El tren Chihuahua-Pacífico o mejor conocido como el Chepe por sus siglas CH-P, no sólo es un recorrido para locales, sino un impresionante viaje turístico que te dejará sin aliento en cada una de sus paradas. Podrás pasar del desierto hasta el mar. Acompáñanos a conocer más sobre este gran tren y disfrutar una experiencia única en El Chepe.
La hora no evitaba que las personas llegaran por montones a la estación de ferrocarril. Me sorprendió la cantidad de turistas extranjeros que se formaban delante de mí para comprar los boletos, no sabía que el tren es tan famoso fuera del país como lo es con nosotros los mexicanos. era hora de abordar…
El Chepe, una experiencia inolvidable
El tren me recuerda la vocación maratónica de los Tarahumaras de correr por las colinas. Subí por las escaleras no sin antes tomarme unas fotos. Me sentía en otra época, como si fuera parte de la revolución a principios de siglo pasado y fuéramos a tomar el ferrocarril.
El Chepe es un tren que no transita por vías sino por miles de emociones: las de aquellos que lo construyeron en los años 60’s, las que hoy lo manejan y de las quien como yo lo disfrutamos día a día.
No hay un momento en su recorrido, de más de doce horas en el que uno no deje de sorprenderse, es simple y sencillamente excepcional.
El nombre correcto de la ruta es Chihuahua-Pacífico pero es mejor conocido como Chepe por su abreviatura CH-P. El itinerario puede ser desde las ciudades de Chihuahua a Los Mochis o viceversa.
Cuenta con dos servicios: El de primera es el más socorrido por los turistas, cuenta con 3 coches para 64 pasajeros, su partida es a las 6:00 de la mañana y va parando en los puntos turísticos más importantes.
El otro servicio es el regular el cual es más usado por los habitantes de la zona para trasladarse de un lado a otro de la sierra pero es más tardado al insertar otras estaciones.
¡Que comience la travesía!
Recuerdo haberme colocado en mi asiento esperando que comenzara la acción, nada como sentir el primer movimiento de una maquina tan poderosa como esa. Todavía era de madrugada cuando sucedió y las luces de la ciudad nos despedían. El interior del tren era agradable y espacioso.
En el ambiente se respiraba una sensación de complicidad, todos íbamos en busca de la sierra y después de ella el mar.
Sólo tomaría dos horas desde Chihuahua para llegar a la primera parada, se trata de Cuauhtémoc un pueblo mágico, sede de la comunidad menonita más grande del país.
Una población muy cerrada a la hora de aceptar foráneos, pero en la cual se puede tener la oportunidad de comprar algunos de sus productos y mirar de cerca como los años no han afectado las costumbres que mantienen desde que llegaron de Alemania.
Por la ventana se pueden observar los interminables campos de manzana que hacen de esta zona tan famosa por su producción.
Para esas horas el hambre ya tocaba a mi puerta, bueno a mi estómago; así que decidí caminar hacia el carro comedor. Al llegar los meseros nos esperaban con una sonrisa enorme en sus caras. Nos entregaron las cartas y después de hojearlas me decidí por los huevos con carne seca, ¡qué ricos eran todos los aromas y sabores!.
Detrás del cristal la vista era impresionante: montañas, ríos, árboles y mucha vegetación, poco a poco se borraba de mi memoria la idea que tenía del Chihuahua árido, aquello era todo un bosque de algún cuento.
Creel, un acercamiento a la cultura local
Un cambio cultural de 180 grados nos espera después de seguir el recorrido.
Se trata de Creel, el pueblo más importante de la sierra Tarahumara, el acercamiento a la cultura Rarámuri, la mejor preservada del país, es más palpable cuando nos asomamos a las tiendas de artesanías y productos regionales.
Creel es el punto de partida para realizar excursiones a las maravillas naturales de la zona como son: las Cascadas de Basaseachi, una de las más altas de México o al Valle de los Hongos.
Una de cosas que siempre me han gustado al viajar en un tren es pararme en el lugar donde conectan los vagones, ese lugar abierto que deja colar todo el aire pegando sobre la cara.
Es el lugar perfecto para tomar fotos maravillosas del recorrido del Chepe, las imágenes son sensacionales, es como estar en un país nórdico, el bosque sobre las montañas es un sueño hecho realidad.
Las Barrancas del Cobre, otro imperdible del recorrido
Divisadero es la estación localizada a unos metros de las Barrancas del Cobre, las cuales son 4 veces más grandes que el cañón del Colorado en Estados Unidos.
Al llegar, una serie de puestos de comida y artesanías dan la bienvenida, los pasajeros tienen la oportunidad de bajar 20 minutos para tomarse fotos y quedar como yo… sin aliento, no hay otra forma de describir lo que viví, la inmensidad, profundidad, las distancia y el silencio es inexpresable.
Basta con quedarse callados observando para conocer el espíritu de la madre tierra.
Para aquellos que quieran quedarse un par de días en este lugar existe un el Hotel Divisadero a la orilla de la barranca.
Este sirve de base para los viajeros decididos a explorar más la zona, como caminar hacia la piedra volada o al recién inaugurado teleférico dentro que los llevará a un espectacular mirador a dos kilómetros de distancia o lanzarse de las tirolesas más altas del país.
Conectando a Chihuahua y Sinaloa
De regreso al Chepe seguimos nuestra travesía hacia Sinaloa, en la estación Témoris es donde se sitúan los más majestuosos paisajes del trayecto, existen decenas de cañones, barrancas, cascadas y más de 80 túneles que serpentean la sierra tratando de llegar presurosos al mar.
Aquí el verde de la naturaleza se va tornando más claro, signo de que estamos en un lugar más tropical.
La penúltima parada del tren es en El Fuerte, un pequeño pueblo que conserva en su centro histórico bellas casonas coloniales algunas convertidas en hoteles y su renovada plaza de armas con un imponente Palacio Municipal.
Aunque la fortaleza que le da el nombre fue destruida, se construyó una copia fiel que alberga el museo de la zona, digno de visitarse.
El final del viaje…
El recorrido ha sido largo pero bien vale la pena tomarlo, llegar a Los Mochis de noche significa parar a cenar en algunos de los restaurantes de gastronomía marítima famosa de la zona.
Una visita al otro día el puerto de Topolobampo, mejor conocido como el santuario de los delfines, terminará por rematar la experiencia.
El Chepe une los destinos y altera las emociones, lleva del árido desierto de Chihuahua hasta el mar de Cortés pasando por la alta y boscosa montaña, hasta llegar a la zona tropical.
No te pierdas esta incomparable experiencia es un viaje que debes realizar por lo menos una vez para recordarlo toda tu vida. Para mas información pulse aquí.
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