Como una de las tradiciones más surrealistas de México, la Carrera de Melones en Xalapa se ha convertido en una costumbre que ha logrado cumplir dos largas décadas.
Allá por el lejano septiembre del 2004, en Xalapa, Veracruz, Manuel, Ángel, Tania y Carlos, jóvenes de menos de 20 años, tenían una idea muy peculiar. Grabar una película en formato de “falso documental”. ¿El tema? una carrera de melones, cada uno entrenados por sus dueños.
Aprovechando que las calles de la región estaban cerradas por el grito de Independencia, los cuatro amigos decidieron grabar a los 3 melones rodando por el empinado puente Xallitic, que tiene una longitud de unos 150 metros. Para sorpresa de todos, algunas pocas personas se conglomeraron para presenciar la emocionante carrera. Aplaudían y motivaban a su favorito. Claramente, el documental nunca vio la luz, pero dejó un peculiar legado.
Carrera de Melones: El inicio de una tradición
Al año siguiente, los 4 amigos repitieron la carrera, pero esta vez no como una ficción. Con volantes, convocaron a la ciudad a participar en el mítico concurso de “una carrera de melones decorados”. El punto de encuentro no podía ser otro que el suelo que vio nacer a la costumbre: el puente Xallitic. Lograron reunir a algo así como 10 concursantes. Los tres primeros lugares recibieron reconocimientos y regalos, que iban desde una barra de chocolate, un “jamón de cocodrilo”, hasta un café y una pizza que alguien donó solo porque pasaba por ahí.
El melón más guapo
Y este mes, la carrera de melones sigue dando de qué hablar. Con 20 años de antigüedad, logro convocar a más de 300 entrenadores, cada uno con su fruta bien decorada, pintada y vestida. Los temas son variables; van desde memes virales, cajeros de OXXO o Doctores Simi. Para estos bellos concursantes, se realiza todo un evento aparte, llamado “El melón más guapo”. Aquí, como preámbulo de la carrera, y con una pasarela improvisada, los dueños llevan a su melón, presumiendo sus encantos a la gente, quienes gritan, aplauden, ríen o abuchean. Finalmente, el público es el que escoge al ganador.
Inicia la gran carrera de melones…
Después, inicia la carrera. Los entrenadores colocan a sus melones en el dispositivo de arranque, que consiste en una estructura retráctil manual de tubos de PVC. A los lados el público se extiende para no interrumpir la carrera. El reglamento es inflexible: los melones no pueden tener rueditas, y sus dueños pueden correr detrás de él para motivarlo, pero si lo patean pueden ser descalificados.
En la primera ronda ya se siente la emoción, que con lluvia y truenos no cesa. Se lanzan los primeros melones y sus entrenadores corren detrás de ellos, animándolos a ir más rápido. Aquí hay niños, jóvenes, adultos y hasta licenciados, pidiéndole a su melón que gane la carrera. Conforme van llegando, son suavemente recibidos con huacales que impiden el impacto del final de la calle, y se apunta su número para decidir al ganador.
Después de la corta pero exhaustiva revisión de arbitraje, se escogen a los melones ganadores, que son meramente reconocidos con premios que donan patrocinadores locales: pizzas, cupones de helado, clases de yoga, gorras, postres… y mucho más.
Un legado xalapeño…
Con cada edición que pasa, la carrera se ha vuelto más simbólica, atrayendo miradas de distintas partes del globo, que se atreven a volar solo para poder presencial el evento. Llenando las aerolíneas para poder alcanzar un lugar, muchos viajeros utilizan servicios como Aeroméxico, que da vuelos directos al aeropuerto de Veracruz.
Para este punto, quizá te estés preguntando… ¿y los melones? Tras su cansada carrera, las bellas frutas son donadas al comité, quién las sacrifica para mezclarlas con alcohol y servirlas en la fiesta que se celebra en la noche, dando así fin a la carrera anual de melones en Xalapa.
¿Qué piensas? ¿Crees tener lo necesario para entrenar a un melón?
#NuncaDejesDeViajar