La historia comenzó una Navidad de 1998 y Año Nuevo de 1999, cuando cuatro sostenes aparecieron sujetos a una cerca rural de alambre junto a la carretera de Cardrona Valley. Nadie supo explicar el motivo original, pero la acción llamó la atención de las personas de la comunidad y, en pocas semanas, más prendas se sumaron a la cerca. Para febrero de 1999 ya había alrededor de 60 sostenes, aunque todos fueron retirados de forma anónima.
Pero el hecho, lejos de terminar en una extraña acción vandálica, atrajo cobertura en Nueva Zelanda y el extranjero, lo que impulsó a más visitantes a dejar su propia huella. Para octubre del año 2000, la cifra había ascendido a unos 200 sostenes, y la valla fue nuevamente despejada. Con cada retiro, la noticia ganaba repercusión, y con ella aumentaba el número de aportes… Algunos incluso llegaban por correo.
Entre la ATRACCIÓN TURÍSTICA y la POLÉMICA LOCAL
Hacia el año 2006, la valla alcanzaba ya los 800 sostenes, convirtiéndose en la atracción más fotografiada de la zona, según John Lee, un criador de ovejas que se autoproclamó guardián no oficial del sitio.
Mientras muchos lugareños celebraban la originalidad del suceso, otros lo veían como una “monstruosidad” y hasta como un peligro para la seguridad vial, siendo una obvia distracción para los conductores. Algunos vecinos señalaron que visitantes internacionales podrían considerarlo ofensivo, especialmente estudiantes asiáticos y sudafricanos que residían en la cercana ciudad de Wānaka.
Pero la situación continuó escalando hasta que, el 28 de abril de 2006, el Ayuntamiento de Queenstown Lakes determinó que la valla, ubicada en una reserva vial pública, debía ser retirada por razones de seguridad. A partir de entonces, surgieron iniciativas alternativas para aprovechar la popularidad del fenómeno. Ese mismo año, se intentó batir el récord de la cadena de sostenes más larga del mundo en un festival en Wānaka, alcanzando unas 7.400 piezas y recaudando más de $10.000 dólares con fines benéficos.
El nacimiento de BRADRONA
A pesar de los intentos de eliminación, la tradición persistió. En noviembre de 2014, la guía turística Kelly Spaans y su pareja, Sean Colbourne, decidieron dar un nuevo rumbo al proyecto. Trasladaron la valla a la entrada de su propiedad privada, a unos 100 metros de la ubicación original, y añadieron un cartel rosa junto con una caja de recolección de fondos.
Como un juego de palabras, rebautizaron el lugar como “Bradrona”, un espacio destinado a apoyar a la Fundación Neozelandesa contra el Cáncer de Mama (NZBCF). La propuesta fue un éxito inmediato: en 2017, la recaudación superaba los $30.000 dólares, y en 2019 ya se recolectaban alrededor de $500 dólares semanales gracias a las donaciones de turistas.
La destilería Cardrona, ubicada junto a la valla, también se sumó a la causa. En 2017 lanzó una ginebra rosada conmemorativa del Mes de la Concientización sobre el Cáncer de Mama, donando 5 dólares por cada botella vendida. Después, extendió el acuerdo a su vodka de malta pura “The Reid”. Para 2018, los aportes acumulados superaban los $70.000… y todo gracias a una valla con sostenes.
De CURIOSIDAD a símbolo SOLIDARIO
Lo que empezó como un acto anónimo se transformó en un fenómeno cultural. La Cerca de Cardrona Bra refleja cómo una idea tan sencilla puede transformarse en un fenómeno mundial. De una valla rural con cuatro sostenes colgados al azar, se ha convertido en un emblema turístico y solidario capaz de movilizar donaciones para la lucha contra el cáncer de mama.
Más allá de la controversia de Bradrona, con sus miles de sostenes postrados en la valla, se ve como un recordatorio de que incluso los gestos, por más pequeños que parezcan, pueden dejar una huella gigante… Y si te lo preguntabas, sí, aún se siguen colgando nuevos sostenes. ❖
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