Si tú eres de esas personas que por nada en la vida escogerían sus vacaciones en lugares desérticos, mejor quédate porque quizá las encantadoras Dunas de Samalayuca cambien tu perspectiva.
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Dicen que el desierto llama a quienes lo han pisado en el justo momento de tomar decisiones, en mi caso, la primera vez que fui a Chihuahua estaba en un instante crucial en la vida, el escenario era desolado, caluroso, silencioso, pero a la vez cautivador.
Samalayuca
A tan solo media hora de Ciudad Juárez, se encuentran Samalayuca, una población que aprendió a vivir bajo condiciones extremas.
A veces bajo un calor sofocante y otras veces con algunas tormentas de fina arena que, con los vientos provenientes de todas direcciones, han formado unas maravillosas dunas.
Con un clima así, no podía creer lo que mis ojos veían: había vida animal y vegetal que subsiste en este duro y difícil ecosistema y quizá eso me pareció encantador.
Así que lo llevé al plano personal; “aunque todo se vea desolado, siempre hay una esperanza de vida”. Con esa analogía me quedé.
Parece una escena de una película en donde detrás de alguna de estas montañas de fino polvo, saldrán de repente algunos camellos recordando que México tiene muchos ecosistemas.
Uno de ellos es todo un privilegio: el cálido desierto que, aunque parezca castigador, se puede visitar y disfrutar si te preparas.
No querrás perderte esta aventura en Samalayuca
Cada vez que voy a las Dunas de Samalayuca, basta con ponerme una gorra, lentes de sol y un poco de bloqueador y estoy listo para la aventura.
Ya sé que para muchos sonaría un poco atrevido enfrentarse a hacer deportes bajo el rayo del sol, pero basta con intentarlo la primera vez para hacerlo una adicción.
Quizá es la sensación de sentir la seguridad de que no me voy a lastimar cuando caiga sobre esta alfombra de arena mientras hago divertidas actividades como Sandboard o Bubble Soccer.
Deportes que cada vez van ganando terreno entre el gusto de los visitantes que llegan atraídos por vivirlas de cerca.
Y es que, el desierto se presta para que los amigos o las familias nos vayamos juntando y así pasar un fin de semana hechos unos polvorones, pero felices.
Hay un desierto para todos, desde los que nos gusta el calor y los deportes, hasta aquellos que prefieren meditar o hacer yoga cuando cae la tarde.
Otras experiencias por las dunas más elevadas son las rodadas en cuatrimotos o jeppear en vehículos de 4×4, que a mi parecer están llenas de adrenalina y valen mucho la pena.
A pesar de que yo no soy el conductor, me gusta cómo el piloto acelera y yo puedo sentir la velocidad y el viento en mi rostro.
Una experiencia única
Cada vez que tengo oportunidad de salir de viaje, me emociona escoger estas dunas.
Debe ser porque ahí tengo un encuentro conmigo mismo, pero sobre todo siento que, al enfrentarme al desierto, enfrento mis propios miedos: la soledad, la tristeza, el desamor y mi realidad. Todo eso también tiene su encanto.
Cuando llego a este lugar, siento un imán que me llama a caminar por estos medanos.
Por alguna razón busco un lugar apartado de todo en donde el aire revuelva mi cabello con mis pensamientos y entonces, me siento en la arena a ordenar ideas y preocupaciones.
Enseguida y sin pensarlo más, cierro los ojos para dejar que las cosas fluyan como el silbido del aire que es parte de una eterna melodía, a veces me quedo callado hasta que el silencio ausente del viento se vuelve ensordecedor y yo, sigo con mis ojos cerrados.
Poco a poco el Sol acaricia mi piel, hasta sentir que de verdad quiere hablarme, y es cuando me hago fuerte y busco ese momento de profundizar mis pensamientos hasta encontrar la solución.
Creo firmemente que el astro me ayuda a aclarar mis ideas y pienso, “todo esto pasará”, y en verdad sucede.
Caminar hundiendo mis pies en el polvo, me hace saber que no me iré al vacío como en los antiguos relojes de arena, el desierto no me dejará caer y si eso pasa, no me dolerá; estoy listo para lo que venga.
Las noches estrelladas en este lugar también son otra aventura, el cielo es completamente iluminado por miles de astros que me regalan las noches más espectaculares sobre todo cuando llevo mi tienda.
Por eso, escojo al desierto, para admirar su extensa belleza, porque seca más pronto mis lágrimas y por regocijarme con sus atardeceres de colores cálidos y dejar que me sorprenda cada vez que regreso.
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Pero eso no es todo, estar en el desierto es disfrutar de un escenario que es diferente todas las tardes; a veces con cielos de tonos rojos con naranja o amarillo, y otras veces de tonos rosas y morados.
La mayoría de las personas que buscan opciones de viaje, se van por la playa, el bosque, la nieve, la selva, la montaña, pero son pocas aquellas que escogen un lugar como este para hacer meditación.
Las Dunas de Samalayuca que se han vuelto uno de mis destinos favoritos sobre todo si voy acompañado, así tengo la oportunidad de mostrar este tesoro ubicado muy cerca de Ciudad Juárez.
Espero regresar pronto a las Dunas de Samalayuca para que con su calor pueda yo recargar mis baterías.
Por eso escojo al desierto para llenarme de energía. Y recuerda, Nunca dejes de viajar