¡Un viaje por Vinícola Casa Madero, te traerá de vuelta a las raíces del vino mexicano! Dicen que el mejor vino es el que más te gusta sin importar que los expertos te impongan sus preferencias.
Finalmente debemos tomarlas como sugerencias ya que todas las características o protocolos de los vinos salen sobrando cuando tienes una marca preferida.
Quizá al momento de haber degustado algún vino lo hiciste durante una ocasión especial que hace que siempre quieras repetirlo. También hay ocasiones que te dejas llevar por lo que te digan tus papilas gustativas.
Lo importante es que tú te sientas cómodo con algún vino elaborado. Ya sea por su añejamiento, por las características de la uva o porque simplemente la marca te convence por sus diferentes productos.
Curiosidades e historia de la Vinícola Casa Madero
Es así como nos convertimos en fieles consumidores de las vinícolas. Mi caso en particular es el gusto que tengo para los vinos de Casa Madero y es que no sólo se trata del producto final. Sino de toda la cultura que se desarrolló alrededor la historia de la vinícola.
Se dice que Casa Madero fue la primera vinícola en México y América. Sus cosechas empezaron desde 1597. Pero curiosamente, antes de empezar el proyecto, al valle ya se le conocía como “Parras”.
Sí, aquellas vides salvajes que abundaban en la zona, fueron motivo para establecer una misión jesuita y el lugar se pobló enseguida. Así llego Lorenzo García solicitando al Rey Felipe II que le dotara tierras.
Esto con el propósito de producir viñas para entonces elaborar vino, consiguiendo finalmente su objetivo. Sin embargo, por órdenes de la Corona Española se prohibió la elaboración de vinos superiores a los de países europeos.
En México solamente se permitió continuar producción para consumos religiosos y esto mermó y paralizó una industria por cientos de años. Todo el trabajo detenido por miedo a que dejaran de consumir a los conquistadores.
Una excepción a la regla y la importante conexión con uno de nuestros presidentes
Aunque Parras fue una excepción por ser un punto estratégico en los menesteres de los creyentes. ¿Quién iba a pensar que sería el rescate de una industria naciente?
La hacienda, después de ser refugio y prisión de los insurgentes de la independencia, fue comprada por Don Evaristo Madero. Un empresario visionario quien le dio un giro e impulsó a las tierras.
Evaristo, quien fuera el abuelo de Francisco I. Madero, siguiente presidente durante la Revolución Mexicana, dejó un legado importante a la familia con sus múltiples negocios. ¡Entre ellos la vinícola!
Puedo imaginar que desde niño el presidente se paseó por sus viñedos e instalaciones junto con su hermano Gustavo A. Madero. Y quizá pasaron contemplando el valle donde se ubica la hacienda.
¿Qué tanto no vivió esta finca durante la Revolución y épocas posteriores? Pudo haber sido cuartel o refugio, cárcel o quizá un lugar de batalla, sólo sus muros lo saben.
¿Por qué eran buenas estas tierras?
En los años setenta, cuando se permite nuevamente elaborar vinos, ya se contaba con un total de 33 especies de uvas distintas. Éstas se fueron adaptando al Valle de Parras.
Y así, una década después se comenzó a industrializar la producción. Los vinos fueron colocándose en los lugares preferidos de las mesas y ganando medallas por su alta y singular calidad. ¡Merecen el reconocimiento!
El secreto de Casa Madero fue que las parras o uvas nativas que crecían junto a los manantiales se utilizaron como raíz principal. La cual estaba acostumbrada a la tierra de la zona.
Con la finalidad de después colocarles un injerto de vides extranjeras y delicadas. Lo anterior dio como resultado uvas fuertes y producciones constantes, claro, todo con el debido cuidado y paciencia de los vinicultores.
Es así que se obtienen “caldos” o “vinos de nuevo mundo” (se considera así por ser producciones de nuevo continente). Con uvas como: Cabernet Sauvignon, Shiraz, Merlot, Chardonnay y Chenin Blanc.
Con estos varietales se presumen más de una veintena de afamados productos con una explosión de sabores, aromas y colores que se exportan a decenas de países. No es sorpresa que les encantase el toque mexicano.
Vinícola Casa Madero, hoy
La Hacienda San Lorenzo es hoy en un lugar de producción vinícola avanzada, con viñedos bien trabajados y cuidados. Alrededor de ella existe una población dedicada exclusivamente a los quehaceres vinícolas.
Cuenta con un museo del vino, el cual nos habla de las bondades de la bebida y el proceso de la elaboración. Pasando por los instrumentos que se utilizaron en las diferentes épocas de la casa.
Como en todas las casas vinícolas, existe la opción de visitar las instalaciones para conocer y aprender el actual proceso de la elaboración de vinos tintos, rosados y blancos.
Conocerás desde el cultivo hasta el emboquillado de las botellas. No pueden faltar las degustaciones, la participación en alguna cosecha para cortar uva y el recorrido por sus túneles y bodegas de almacenamiento.
Experiencia 360° en la Vinícola Casa Madero
Además, de que podrás comprar productos terminados en su coqueta tienda, te puedes alojar en su hotel. Que guarda los mejores secretos y leyendas de la familia Madero.
Ya que las habitaciones son parte de lo que fue la gran hacienda con sus decoraciones antiguas. El ambiente se complementa con parte de los muebles originales que le dan ese toque de misterio.
Caminar por los pasillos y áreas públicas de la finca es además de transportarse a otras épocas, un remanso para los ojos. Ya que cuenta con jardines hermosos y floreados, fuentes y salas de descanso al aire libre.
No te pierdas pasear por los pasillos cubiertos de piso a techo con plantas de la vid que dejan colgar sus frutos en racimos como si fueran faroles negros y verdes.
Lo más excitante sin lugar a dudas es el momento de llegar a los viñedos. Combinación de grandes campos clasificados por los tipos de uva y las montañas majestuosas al fondo.
Recorriendo los viñedos
Un cielo azul intenso y una calma que solo la interrumpe el vuelo de algún ave. Caminar entre ellos con una copa del producto terminado en la mano es entender las bondades de la tierra y la amabilidad de una bebida honorable.
Definitivamente es un maravilloso lugar. Por eso cada vez que descorcho una botella de Casa Madero, me transporto al pasado. En ocasiones encuentro aromas y sabores de nogales, ciruelos, higos o granados.
También se perciben flores y hasta cítricos, y me hacen entender esa complicidad de todo lo que rodea este valle y que se transmite a través sus vinos para aterrizar en el presente. ¡Ya quiero regresar a Casa Madero!
Casa Madero se encuentra en la población Parras de la Fuente en Coahuila, México. Para llegar desde Saltillo, la capital, debes tomar la carretera federal 40, tomando la desviación 102 Paila-Parras.
En el kilómetro 18.5 se encuentra la Hacienda San Lorenzo. No dejes pasar la oportunidad de disfrutar de historia, cultura, paisajes impresionantes y una variedad de deliciosos vinos en la Vinícola Casa Madero.
Y recuerda, #NuncaDejesDeViajar.