos posamos frente a un mural que tiene muy bien escondido el Sr. Tuyosi para estas ocasiones.
Casualmente en esta experiencia, los papás de la familia filipina fueron caracterizados como si se tratara de una boda coreana tradicional ¿Mínimo les hubieran preguntado si querían hacerlo por segunda vez, ¿no?
Más tradiciones y comida para llevar
Después de muchas risas con las fotos, todos nos sentamos en la alfombra de la casa para participar en un juego de mesa que constaba de piedritas negras y blancas las cuales eran parte de una numerología.
¿El juego? Un poco complicado, pero hubo ganadores y perdedores, pero eso si todos muy divertidos. Una vez terminada esta actividad, nos cambiamos para casi terminar un día con la familia Tuyosi.
Probamos kimchi y nos entregaron nuestros preparados en contenedores literalmente, ¡el itacate! También recibimos nuestro diploma por haber participado en esta experiencia de cocinar con una familia coreana en Seúl. ¡Y lo adquirimos con Puntos Premier!
Vale mucho la pena conocer las tradiciones de las familias, su comida, su vestimenta, sus juegos, pero, sobre todo, es darse cuenta que ¡las culturas del mundo no son tan diferentes! #NuncaDejesdeViajar