Parece que fue ayer cuando te vi por primera vez con todas las ilusiones de hacer un viaje por algunos lugares del mundo.
Tú parecías desesperada en cargar con todo lo necesario para que viviéramos una increíble experiencia; gritabas entre tus otras compañeras ¡Llévame a mí, prometo no defraudarte y guardar todos nuestros secretos! Así que te escogí.
Decidí comprar un boleto para cruzar ese enorme charco que se llama Atlántico y dejarme llevar por las arterias de los trenes europeos a tu lado, mi compañera usando siempre la misma vestimenta.
Debo confesar que como todo mochilero, no me sentía sólo, te tenia a ti, debíamos aprovechar el tiempo de manera inteligente.
Empaque todo lo que podía llevar por un par de meses, nos esperaba una gran aventura por ciudades románticas y antiguas.
Al principio tuve miedo, había leído bastante de cómo salir de viaje solo y por lugares en donde quizá no me podría comunicar, pero para eso llevaba dos pequeños diccionarios.
Uno de francés y otro de alemán, por aquello de no entender mucho; Tú no me chistabas nada, “Yo los llevo” me dijiste, estabas ahí conmigo con mis miedos y mis emociones a flor de piel.
Y así sucedió, fuimos conociendo el viejo mundo, subiste conmigo a la torre Eiffel, tomamos fotografías en Versalles y caminamos por campos de girasoles.
Hicimos nuevos amigos, bebimos cerveza de contrabando y también fumé de eso que está prohibido mencionar.
Carta a mi mochila de viaje
Estaba lejos de casa aprendiendo de una de las experiencias más liberadoras de cualquier ser humano: Viajar.
Dejar que todo fluya aunque tengas algo planeado, comer algo que aún se mueve y comunicarte a señas si es necesario.
Cómo sentirme solo si tú me acompañaste todo el tiempo. ¿Te acuerdas de aquel tren que nos llevaba con destino a Roma? Nos habían avisado de la huelga francesa y queríamos cambiar de país, era casi imposible.
llevábamos días tratando de tomar un tren; pero con todo y el miedo de que estaban asaltando a pasajeros en sus camarotes a la media noche en los trenes italianos, me fui.
En mi cabina me abracé a ti con todos mis temores encomendándome al supremo.
Recuerdo también cuando visitamos un viñedo y me propusiste leer el libro que guardabas para un momento especial como ese.
Después me dijiste “vámonos por la costa” y me enseñaste ese mapa rayado que aún guardo en mis más profundos recuerdos.
Así subimos y bajamos escaleras del metro, dormimos en hostales y uno que otro hotel familiar, corrimos detrás de un autobús que casi nos dejaba sin llegar al aeropuerto.
Nos detuvimos en muchas heladerías para platicar con algún adulto mayor durante horas.
Estuviste ahí cuando necesitaba de mi cámara par atrapar momentos especiales que vivimos juntos.
Cómo olvidar cuando pasamos mi cumpleaños en el Parque del Retiro en Madrid, yo contigo y nuestra soledad, estábamos cansados yo de mis pies, tu de ese vestido del mismo color.
Ahí sí me pegó estar lejos de casa, lloré como un niño y estuviste ahí para consolarme en tu regazo mientras alguien a lo lejos tocaba música de quena, una flauta de viento que jamás volví a escuchar.
Como si fuera ayer…
Aún puedo acordarme cómo unos chicos españoles se preocuparon por mi y sin conocerme me invitaron al cine, me hicieron un pastel y me celebraron en un restaurante, jamás olvidaré ese detalle.
Aunque nunca me sentí solo -porque te tenia a ti-, conocí al amor que se le puede tener al viajero cuando escoge un país y es bien recibido. Me siento agradecido.
Esa fue nuestra primera cita, después llegó Sudamérica, Norteamérica y Asía, pero principalmente he disfrutado cuando hemos salido a conocer nuestro México de arriba abajo.
Juntos en la sierra, en sus costas, en la selva y el desierto, nos hemos encontrado con culturas ancestrales que siguen vivas y hemos escalado juntos montañas, atravesado ríos y también hemos seguido grandes migraciones de animales.
Mi compañera de viaje, sabes todos mis secretos, hasta los más vergonzosos y divertidos; luces un poco cansada, pero igual de emocionada como aquel primer viaje por Europa.
Ahora estás en este enorme closet, esperándome para una nueva aventura, y yo estoy aquí sentado a tu lado, leyendo esta carta que un día escribí para ti y que guardas con tanto cariño en tu bolsillo secreto.
Quiero darte las gracias mi Backpack porque de entre todos los viajeros, tú me escogiste a mí.
#nuncadejesdeviajar